Tamaatsi parítsika: el hermano mayor que educa
Magis – Edición
Tamaatsi parítsika significa en lengua wixárika “nuestro hermano mayor”. El venado. El guía. La expresión sirve también para dar nombre a un bachillerato comunitario ubicado en la comunidad Nueva Colonia del municipio de Mezquitic, al norte de Jalisco –uno de los ocho que se han levantado ahí y en Bolaños–, que se engalanó para celebrar, el pasado 7 de julio, la graduación de su primera generación.
Enclavada en pleno bosque, rodeada de sembradíos de maíz, pinos, encinos y arroyos, la preparatoria cuenta con un salón hecho de adobe –el único con piso de concreto–, una biblioteca con cuatro estantes, herramientas de carpintería, computadoras que funcionan con un generador de electricidad, una sala de maestros –donde almacenan los trofeos de futbol que han ganado alumnos y maestros– y un par de salones más: uno de madera y otro hecho con láminas de aluminio desgastadas por el óxido. La estructura es provisional, porque el terreno fue prestado por un integrante de la comunidad.
A Julia, Adolfo, Rigo, Rosalío, Índigo, Adrián, Jesús y Leo les tocó ver el crecimiento de su escuela. Altas y bajas. Oportunidades y problemas. Avances y tropiezos. Recuerdan, por ejemplo, cuando sólo había unas tablas para sentarse. “Al principio la gente no confiaba en el proyecto. Fue con el esfuerzo de los maestros, nuestras familias, la comunidad, y el de cada uno de nosotros, con el que pudimos salir adelante y lograr este satisfactorio resultado de habernos graduado”, rememora Índigo.
La desconfianza de algunas personas existía porque, por lo menos durante dos años, se trabajó sin tener el reconocimiento oficial de estudios. Mientras la Secretaría de Educación Jalisco (SEJ) no reconocía al instituto, el proyecto contó con el respaldo del ITESO, universidad que autorizó las materias que se impartirían. Con o sin reconocimiento, los alumnos no dejaron de asistir. “Tenía la idea de que me serviría el estudio”, dice Rosalío.
Sin el bachillerato, varios de los egresados hubieran decidido trabajar en el campo, como el caso de Leo y Rigo, quienes trabajaban jornadas de sol a sol en Fresnillo, Zacatecas, porque no en todas las temporadas había trabajo y a veces no tenían que comer. Se enteraron de Tamaatsi Parítsika por los rumores de que iba a abrirse una preparatoria en su comunidad, cuando todo era apenas un sueño.
Educación adaptable a la realidad wixárika
Claudio de la Rosa, egresado de Ciencias de la Educación por el ITESO y director de la preparatoria, recuerda cuando la propuesta se presentó en una asamblea comunitaria en mayo de 2008. A las autoridades tradicionales les agradó la idea, y aunque económicamente la comunidad no podía ayudar, el apoyo moral nunca faltó.
Comenzaron entonces los talleres dirigidos a las personas interesadas en el proyecto, donde se analizó el papel que debería jugar la interculturalidad en la escuela. ¿Qué tipo de clases serían útiles y cómo se llevaría a cabo un plan de estudios alternativo al programa que ofrece la SEJ? “El gobierno no se adapta a las necesidades de la región; nos ponía requisitos que aquí no sirven”, explica De la Rosa.
Poco a poco el dinero empezó a fluir: llegaron recursos de los grupos Huichol Musical y Café Tacuba; el Tecnológico de Monterrey donó computadoras y el Instituto de Ciencias, mesas. Durante estos casi cuatro años el bachillerato se ha sostenido con donativos de distintas organizaciones no gubernamentales.
“Lo que sí tengo en mente es que quiero ayudar a la comunidad. Estoy orgulloso de haber dado un paso más”, concluye Adrián, quien como los otros seis egresados pudo estudiar agroecología, carpintería, construcción, textiles, tecnología de alimentos, derecho, filosofía, gramática wixárika, economía y computación, asignaturas diseñadas para desarrollar en el alumnado habilidades de expresión, lógica, reflexión social, investigación y liderazgo.
Texto y fotos por Alejandro Tiscareño, estudiante de Ciencias de la Comunicación que participó en la Brigada Wixárika 2012 del Centro Universitario Ignaciano