Gonzalo Tavares: canto y desen-canto
Eduardo Quijano – Edición

Tavares, profesor de epistemología quien visitó México a fines del 2009, ha construido una obra de variados y enigmáticos registros. Minúsculas piezas que arman relatos deslumbrantes, novelas cortas (Un hombre: Klaus Klump, La máquina de Joseph Walser, ambas en Mondadori y Jerusalen, publicada por Almadía) que suman filosofía, matemáticas y poesía. El agrio observar la degradación y el mal en las batallas cotidianas del individuo, no anula de su talante el lúdico escepticismo, la precisión y salvaje ironía que nos abre al territorio de una escritura fascinante.
El maleducado
El maleducado no se quitaba el sombrero jamás. Ni ante las señoras que pasaban, ni en una reunión importante, ni cuando entraba en la iglesia. Poco a poco la gente empezó a repudiar la grosería de aquel hombre, y con los años esta agresividad fue en aumento hasta llegar a su extremo: el hombre fue condenado a la guillotina. El día de la ejecución colocó la cabeza en el cepo. Como siempre y orgullosamente, con el sombrero calado. Todos aguardaban. La hoja de la guillotina cayó y la cabeza rodó. Sin embargo, el sombrero permaneció en la cabeza. Se acercaron entonces para quitarle por fin el sombrero a aquel maleducado. Pero fue en vano. No era un sombrero. Era su propia cabeza, que tenía una forma extraña.
Tavares, quien alguna vez se propuso jugar profesionalmente al fútbol, entiende su dispersión diciendo “cada uno de mis libros es como un punto de esos dibujos que se forman uniendo los puntos con líneas. Estoy poniendo los puntos, pero la figura final no sé cual será”. Entre esos puntos sin duda es Jerusalén, su obra más rotunda. Atractiva para quienes aprecien concisión, no exenta de rigor, perversión y encanto: una lectura que desafía a la inteligencia y sacude.