El asombro se nos sigue presentando como la herramienta clave para la expansión de nuestra conciencia. Y no es necesario viajar al espacio para maravillarse.
En 2003, los doctores en psicología Dacher Keltner y Jonathan Heidt publicaron en la revista científica Cognición y Emoción un artículo acerca del escrutinio de la ciencia en la comprensión del asombro.1 La misma emoción que dos mil 300 años antes Sócrates identificó como el origen de la filosofía, la razón porque Heisenberg creó la física cuántica y a la que Einstein llamó “fuente de la verdadera ciencia”, y que parecía que olvidábamos analizar desde la esfera del empirismo moderno.
Uno de los primeros experimentos de la neurociencia moderna fue un estudio realizado con astronautas. Muchos mencionaron que asombrarse es también encontrarse en una dualidad de percepción, y Keltner lo describió acertadamente como la emoción que se hospeda entre el reino del placer y la frontera del miedo; se descubrió que el asombro tiene dos componentes: la vastedad de percepción y la vastedad conceptual.2 La primera ocurre cuando el individuo se encuentra ante una inmensa magnitud de percepción (puede ser magnitud física) —como el viajero del espacio que observa el planeta Tierra desde la ventanilla de su nave— o, en términos terrenales,cuando contemplamos, por ejemplo, la inmensidad del océano en un atardecer. La segunda etapa de la emoción es quizá la parte más intrigante del proceso, pues arroja al individuo a una sensación estética de placer y, sutilmente, también de miedo.
El doctor Andrew Newberg, del Hospital Thomas Jefferson, en Filadelfia, observó, a través de imagines SPECT3 e IRM,4 cuando el cerebro tiene experiencias de asombro, y encontró que en este proceso se estimulan dos mecanismos del sistema nervioso autónomo:5 uno controla la alteración y el otro la reacción de “lucha o huida”. En el caso de una experiencia de vastedad conceptual, ambos mecanismos se activan al mismo tiempo, contrario a lo que se observa con otras emociones con las que sólo uno se enciende, lo que puede explicar la dualidad. De igual forma, durante estas experiencias sublimes se descubrió que el lóbulo parietal disminuye en actividad y provoca una pérdida del yo y de la frontera entre el cuerpo y lo que está fuera de él, llevando al individuo a experimentar unidad con su entorno. Por si fuera poco, subsecuentes experimentos en Stanford revelaron que también se vive una ruptura en la subjetividad del tiempo, la perplejidad invita a la persona a sumergirse en el ahora.6 Con toda esta intensidad de percepción estética, al asombro se le adjudica, finalmente, ser el catalizador para la toma de decisiones de importancia trascendental en la vida del sujeto: ¿física cuántica? ¿El altruismo? ¿La iluminación?
Es cierto que vivimos en un ambiente ferozmente competitivo por atraer nuestra atención, donde la norma es la trampa de lo mundano y el cinismo se ha vuelto el criterio de nuestra percepción. Así, contemplar experiencias trascendentales se vuelve vago y elusivo. Sin embargo, a pesar de todo, el asombro se nos sigue presentando como la herramienta clave para la expansión de nuestra conciencia. No es necesario viajar al espacio para maravillarse: podemos experimentar la dicotomía entre lo banal y lo extraordinario según los ojos con que se vea la realidad. Asombrarnos es nuestra responsabilidad para consumar la experiencia de estar vivos. m.
Para saber más:
:: Un video que inspira a cambiar modelos mentales enfocados en el asombro.
:: Sobre el experimento acerca de las sensaciones de asombro en los astronautas.
1. Dacher Keltner y Jonathan Haidt, “Approaching Awe, a Moral, Spiritual and Aesthetic Emotion”, en Journal of Cognition and Emotion, 2003, 17(2), 297-314.
2. David B. Yaden, Jonathan Iwry, Kelley J. Slack, Johannes C. Eichstaedt, Yukun Zhao, George E. Vaillant y Andrew B. Newberg, “The Overview Effect: Awe and Self-Transcendent Experience in Space Flight”, en Journal of Psychology of Consciousness: Theory Research and Practice, vol. 3(1), marzo de 2016, 1-11.
3. SPECT, por su siglas en inglés: single photon emission computed tomography, técnica clínica para tomar imágenes a través de rayos gamma.
4. IRM: imagen de resonancia magnética, técnica médica para tomar imágenes no invasivas por resonancia magnética nuclear.
5. Andrew Newberg, “The Neuroscientific Study of Spiritual Practices”, en Journal Frontiers in Psychology, 2014, 5, 215.
6. Melanie Rudd, Kathleen Vohs y Jennifer Aaker, “Awe Expands People’s Perception of Time, Alters Decision Making and Enhances Well-Being”, en Journal of Psychological Science, 23, 1130-1136.