Acompañamiento y armonía
Sergio Padilla – Edición 459
Desde los primeros desarrollos musicales la maestría del compositor se mide por el logro en la armonía y el acompañamiento de los elementos a su disposición. Escuchemos cinco ejemplos.
Uno de los factores clave que hacen que las relaciones humanas sean significativas es el acompañamiento, entendido como un tipo de involucramiento mutuo donde dos o más personas se vierten, una hacia la otra, con todas sus riquezas y limitaciones, para caminar hacia un objetivo común. Cuando el acompañamiento es auténtico, profundo, horizontal e integral, se logra un estado de armonía que refleja un alto grado de vitalidad. Una realidad que refleja la importancia del acompañamiento para generar armonía es la música, definida por Beethoven como una “revelación más alta que ninguna filosofía”. Una obra musical tiene vitalidad y significación cuando los diferentes elementos que la constituyen se articulan en clave de acompañamiento, hecho que suscita la armonía. No se trata nada más de la suma de elementos aislados, sino de la integración —sinergia— de las partes en un todo.
En las obras musicales que han trascendido el paso del tiempo se constata una articulación magistral del acompañamiento armónico entre sus diversos elementos, ya sea que estemos escuchando un instrumento solista, dos o más de ellos, o cuando se da una relación de acompañamiento instrumental con la voz humana. Es así que, desde los primeros desarrollos musicales, como el canto gregoriano o las búsquedas contrapuntísticas en el Renacimiento, hasta las más complejas expresiones como la sinfonía y la ópera, la maestría del compositor se mide por el logro en la armonía y el acompañamiento de los elementos a su disposición.
Vivaldi: Lute & Mandolin Concerti
Il Giardino Armónico. Teldec, 1993
Durante el periodo barroco de la música, correspondiente a los siglos xvii y xviii, el desarrollo de la armonía y la tonalidad llegó a alturas nunca antes conocidas. La orquestación se fue haciendo más rica y compleja, destacando el uso del llamado bajo continuo, recurso mediante el cual el compositor dejaba a un ejecutante la improvisación de acordes que acompañaran y proporcionaran base a la armonía de la orquesta. Genios de la talla de J. S. Bach, Vivaldi o Händel crearon obras en las que recurrieron comúnmente a este tipo de acompañamiento.
Live in Italy
Cecilia Bartoli, Jean-Yves Thibaudet. Decca, 1998
En el mundo de la música, la correcta concordancia de la voz con un instrumento o una orquesta ha sido uno de los grandes retos de los compositores al crear sus obras, así como de los intérpretes y cantantes que las ejecutan. No siempre es fácil encontrar ejemplos de plena integración en la interpretación de obras que implican el acompañamiento instrumental u orquestal y la voz humana. Afortunadamente existen joyas interpretativas y ejemplos de acompañamiento, como la de la mezzosoprano Cecilia Bartoli y el pianista Jean-Yves Thibaudet.
Mussorgsky: Pictures At An Exhibition (Piano & Orchestra)
Brendel, Vienna Philarmonic Orchestra, Previn. Decca, 1994
Una obra altamente apreciada entre los amantes de la música es Cuadros de una exposición, suite escrita para piano en 1874 por el compositor ruso Modest Mussorgsky (1839-1881), y que representa un hito en sí mismo por su tratamiento armónico. Pero lo que hace más famosa a esta joya musical es la orquestación que de ella hizo Maurice Ravel (1875-1937) en 1922, trasladando las armonías del piano a la orquesta e integrando magistralmente los instrumentos en un perfecto acompañamiento. Es fundamental conocer las dos versiones.
Verdi: Otello
Domingo, Frittoli, Muti. TDK, 2003
Sin duda la ópera representa una de las más altas cumbres del desarrollo del arte musical, por la complejidad de amalgamar en una sola obra la música, el canto, el argumento y demás aspectos dramatúrgicos. En las más grandes obras de este género, el acompañamiento va siendo dinámico y cambiante, pues en unos pasajes se relacionan la voz y la orquesta, en otros la voz solista y los coros y en otros, éstos con la orquesta, etc. En la ópera Otello, de Giuseppe Verdi (1813-1901), se puede constatar la exposición magistral de estos acompañamientos.
Brahms: Violin Concerto
Itzhak Perlman, Daniel Barenboim. Warner Classics, 2005
Otro de los géneros más apreciados en la música es la forma conocida como concierto, donde uno, dos o hasta tres instrumentos solistas son acompañados por la orquesta. Las obras más reconocidas en esta forma musical son aquellas donde la integración del o de los instrumentos solistas con la orquesta es más relevante, pues se plantea propiamente un diálogo entre ellos, a veces enérgico, otras veces íntimo, alegre, melancólico, etcétera. Sin duda, el Concierto para violín y orquesta, op. 77, de Johannes Brahms es una obra que reúne todos estos atributos.