¡Ay, mis hijos!
Hugo Hernández – Edición 437
El tema de los hijos y su relación con los padres es un asunto que ha sido abordado de muchas maneras en el cine. Aquí te presentamos algunas de ellas.
Para el cine, como para la mayor parte de los padres que asumen su papel, los hijos constituyen uno de sus grandes asuntos. En él se ventila un amplio abanico de acercamientos: desde los padres que hacen de sus hijos el aliciente —incluso el sentido— para vivir, hasta la indiferencia por la descendencia; pero también se han iluminado las contrariedades de la filiación, las mieles y amarguras de cargar con las expectativas paternas. En Flores rotas (2005), Jim Jarmusch explora la necesidad de tener un hijo que le crean a un Don Juan. En Educando a Arizona (1987), los hermanos Coen llevan a extremos delictivos y humorísticos el deseo de paternidad de una pareja que no puede concebirlos. No faltan las que muestran la decepción recíproca, como en Estamos todos bien (1990), de Giuseppe Tornatore, en la que el pater familias visita a sus hijos, adultos todos, para descubrir que todo lo que ellos le hacían saber es falso. El asunto cobra proporciones melodramáticamente bíblicas en la mexicana Cuando los hijos se van (1941), de Juan Bustillo Oro, en la que los padres dividen su percepción sobre un hijo que se ve obligado a abandonar el hogar.
Mención aparte merecen los desempeños histriónicos de algunos chamacos que han dado vida a hijos memorables, como el nipón Yusuke Sekiguchi, en El verano de Kikujiro (1999), de Takeshi Kitano, y los italianos (en el cine italiano los niños sí son niños) Enzo Staiola —cuyo personaje sufre tanto como su padre— en Ladrón de bicicletas (1948), y Giorgio Cantarini en La vida es bella.
Entre las cintas memorables sobre este tema no pueden faltar:
La búsqueda de la felicidad (The Pursuit of Happyness, 2006)
Daniele Muccino
“No permitas que nadie te diga que no puedes hacer algo, ni siquiera yo”, le dice a su hijo Chris Gardner (Will Smith), en un momento difícil de una cinta pródiga en situaciones difíciles. Luego de apostar todo en un proyecto fallido y de ser abandonado por su esposa, Gardner tiene que hacerse cargo de su chamaco, quien le ofrece un vital aliciente. Gabriele Muccino se inspira en un caso real y acompaña con calidez a padre e hijo en sus desventuras. Las actuaciones de ambos (padre e hijo en la vida real) son memorables, y por ellas obtuvieron nominaciones a numerosos premios.
El lugar donde todo termina (The Place Beyond the Pines, 2012)
Derek Cianfrance
Luke (Ryan Gosling) se entera de que tiene un hijo, decide darle la vida que él nunca tuvo y comienza a robar. Avery (Bradley Cooper) es policía y no quiere seguir los pasos de su papá… pero termina emulándolo. El segundo mata al primero, los hijos de ambos se encuentran; y el pasado pesa. Derek Cianfrance muestra cómo los hijos pueden mejorar o empeorar la vida de sus padres y cómo éstos pueden marcar la vida de sus hijos. Algunos hacen el mal para producir un bien, otros fingen hacer un bien y no les importa producir un mal. En el mejor de los casos, los hijos sabrán discernir.
La vida es bella (La vita è bella, 1997)
Roberto Benigni
¿Dónde termina la responsabilidad del que trae hijos al mundo? Para Guido no hay límite, y procura que su chamaco pueda vivir en un mundo maravilloso, aun en un campo de concentración —durante la Segunda Guerra Mundial—, y aun como una ficción. La cinta, protagonizada y dirigida por Roberto Benigni, ha sido cuestionada por el engaño que supone embellecer la abyección, pero difícilmente se pueden censurar los afanes de un padre por hacer que su descendencia sufra menos. El hijo —a menos de que sea un ingrato, que nunca falta— sabrá reconocerlo.
El padrino (The Godfather, 1972)
Francis Ford Coppola
Vito Corleone, capo de la mafia, quiere lo mejor para sus hijos. Para uno de ellos, Michael, incluso desea un puesto honorable, a la altura de sus capacidades. No obstante, éste sigue sus pasos: y el pesar para Vito no tiene tregua; Michael prueba ser un buen vástago: supera la brutalidad del padre. En la filmografía de Coppola, los hijos son contrastantes y van de lo sublime a lo obtuso (como en La ley de la calle, en la que conviven el torpe Rusty James y el genial pero indolente Motorcycle Boy). El padre vive sus propios tormentos, pero por lo general el hijo le es leal.
Un zoológico en casa (We Bought a Zoo, 2011)
Cameron Crowe
Las prioridades de Benjamin deben replantearse después de la muerte de su esposa. Abandona entonces su aventurero trabajo para ocuparse de la pequeña Rosie y el puberto Dylan, sus hijos. Los lleva a vivir a una casona que tiene un zoológico adjunto. Para ella es sensacional; él, rebelde, tiene otras cosas en mente. Cameron Crowe se acerca con calidez al crecimiento que, juntos, tienen padre e hijos. Si el cine estadounidense a menudo muestra que el padre debe merecer el rol, Crowe propone aquí una ruta natural, emotiva. Y Rosie tenía razón: es sensacional.