Carlos Núñez. El sentido social de la vida
Teresa Sánchez Vilches – Edición 401
Para Carlos Núñez Hurtado (Guadalajara, 1942), el sentido social de la vida es lo más importante. Cualquier profesión u oficio son escenarios de interacción desde los que se puede transformar la sociedad.
Desde muy joven Carlos dejó de dedicarse a la arquitectura, profesión que cursó en la Universidad de Guadalajara, para convertirse en uno de los educadores populares más reconocidos de América Latina. Estudió y adecuó la dialéctica del brasileño Paulo Freire cuando se dio cuenta de que la gente de las comunidades que visitaba necesitaba ampliar su conciencia, pero sin perder identidad.
Criado dentro de una familia católica y con gusto por servir, inició sus trabajos de apoyo en comunidades campesinas cercanas a Guadalajara. En 1963, al lado de otros jóvenes con inquietudes similares, fundó el Instituto Mexicano para el Desarrollo Comunitario (Imdec), lugar al que se dedicó de tiempo completo más de 30 años de su vida, hasta 1994. Con su esposa y compañera de proyectos, Graciela Bustillos, tuvo tres hijos.
El principal legado de Carlos Núñez es el trabajo de difusión y perpetuación de la educación popular que, a su decir, es la metodología educativa que debería imperar en el futuro: “La educación popular busca democratizar la vida, en general. Democratizar el proceso de enseñanza- aprendizaje, propiciar la autoestima de cada individuo, así como desarrollar la conciencia crítica, la generación de habilidades de pensamiento y la relación inseparable con su contexto y realidad. No como lo hace la educación tradicional, en la que lo que importa es el contenido y que el alumno lo aprenda, donde el método es de transmisión, vertical, autoritario, que parte de lo teórico, de lo abstracto, de lo lejano y no tiene ninguna conexión con la realidad. La educación popular, en cambio, parte de lo concreto, de lo cercano, de la sensibilidad y de la subjetividad del alumno”, explica.
Carlos Núñez dice que le gusta la política pero en el sentido amplio de la palabra, es decir, en favor de la sociedad. Fue diputado independiente, experiencia intensa y algo frustrante que también le regaló aprendizajes. No le fue fácil dejar Imdec para ir a cumplir con este cargo, pero aceptó porque sintió que ahí se podían gestionar cambios. Un día escuchó hablar al ex rector del ITESO, David Fernández, SJ, promoviendo la educación popular y, poco tiempo después fue invitado por esta casa de estudios para fundar la cátedra Paulo Freire.
Hasta hace poco, para Carlos era cuestión de rutina subir y bajar de los aviones. Hoy, a sus 65 años, un problema de salud le hace replantear su ritmo de vida. Piensa que seguirá en este camino, pero con otros ritmos. Una nueva etapa, pero no por ello menos atractiva, advierte.