Las formas de vivir van cambiando conforme se transforman nuestro entorno y nuestras condiciones, y si antes el ideal era en familia y bajo techo propio, ahora puede ser con o sin familia y bajo techo compartido con más personas

¿Qué significa la casa para ti? Esta pregunta puede tener tantas respuestas como personas a las que se la hagas. “Home is where you begin” y “Home is where the heart is” son eslóganes de una campaña publicitaria de los ferrocarriles británicos que, a pesar de las diferentes respuestas que podemos dar a la pregunta, resumen bien el profundo significado emocional que la casa tiene.

Para aquellos de nosotros que hemos sido lo suficientemente afortunados como para crecer en las casas de nuestros padres, éstas son el fondo de nuestras memorias de la infancia: los lugares donde hemos jugado y donde las puertas aún llevan las marcas del lápiz conforme nuestra estatura ha ido creciendo. Esta misma idea tiene Craig Gurney¹ de la “casa” como un constructo ideológico creado por las experiencias emocionales de las personas en el lugar donde han vivido.

Para bien o para mal, las casas de nuestras infancias representan en buena medida el éxito de nuestros padres, una expresión de lo duro que han trabajado y cómo el trabajo ha pagado por el confort y la seguridad, pero también por el respeto de la comunidad. A no ser que vivas en China, donde 70 por ciento de los millenials ha logrado este objetivo,² el panorama actual global se caracteriza por una crisis de la vivienda: ésta llega a ser inalcanzable incluso para las familias de clase media relativamente adineradas, y podemos incluso hablar de un gran cambio generacional en el nivel de vida y riqueza. La precariedad laboral está directamente relacionada con el problema actual de la vivienda y, aunque hay quienes defienden la tesis de que la obsesión por la propiedad es una moda relativamente nueva promovida por el individualismo y el egoísmo de los años ochenta, el deseo de querer repetir o incluso superar el “éxito” parental está aún presente, de manera que poseer una propiedad donde crear memorias rodeados de gente querida sigue siendo una meta, aunque imposible de alcanzar para muchos, lo que genera tensión psicológica que las personas buscamos resolver de alguna manera.

El término cohousing es relativamente nuevo, aunque la idea no lo es. En el norte de Europa, el cohousing moderno existe desde hace más de 40 años y poco a poco se ha ido popularizando en otras partes. La gente se organiza en cooperativas para construir un modelo de vivienda que sea más accesible, justo y sostenible, y hay números importantes de cooperativas así en Alemania, Uruguay, Dinamarca y, recientemente, en España. El modelo se vuelve cada vez más popular y para muchos representa la única forma de tener una casa; es una prueba de que, no importa en qué situación nos encontremos o en qué lugar del mundo vivamos, tener una casa sigue siendo una necesidad que en condiciones económicas críticas impulsa la creatividad humana.

Las formas de vivir van cambiando conforme se transforman nuestro entorno y nuestras condiciones, y si antes el ideal era en familia y bajo techo propio, ahora puede ser con o sin familia y bajo techo construido y compartido con más personas. m.

Para saber más

:: Movimiento por la Vivienda Digna.

:: Cohousinglab.

:: La Borda.

1. Craig Gurney, The meaning of home in the decade of owner-occupation: towards an experiential perspective. School of Advanced Urban Studies, University of Bristol, 1990.

2. Estudio de HSBC.