La aventura de hacer una película de aventuras

Imagen del making of de la película «Tiburón». Foto: denofgeek.com

La aventura de hacer una película de aventuras

– Edición 445

La aventura cabe en lo ordinario, pero los cineastas la procuran en la épica, lo extraordinario y el peligro, frente a la cámara y detrás de ella: el riesgo y la desmesura dan la medida de la cinematográfica aventura.

Julio Cortázar decía que “leemos novelas para saciar nuestra sed de extrañamiento y […] les agradecemos que nos abran […] otras capas y otras facetas de la realidad que jamás descubriríamos en lo cotidiano”. Por eso a menudo europeos y estadunidenses que han cultivado más y mejor la novela y el cine de aventuras, ubican sus historias en paisajes ajenos a sus circunstancias, en parajes exóticos (mares, ríos, desiertos, selvas) de Sudamérica, Asia o África. Por eso privilegiamos desde la niñez las obras de este género. De la realidad ya tenemos nociones a esa edad, y esas historias nos hacen ver que hay más en lo que nos rodea, que hay un mundo diverso y extenso que se nos plantea como un reto, como una serie de misterios por descubrir.

La aventura cabe en lo ordinario, pero los cineastas la procuran en la épica, lo extraordinario y el peligro, frente a la cámara y detrás de ella: el riesgo y la desmesura dan la medida de la cinematográfica aventura. Algunos “detrás de cámaras” así lo confirman: registran experiencias maravillosas y son tan apasionantes como las películas cuyo proceso acompañan. Por ejemplo, los documentales Burden of Dreams (1982), que da cuenta del rodaje de Fitzcarraldo, y Lost in La Mancha (2002), que capta los intentos de Terry Gilliam por materializar The Man Who Killed Don Quixote, que no llegó a concluir (Gilliam ha vuelto recientemente sobre ella). Ambos prueban que hacer una cinta de aventuras es, también, una aventura.

 

Fitzcarraldo (1982), de Werner Herzog

La terquedad de Herzog, ese gran aventurero, explica la existencia de Fitzcarraldo, que sigue a un irlandés obsesionado por llevar la ópera a la Amazonia. Se rodó entre Manaos, Brasil, e Iquitos, Perú; encaró problemas presupuestales, climáticos e histriónicos (Jason Robards enfermó y el papel principal llegó al conflictivo Klaus Kinski). Fiel a la ópera más que a la realidad, el cineasta utilizó un barco real para la mítica secuencia en la que aquél es transportado sobre una montaña. Esto y más relata Herzog en su libro Conquista de lo inútil, un verdadero diario de aventuras.

 

Apocalipsis (Apocalypse Now, 1979), de Francis Ford Coppola

Orson Welles pensaba debutar en el cine con su adaptación de El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. Pero el asunto no prosperó. Años después otro megalómano, f.f. Coppola, volvería a ella en Apocalipsis, que recoge una misión en la guerra de Vietnam. Se rodó en Filipinas y el equipo, que trabajó 238 días, padeció contratiempos climáticos y excesos del realizador, que vivía como un gourmet en la selva. El presupuesto se fue de 17 a 30 millones de dólares. Coppola tuvo que financiar una parte y casi fue a la bancarrota: el costo del delirio de grandeza es alto.

 

Lawrence de Arabia (Lawrence of Arabia, 1962), de David Lean

Cambios de actores, un rodaje que duró dos años y que se desplazó de Inglaterra y España a Jordania y Marruecos, con el equipo viviendo en condiciones hostiles —a veces en tiendas de campaña— que, hasta cierto punto, son similares a las que t.e. Lawrence describe en sus textos. La historia da cuenta de la Historia: la revuelta árabe que el personaje epónimo encabezó y que inició en 1916. Lean confesó que le gustaba hacer películas en lugares salvajes, pues le resultaban fascinantes. De ello no quedan dudas a lo largo de los 216 minutos de esta cinta.

 

Moby Dick (1956), John Huston

Ray Bradbury leyó nueve veces la novela de Herman Melville para escribir el guión. Terminó sumido en la depresión. Es éste un principio propicio apara emular la obsesión que habita al Capitan Ahab, quien siguió por diferentes mares a la ballena de sus desgracias. La filmación se desplazó a las Islas Canarias y los mares de Irlanda, pero la mayor parte de ella se realizó en estudio. La experiencia, no obstante, fue tortuosa: Huston decía que el libro, como la película, es una blasfemia y “Dios se defendía desencadenando” contra el equipo “huracanes y olas enormes”.

 

Tiburón (Jaws, 1975) Steven Spielberg

La aventura es el sello de Steven Spielberg. De Indiana Jones a Parque Jurásico ha sabido explotar sus virtudes. Tiburón ocupa un lugar especial, pues al realizarla era inexperto y fue una experiencia demandante. Los desaguisados se multiplicaron, entre otras cosas, porque se empeñó en filmar en el mar (el equipo aludía a la cinta como Flaws, “fallas”) y el rodaje se fue de 55 a159 días. El presupuesto también creció, pero al final a nadie le importó: costó nueve millones de dólares y recaudó más de 470. La aventura es muy cara, pero también es sumamente rentable.

 

Para saber más

:: Un fragmento de Lost in La Mancha.

:: Un fragmento de Burden of Dreams.

:: Aventuras, un género cinematográfico.

:: Las 100 mejores aventuras según IMDB.

:: Making of de Tiburón.

:: Fitzcarraldo completa y subtitulada.

:: Mi enemigo íntimo: documental de Herzog sobre su relación con Klaus Kinski.

:: Diez grandes películas ubicadas en la selva, según el British Film Institute.

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