¿Qué pasaría si la solidaridad fuera una práctica común y no sólo una reacción para situaciones de emergencia? Con esa pregunta como fondo surge el concepto de “innovación social”, que cada vez está más extendido.
En los momentos difíciles, la solidaridad de la gente saca adelante a la sociedad. En México sabemos de eso: cada que hay una catástrofe natural —por ejemplo, el temblor de 1985, sólo por citar uno—, son los ciudadanos los que salen a ayudar a sus vecinos, con apoyos que, en muchos casos, superan la capacidad de reacción de los gobernantes.
¿Qué pasaría si esa solidaridad fuera una práctica común y no sólo una reacción para situaciones de emergencia? Con esa pregunta como fondo surge el concepto de “innovación social” que, según el documento “Unión por la innovación” —realizado por la Comisión Europea—, se define como “encontrar nuevas formas de satisfacer las necesidades sociales, que no están adecuadamente cubiertas por el mercado o el sector público […] o en producir los cambios de comportamiento necesarios para resolver los grandes retos de la sociedad, capacitando a la ciudadanía y generando nuevas relaciones sociales y nuevos modelos de colaboración. Son, por tanto, al mismo tiempo innovadoras en sí mismas y útiles para capacitar a la sociedad a innovar”.
Si bien se trata de un documento para la Unión Europea, los proyectos de innovación social se vuelven más comunes en el mundo. Una búsqueda simple en internet arroja miles de resultados de proyectos que buscan mejorar la calidad de vida de las personas y que son preparados, sustentados y llevados a cabo por ciudadanos “comunes”. Y México no es la excepción. Para muestra, el Festival ¡Catapulta!, en donde entienden la innovación social como “resolver problemas comunes de una manera diferente, con ideas atrevidas y dinámicas […] con base en los principios de la sustentabilidad, el pensamiento sistémico, los sistemas vivos y el concepto de ‘personas, planeta y beneficios’ para abordar desafíos comunes, como la reducción de la pobreza, los derechos humanos, el medio ambiente, el cambio climático, los derechos de la mujer, la alimentación y la agricultura, el racismo, el comercio justo, la educación, el desarrollo comunitario o la salud”.
Con sede en Oaxaca, el festival tuvo lugar en el pasado mes de abril y sirvió como un foro en el que se dieron cita diferentes ponentes que, siguiendo el modelo de charlas TedX, presentaron proyectos relacionados con comercio justo, trueque, medio ambiente y tecnología, entre otros. Además del foro, la actividad incluyó talleres, conciertos, proyecciones de películas y otras actividades, todas regidas por el lema “Do It Together” (“Hagamos juntos”), una evolución del movimiento “Do It Yourself” (“Hazlo tú mismo”).
Concebido para realizarse cada año, el Festival ¡Catapulta! es un punto de encuentro para personas que están buscando la manera de cambiar las cosas. Un botón de muestra de un movimiento que, por aquí y por allá, va tomando cada vez más fuerza. m