Becas MOB: Impulso de ida y vuelta
Judith Morán – Edición 454
Para la Fundación Brockmann, es fundamental que los beneficiarios de sus becas retribuyan a México el apoyo que se les brinda: una solución para la fuga de cerebros
Casi un centenar de egresados del ITESO y de la Universidad Iberoamericana de la Ciudad de México, del Sistema Universitario Jesuita (SUJ), se han ido al extranjero a estudiar una maestría con la encomienda de volver al país para impulsar su desarrollo; éste es el ideal de las becas MOB de la Fundación Brockmann a menos de un cuarto de siglo de haber sido instituidas.
Un efecto cascada fue lo que visualizó Guillermo Brockmann cuando creó la fundación para que jóvenes mexicanos, con un proyecto claro que beneficiara al país, pudieran estudiar una maestría en el extranjero. De los becados por la fundación, la tercera parte ha egresado del SUJ, destaca Guillermo Gatt Corona, egresado del ITESO, quien cursó estudios de maestría en la Universidad de Notre Dame, en Inglaterra, con la beca MOB –iniciales de la madre de Guillermo Brockmann, Magdalena Obregón viuda de Brockmann.
Un proyecto claro, interés genuino y la construcción de un currículum desde que los estudiantes inician su carrera universitaria son puntos que destaca Gatt Corona como las características que buscan en los aspirantes a ser becados. Dicho currículum puede construirse participando en investigaciones, publicando en revistas electrónicas, colaborando en organizaciones no gubernamentales, y con el Proyecto de Aplicación Profesional, en el caso de los estudiantes de la Universidad Jesuita de Guadalajara.
“Eso denota en una persona que tiene una clara proyección de lo que ha venido haciendo y de lo que quiere hacer alguien que le dedica horas a ver 18 proyectos de universidades y planes”, y agrega: “Dime que ese programa te sirve para satisfacer lo que tú tienes proyectado y te metiste a ver el programa, a lo mejor hasta le hablaste a un directivo o a un profesor o exalumno que sale en la página web y le preguntaste por alguno. Es decir, que tienes interés auténtico”.
Gatt Corona, actualmente asociado de la Fundación, recuerda que a Guillermo Brockmann le entusiasmó que, por ejemplo, el académico del ITESO Jaime Morales tuviera un proyecto en Juanacatlán; su trabajo recibió dos reconocimientos, el Cum Laude de la Universidad de Córdoba, donde estudió su doctorado, y luego el de Graduado del Año que otorga la Fundación.
“El trabajo que hacemos de agricultura ecológica en las comunidades rurales lo ven como una aportación para aliviar la pobreza rural y el abandono de la gente del campo; quizás eso fue lo más interesante del reconocimiento, que no fue a mí, sino a gente que es poco reconocida”, comenta Morales, investigador del Centro de Investigación y Formación Social del ITESO.
Hasta la actualidad, el profesor de agroecología de Ingeniería Ambiental mantiene el vínculo con el doctorado: “Yo vuelvo cada año a dar cursos, mantuve los contactos con mis profesores, los he traído para impartir seminarios, conferencias y charlas en el ITESO, es una puerta abierta también para los chicos del ITESO”. Algunos de sus alumnos se han ido a estudiar la maestría a la Universidad de Córdoba.
Gatt Corona recalca que una de las dos obligaciones de los becarios es regresar a México: “No financiamos fuga de cerebros”. En caso de que no vuelvan, deben regresar el monto total del apoyo que recibieron, que se integra al fondo de becas de la Fundación. El segundo compromiso es devolver 30 por ciento del monto de la beca, que es lo que se destina a los gastos operativos de la asociación.
El proceso de selección de las Becas MOB es tan escrupuloso, señala Gatt Corona, que es habitual que otras instituciones otorguen apoyos complementarios para los becarios.
“Es una puerta mucho más exigente, pero mucho más accesible para hacer estudios en el extranjero —paradójico—”, comenta Jaime Morales.
Además, el Gobierno del Estado le confió la selección de los candidatos a becas que otorga a personas que se comprometen a trabajar en el servicio público durante tres años después de haber hecho un posgrado.
Ésta fue la vía por la que Gabriela Ochoa, coordinadora de Ingeniería Civil del ITESO, cursó la Maestría en Rehabilitación de Infraestructura Urbana en la Escuela Politécnica de Montreal, en Quebec, y a su regreso trabajó en el Instituto de Información Territorial durante once años.
“Brockmann ha buscado la manera de conservar el vínculo con los exbecarios; año con año nos invitan a la ceremonia de entrega de becas, a algunos de nosotros nos invitan a entrevistar a candidatos. Hay incluso una asociación que empieza a reunirnos para crear una masa crítica e impulsar el desarrollo del país. Es un poco lo que busca la Fundación”, señala Ochoa.
Gatt Corona menciona que, a corto plazo, los becarios enriquecen sus conocimientos técnicos. “En la parte humana, en el largo plazo, lo que adquieren es la posibilidad de cumplir planes, proyectos y adquirir responsabilidades más altas; tenemos becarios colocados en posiciones de enorme responsabilidad y que están incidiendo directamente en hacer cambios en la sociedad”. m.