Música y asombros
Sergio Padilla – Edición 454
Además del asombro provocado por las obras más significativas de la historia, muchos compositores también destacaron debido a ciertos rasgos que causaron, y siguen causando, asombro entre propios y extraños
A lo largo de la historia de la música podemos constatar que ha existido una íntima relación entre los momentos más significativos en el desarrollo de este arte y los altos grados de asombro que ellos provocaron; asombros que tuvieron sus respuestas tanto positivas como negativas, pues esto último fue suscitado por obras que, en su momento, no fueron completamente entendidas ni aceptadas por el público y la crítica, aunque, al mismo tiempo, hubo gente que se asombró por la novedad y el arrojo de las nuevas propuestas musicales. En contraste, los sentimientos de aburrimiento e indiferencia —antagónicos al asombro— se generaron cuando los compositores se adaptaron a los convencionalismos y reproducción de estilos y lenguajes probados pero gastados con rapidez.
Además del asombro provocado por las obras más significativas de la historia, muchos compositores también destacaron por sí mismos debido a ciertos rasgos que causaron, y siguen causando, asombro entre propios y extraños; tal es el caso, por ejemplo, de Mozart, quien comenzó a componer a la edad de cinco años. Otro caso es el de Beethoven, pues sabemos que compuso varias de sus obras más importantes cuando estaba completamente sordo. Y otro tanto puede decirse de los intérpretes, ya sea cantantes, instrumentistas o directores de orquesta, pues los que dejan huella en la historia son aquellos que han causado asombro por la calidad, virtuosismo, el alto desarrollo de sus facultades musicales.
W.A. Mozart: Early Symphonies (Complete Mozart Edition, Vol. 1). Academy of St. Martin in the Fields. Phillips, 1990
Cuando Wolfgang Amadeus Mozart (1756-1791) compuso sus primeras sinfonías, este género ya estaba consolidado como uno de los más importantes y complejos de la música. A la edad de ocho años, Mozart comenzó a incursionar en él y con ello consolidó su fama ganada de niño prodigio como ejecutante del clave y del violín, lo que provocó el asombro de muchos en diversas ciudades de Europa. Entre 1764 y 1771, el genio austriaco compuso una docena de sinfonías en las que ya demostraba su prodigioso manejo de la instrumentación y la riqueza melódica.
Beethoven: The 9th Symphony in D Minor, Op. 125. Solti, Norman. Decca, 1995
En su llamado “Testamento de Heiligenstadt”, texto escrito en 1802, el compositor Ludwig van Beethoven (1770-1827) expresó, lleno de angustia: “…cuán duramente fui forzado a reconocer la entonces doblemente realidad de mi sordera, y aun entonces era imposible para mí decirles a los hombres: ¡Habla más fuerte! ¡Grita!, porque estoy sordo”. Lo asombroso es que su colosal Novena Sinfonía, conocida como “Coral”, estrenada en 1924 y que es una de las obras más importantes en la historia de la música, fue creada cuando el compositor había perdido por completo el oído.
Paganini: 24 Caprices. Ruggiero Ricci. Decca, 2013
El compositor y violinista italiano Niccolò Paganini (1782-1840) es uno de los artistas que más ha estado envuelto en leyendas a partir de su asombroso virtuosismo para ejecutar el violín. En sus conciertos improvisaba y ejecutaba de tal manera que se llegó a decir que solamente alguien poseído por el diablo podría tocar así. Sus composiciones violinísticas dan fe de estas facultades, y son pocos los solistas que se atreven y pueden ejecutar sus asombrosas creaciones, ya sean los 6 Conciertos, los 24 Caprichos u otras obras menores.
Sacrificium. Cecilia Bartoli, Il Giardino Armonico. Decca, 2009
En el mundo de la ópera es apasionante apreciar las voces de mujeres y hombres que, según las diversas tesituras de cada uno, nos muestran las asombrosas capacidades de la voz humana. La fama de las y los cantantes más reconocidos del pasado y del presente, van en relación directa con el asombro que provocaron en los escenarios que pisaron, haciendo gala de la musicalidad, la potencia y el manejo de su voz. Como ejemplo actual habría que señalar a la mezzosoprano Cecilia Bartoli, quien posee una facultad asombrosa para el manejo de la coloratura.
Stravinsky: Petrouchka; Le Sacre du Printemps. Pierre Boulez, Cleveland Orchestra. DG, 1992
Cuando el compositor ruso Ígor Stravinski (1882-1971) estrenó el ballet La consagración de la primavera, el 13 de mayo de 1913, las reacciones de asombro y escándalo entre el público presente en el Teatro de los Campos Elíseos de París no se hicieron esperar. Sin embargo, esta obra pronto fue considerada como una de las que marcaron un punto de inflexión para conducir el lenguaje musical hacia los nuevos y ricos derroteros que se dieron en el siglo XX, debido a sus asombrosos, novedosos y atrevidos aportes en orquestación, armonías y manejo del ritmo.