Cuidado que se retribuye
Moisés Navarro – Edición 458
Dejar nuestro espacio en manos de políticos corruptos o incompetentes y de desarrolladores mezquinos nos acarrea problemas de grandes magnitudes. Cuando los ciudadanos están al pendiente o regresan la atención a su ciudad, ésta se les retribuye en calidad de vida.
Existe un concepto en Economía denominado la tragedia de los bienes comunes: donde un recurso es explotado por una sociedad y nadie se hace responsable de su cuidado, entonces dicho recurso deja de existir o de funcionar. Podemos pensar en la ciudad como un gran bien común, pues nos servimos de ella para desempeñar las funciones básicas del ser humano en una urbe que, según la Carta de Atenas, son cuatro: habitar, trabajar, recrearse y circular.
En ocasiones, estas cuatro funciones nos absorben en exceso y dejamos de prestar atención a nuestro(s) entorno(s) (manzana, barrio, distrito, urbe). La ciudad, entonces, se convierte en algo que padecemos; además, queda a merced de intereses económicos predatorios. Dejar nuestro espacio en manos de políticos corruptos o incompetentes y de desarrolladores mezquinos nos acarrea problemas de grandes magnitudes: daños al paisaje, a las áreas verdes, gentrificación, privilegios para unos pocos en cuanto a servicios, equipamiento e infraestructura (vialidades para el vehículo particular, preferencias en la distribución de agua potable, escasez de escuelas, clínicas, hospitales, etcétera). Es decir, la planeación urbana, como tal, se vuelve inexistente.
Cuando los ciudadanos están al pendiente o regresan la atención a su ciudad, ésta se les retribuye en calidad de vida.
Rescate del río Erren
Víctima de los desechos de los habitantes, pero sobre todo de las industrias cercanas a su margen, el Erren fue incapaz de albergar vida silvestre y se convirtió en el río más contaminado de Taiwán. Desde los años setenta se le había dado la espalda, hasta que, en 2007, comunidad (cerca de 17 mil habitantes) y gobierno se coordinaron para revertir la situación. Les llevó nueve años hacerlo. Parte de los logros es la regeneración de humedales, manglares, vidas silvestre y vegetal nativas, como es el caso del bambú. Además, los habitantes se han convertido en los guardianes permanentes de este ecosistema.
Barrio Yungay
Yungay es el primer barrio planificado de Santiago de Chile. Sus construcciones datan de los siglos XVIII al XIX. Los habitantes crearon en 2009 una asociación llamada Vecinos por la Defensa del Barrio Yungay, con el fin de conservar este patrimonio y alejarlo de prácticas de gentrificación o potencialmente dañinas para el patrimonio edificado. Lograron que se consolidara como zona típica, de modo que el barrio debe mantenerse intacto. A pesar de eso, los intereses económicos merodean la zona, por lo que los vecinos están en permanente estado de alerta.
Caminos de San Roque
Un caso similar al chileno es el de un barrio en el corazón de Quito que se ha ido modificando con el paso de los años y ha perdido parte de sus vestigios arquitectónicos. Como un ejercicio de mirar al pasado surge la organización Guardianes del Patrimonio, que cuenta la historia del lugar por medio del City Tour Caminos de San Roque. El objetivo es que habitantes del barrio, comerciantes, vecinos de Quito y turistas conozcan las memorias del sitio, para así crear empatía y evitar que se siga degenerando y perdiendo su identidad.
Veedurías colombianas
Luego de la enorme crisis social a la que se enfrentó Colombia a finales de los años ochenta, organizaciones ciudadanas formularon un concepto para mantener vigilada la gestión pública. Se mantienen en observación el gasto público y las obras públicas, así como las empresas estatales y privadas que se contratan, cuyo desempeño se evalúa. Asimismo, se efectúan auditorías a los sectores de Salud, Educación, Prestación de servicios, Medio ambiente y Obras públicas. Existen cerca de 500 veedurías; cualquier interesado puede ser un veedor y no se persigue un salario por hacerlo.
Saint Miquel-Les Tries
Luego de presionar durante un prolongado periodo a su gobierno para obtener mejoras urbanísticas en sus espacios públicos y en viviendas patrimoniales, los vecinos de Saint Miquel-Les Tries, en Olot, una comunidad de Girona, España, fueron escuchados. Un grupo de arquitectos trabajó con los habitantes, pero fueron estos últimos los que señalaron dónde hacían falta las mejoras según su grado de urgencia. Se mejoraron los espacios verdes, las ciclovías y la seguridad del peatón y se activaron equipamientos culturales y educativos.