Andrés Casillas de Alba: arquitecto de culto

Casa Tecámac

Andrés Casillas de Alba: arquitecto de culto

– Edición 471

No podemos simplificar su legado, porque Casillas de Alba no copia lo que hace Barragán; se acerca a la arquitectura con las mismas preguntas, y de forma intuitiva busca las mismas premisas: belleza, serenidad y silencio

En la literatura se considera autor de culto a quien realiza una o varias obras que están siempre al margen del canon: un caso raro, pero al mismo tiempo un clásico, alguien cuya obra es apreciada por sus pares, mas no conocida popularmente. Por esta razón es que podríamos considerar a Andrés Casillas de Alba como un autor de espacios de culto, así como para muchos es una leyenda.

Y es que siempre ha sido un creador discreto y solitario, ajeno a las modas y tendencias, que forjó un singular camino difícil de datar, una arquitectura que no envejece, atemporal. Y más complicado resulta intentar clasificar su obra como perteneciente a alguna escuela o corriente. Colaborador y discípulo cercano de Luis Barragán y, por ello, considerado por muchos su heredero espiritual, ha creado un sólido legado edificado con un lenguaje propio, que hoy se ha convertido también en un clásico.

Sus obras, la mayor parte casas habitación, son difíciles de encontrar y el acceso a ellas a veces puede ser una odisea, lo que acrecienta su mito. Por un lado, porque muchas de ellas han sido construidas fuera de las grandes ciudades, en lugares como Valle de Bravo o Tecámac, por ejemplo, apostando más a la calidad que a la cantidad, dedicándole todo su tiempo a cada una a la vez; pero, sobre todo, porque es un arquitecto que ha huido de los reflectores y de la autopromoción. No le gusta dar conferencias ni entrevistas y menos teorizar acerca de lo que hace o cómo lo hace. Cuando se conoce su obra se experimentan el asombro, el embrujo y la belleza contenida en cada uno de sus espacios.

Andrés Casiilas

Este arquitecto alteño —nieto de otro arquitecto jalisciense, Guillermo de Alba— estudió en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara de 1952 a 1955. Después de un breve paso por la UNAM (1956), concluyó sus estudios en la Hochschule für Gestaltung en Ulm, Alemania (1957-1961), considerada sucesora de la famosa Bauhaus. Desde ahí consiguió un contrato para trabajar en Isfahán, Persia (hoy Irán), donde trabajó en el plan regulador de la ciudad (1960), un lugar caliente y árido de muros anchos y callecitas angostas donde él mismo reconoce que comprendió la importancia de los muros y sus patios.1

Regresó a México (1961) y trabajó con Augusto H. Álvarez y luego con Luis Barragán (1964-1968), a quien conoció desde su infancia y quien lo marcaría en su quehacer profesional como arquitecto independiente a partir de 1969. Andrés Casillas de Alba fue su amigo, colaborador y discípulo cercano y, por ello, en algunos círculos se le considera su sucesor.

Pero no podemos simplificar así su legado, porque Casillas de Alba no copia lo que hace Barragán; se acerca a la arquitectura con las mismas preguntas, y de forma intuitiva busca las mismas premisas: belleza, serenidad y silencio. Ambos parten, además, de un sólido conocimiento y de su aprecio por la arquitectura vernácula, y es que su infancia transcurrió en sus respectivos ranchos familiares en el interior de Jalisco (Barragán en la Sierra del Tigre y Casillas de Alba en el Rancho de Santa Bárbara, en los Altos), por lo que comparten el saber y el gusto por dicha arquitectura. En algunas ocasiones, buscando juntos la solución a algún proyecto, se preguntaban: “¿Cómo resolvería esto un ranchero?”.

Si a esto le añadimos el dominio de los postulados del Movimiento Moderno que Casillas de Alba adquirió en la escuela de arquitectura alemana, podemos entender el resultado mestizo de sus construcciones, que hoy se sienten tan locales como universales, tan modernas como tradicionales.

Al respecto, diría: “Hay un misterioso nexo entre todo lo que haces, todo lo que vives y la arquitectura que al final produces. Un nexo que no pasa por lo intelectual, sino por la pura intuición. Pero que hace que al atacar un problema de arquitectura lo hagas desde el fondo de todas tus experiencias”.2

Andrés Casiilas

Sus principales obras están en Ciudad de México, Valle de Bravo, Guadalajara y el Pacífico mexicano. Entre ellas destacan la Casa Pedro Coronel (1970); el Centro Financiero Banamex, en Guadalajara (1978); la Casa Blancarte (1978); la Casa Tecámac (1995); y la Casa Márquez (2012), entre otras; todas ellas con sus elementos constantes: agua y patio, que provocan arquitectura sensual y memorable. Recientemente finalizó la construcción de la Casa Camberwell, en Melbourne, Australia (2018) —la gente hacía fila para visitarla cuando aún no la terminaba—.

A sus 85 años, sigue activo, viajando y produciendo. Forma parte de uno de los equipos que concursan para la ampliación del Aeropuerto de Guadalajara. Tal vez, con una obra de esta magnitud deje de ser un autor de culto para, ahora sí, disfrutar de un debido y muy merecido reconocimiento popular. .

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1. Juan Palomar Verea, Andrés Casillas de Alba, Colección Monografías de Arquitectos del Siglo XX, Secretaría de Cultura Jalisco, Guadalajara, 1ª. edición, 2006, p.18.

2. Ibid., p 20.

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