Ingrediente clave de todo plato
Kaliope Demerutis – Edición 452
En términos culinarios, observando descubrimos, cuestionándonos experimentamos. Le debemos mucho a la imaginación del genio que se cuestionó: “¿Qué pasaría si echamos este jugoso trozo de carne a las brasas?”
Si tuviéramos que definir cuáles son las virtudes que un buen cocinero debe tener para elaborar grandes platillos, manjares inolvidables, o nobles alimentos, comenzaría con esta lista: sentido común, habilidad manual, sensible intuición y, sobre todo, la creatividad nacida de su imaginación. Con estas cualidades, el cocinero siempre podrá arreglárselas para elaborar un decente condumio con lo que tenga a la mano que sea comestible.
Los seres humanos hemos llegado a brillantes desenlaces al hacernos preguntas, al buscar soluciones; los grandes inventos, o responden a un cuestionamiento, o resuelven un problema, o cubren una necesidad. Seguramente, detrás de los grandes inventos de la humanidad siempre estarán la fuerza y la luz de la imaginación.
En términos culinarios, observando descubrimos, cuestionándonos experimentamos; muy probablemente, le debemos mucho a la imaginación del genio que se cuestionó: “¿Qué pasaría si echamos este jugoso trozo de carne a las brasas?”. O a la mente brillante que tomó las vainas de una exótica orquídea y se le ocurrió abrirlas, cocerlas, probarlas, para que con los años su resultado diera su perfumado sabor a caramelos, helados y postres más famoso del mundo: la vainilla.
Maíz molido y agua, un sápido y glorioso universo
¿Cómo, si no con mucha imaginación, fue que a un pueblo se le ocurrió mezclar maíz molido con agua para crear la tortilla? Y claro, también con mucha hambre, que es generosa musa, aunque atonte. Y después las tortillas se metieron al aceite hirviendo y se hicieron tostadas, y las tostadas se rompieron en pedazos y se volvieron totopos, y los totopos sopa, chilaquiles y nachos. Y las tortillas rellenas, en taco, quesadilla, burrito, flauta, enchilada, panucho, salbute, chimichanga…
Famosa inspiradora
Quizá la fruta más famosa sea la manzana: se ha metido en todas partes gracias a la imaginación de los hombres, que la han hecho salir de la apreciada tarte tatin francesa para inspirar a literatos y profetas. La imaginación le dio a la manzana los poderes de la discordia en la mitología griega, cuando la diosa Eris la arrojó con la inscripción “Para la más bella”, en la boda de Tetis y Peleo, y las hermosas Hera, Atenea y Afrodita se pelearon por ella dando pie a la Guerra de Troya. También se le asocia con las flechas desde que el héroe ballestero suizo Guillermo Tell fue obligado por el gobernador austriaco Hermann Gessler a usar una como blanco sobre la cabeza de su hijo a 80 pasos de él.
Blanco y redondo inspirador
El caso del huevo, cuerpo orgánico protegido por una cáscara que contiene el germen de un embrión y sus reservas alimentarias, es muy especial en la historia de los más imaginativos cocineros. Y cómo no, si tiene amplias cualidades nutritivas y es un manjar cuando está bien cocinado. Siempre se le asoció con ritos y traiciones. Estaba prohibido durante la Cuaresma, por graso; por ello, su bendición en Sábado de Gloria y su llegada para la Pascua. Se cocina de formas diversas y ocupa un lugar fundamental en la industria alimenticia. Estrellado, revuelto, cocotte, duro, frito, mollet, enmoldado, escalfado… ¿Conoce a otro protagonista que haya inspirado la imaginación de tal forma?
Escasez como motor de la imaginación
Las limitantes económicas o de tiempo en los asuntos del comer pueden ser motivadoras de la imaginación y permitir preparar algunas delicias ya famosas, como los moros con cristianos cubanos, o la morisqueta michoacana: sólo arroz y frijoles.
¿Tiene sólo huevos y papas en el refrigerador, acaso algo de orégano seco? Podría prepararse una omelette a las hierbas, como los pedía el periodista Pereira en Lisboa, personaje principal en la novela Sostiene Pereira, de Antonio Tabucchi; o una tortilla española. Arroz con leche, lentejas hervidas con sal, ¿pan duro y tomates? Un gazpacho. Experimente con lo que tenga.
De la mente de Da Vinci
La faceta de cocinero de Leonardo da Vinci es poco conocida, pero existen pruebas de ello: en 1981 se descubrió el Codex Romanoff, un cuaderno de apuntes culinarios con recetas e indicaciones sobre buenos modales en la mesa. Nadie puede dudar que este polímata fue imaginativo: ¿a quién más podría ocurrírsele diseñar una máquina para secar servilletas? Es posible leer estos detalles sobre el florentino renacentista en el libro Notas de cocina de Leonardo da Vinci, compilado por Shelagh y Jonathan Routh, y aunque tiene mucho de ficción inspirada en datos históricos, sí incluye líneas dedicadas a los aparatos de su invención, como la máquina para moldear espaguetis y una prensa para ajos.