Niños trabajadores: por todas partes, cientos de miles
Por Emiliano Thibaut y Natalia Fregoso
La idea de que la crianza, el afecto, la seguridad y el desarrollo de los niños es responsabilidad exclusiva de las madres tiene raíces profundas que han permitido la ausencia de los padres y que la experiencia de la maternidad se viva o se padezca solitariamente. También ha promovido una perspectiva asistencialista del Estado, que supone una concepción sobre los niños como sujetos carentes cuando su historia familiar no corresponde con el modelo de familia nuclear. Lo anterior rebasa con mucho a la cultura mexicana a pesar de las disposiciones apuntadas en la Convención sobre los Derechos del Niño, que propone un nuevo paradigma para abordar la infancia de manera integral, visibiliza a los niños como actores sociales y los dota de derechos fundamentales.
Las repercusiones de este instrumento legal internacional en la vida cotidiana han sido insuficientes: los más pobres entre los pobres son los niños y sus condiciones sociales fomentan —por no decir “obligan”— a que participen en la economía doméstica. En el mundo, cerca de 168 millones de menores de edad trabajan para vivir, según el informe “Medir los progresos en la lucha contra el trabajo infantil”, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Más de la mitad labora en ambientes peligrosos, en actividades ilícitas y bajo condiciones forzadas. En 2012 había 28.9 millones de niños de entre 5 y 17 años, de los cuales 3 millones trabajaban, según el Módulo de Trabajo Infantil de la Encuesta Nacional de Empleo. Trabajan a pesar de que la Constitución y la Ley Federal del Trabajo lo prohíben, lo que facilita su explotación. Nos hemos acostumbrado a verlos como si formasen parte del paisaje. Como si fuera su destino y no pudiésemos hacer nada, ni siquiera indignarnos.
Movidos por el interés de documentar esta realidad, y gracias a la beca de coinversión del Fonca-Conaculta, recorrimos distintas zonas de nuestra geografía local y conformamos un cuerpo narrativo tejido por diez historias que intentan dar testimonio de trayectorias personales, itinerarios familiares y contextos sociales. El resultado es el libro Por todas partes, cientos de miles (Editorial Universitaria, 2013), que será presentado el 6 de diciembre de 2013 en el salón c del Área Internacional de Expo Guadalajara, en el marco de la Feria Internacional del Libro. También podrá comprarse a través del correo emiliano.t@me.com.
En esta edición de Magis presentamos algunas imágenes capturadas por Emiliano Thibaut y Natalia Fregoso. Son Torito y el Gato, quienes trabajan de lunes a domingo sin asistir a la escuela. Sus brazos duros y musculosos manejan con destreza los machetes con los que se empeñan en derribar la caña de azúcar en los campos de Tala. Carmen y Ernesto viven en La Ladrillera, una colonia de Tonalá donde más de la mitad de su población infantil amasa el barro con los pies, para después hacer los ladrillos que sostienen ciudades enteras. Por las tardes y los fines de semana Janeth vende productos de temporada de origen chino sobre una caja de cartón, en un punto de concentración de tráfico en Guadalajara; sus dificultades económicas no impidieron que comenzara la secundaria. Sin certezas sobre sus padres, el apoyo a Víctor Daniel le viene de su abuela, con quien vive en el Sauz, un barrio en el que asiste a la escuela nocturna y trabaja en una pequeña fábrica de boquillas todos los días.
El presente y el futuro de estos niños ocurre hoy, por lo que deben ser comprendidos desde una perspectiva que permita dibujar no sólo sus historias individuales sino experiencias compartidas que configuren una nación incluyente, con mayor bienestar y alegría. m
Texto por Anayanci Fregoso Centeno