Muchos habitantes, muchos desafíos: el mundo de los 7 mil millones de personas
Natalia Barragán – Edición
Foto tomada de Poblanerias.com
En una zona rural de Mozambique, donde las mujeres dan a luz debilitadas y vulnerables a las enfermedades. En China, como uno de los 1,350 millones de personas que habitan el país. En Uttar Pradesh, el estado más poblado de la India, con 200 millones de personas. En Europa, en donde las bajas tasas de fecundidad son el motivo de alarma. O en Manila, Filipinas, que fue la primera cuidad en ostentarse el “honor”. Según estimaciones de Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés), el pasado 31 de octubre nació en algún lugar del mundo el habitante número siete mil millones.
Y aunque se puede pensar que el tamaño “sin precedentes” de la población es un éxito ya que las personas tienen vidas más largas, no todos se han beneficiado de los adelantos que se han producido. Según el reporte el Estado de la Población Mundial 2011, de UNFPA, aún persisten grandes disparidades entre distintos países, sobre todo en cuanto a los derechos y las oportunidades entre hombres y mujeres, niñas y niños.
A esto se suma que la mitad de la población vive en espacios urbanos y, según cálculos de ONU-Hábitat, en 2015 llegará a más de 60 por ciento. También, afirma el organismo, “se estima que 90 por ciento del aumento demográfico tendrá lugar en las zonas urbanas y que una gran parte se dará en los asentamientos ilegales y tugurios”.
Ya llegamos a siete mil millones y la tendencia sigue: se calcula que habrá 9,300 millones de personas en 2050 y 10 mil millones al final del siglo. Para abonar en la reflexión sobre el tema, especialistas del ITESO en diversas áreas comparten su visión.
Poquitos que consumen mucho
Aunque el número de habitantes del mundo disminuyera, el problema de contaminación, el cambio climático, la fragilidad ambiental y la escases de recursos como el agua no acabaría. Y es que, en opinión de David López, del Departamento de Procesos Tecnológicos e Industriales, el verdadero problema son los “poquitos que consumen mucho”.
El académico lamenta que los poco que tienen acceso a los recursos, los explotan con más rapidez que con la que la naturaleza puede regenerase. “En todos los países, en todas las latitudes, hay gente que está tomando conciencia. Pero el problema es si se está tomando conciencia con la suficiente rapidez. En algún momento la humanidad, por muy egoísta que sea, no va a querer suicidar a la humanidad misma. Lo que pasa es que a lo mejor se le sale de control y no reacciona a tiempo”.
Educación para los ancianos
Foto de Zonalibretapachula.com
Hoy, hay en el mundo 893 millones de personas mayores de 60 años; al terminar este siglo, esa cantidad llegará a 2,400 millones, según la UNFPA. En México, en 2010 esta población superaba los diez millones. Según el organismo internacional, será el sector que se incrementará más rápidamente.
Ante este panorama, Miguel Bazdresch, académico del Departamento de Educación y Valores, considera que para la educación el desafío actual no es por el lado de los nacimientos, sino por las personas de la tercera edad, quienes ante una expectativa de vida cada vez mayor –en Jalisco es de alrededor de 75 años– deben convertirse en agentes activos.
“Se trata de aprendizaje a lo largo de la vida […] Es un asunto de tener un espacio en el cual se pueda discutir y pensar […] en las actualizaciones necesarias en las distintas áreas o el aprendizaje de un área nueva que permite instalar nuevas capacidades en las personas de la tercera edad para que sigan activas”.
Los desafíos de la inclusión
Ante el incremento exponencial de la población en las ciudades, ya desde hace varias décadas se ha demostrado que la pobreza es cada vez más urbana que rural, aunque esta última se da con mayor intensidad. Esto lleva ligados problemas de desigualdad y de situaciones de segregación socioespacial y exclusión.
En muchas zonas urbanas, explica Rocío Enríquez, académica del Departamento de Economía, Administración y Mercadología, hay una tendencia de “expulsión” de las familias en expansión a fraccionamientos en las periferias que implican costos mucho menores, pero que generan situaciones de tensión, conflicto en la relaciones de pareja, familiares y vecinales, debido a la escases de servicios, a la poca facilidad de traslado y a situaciones como inseguridad y desconfianza.
“Yo creo que hay que buscar propuestas de inclusión, de desarrollo social. Generar procesos asociativos, participativos, construcción de ciudadanía, respeto a los derechos sociales […] Tiene que haber políticas públicas […] que den lugar a programas y estrategias”, en los que participen los ciudadanos, así como los académicos.
Abatir los rezagos y acceso a las innovaciones
Para Alejandro Mendo Gutiérrez, académico del Departamento del Hábitat y Desarrollo Urbano, las ciudades del futuro, que darán cabida a la mayoría de la población, tendrán que resolver dos cuestiones de fondo: una, solucionar los “graves” rezagos en temas críticos como el ambiental, con el buen manejo de aguas residuales, la disposición correcta de los desechos, emitir menos cantidad de contaminantes a la atmósfera, así como detener la expansión urbana que se da en las zonas de sensibilidad ecológica.
La otra ciestión tiene qué ver con el hecho de garantizar el acceso a las innovaciones y la tecnología, que deberán ampliarse a un segmento de la población que ahora las disfruta de manera muy reducida, como los espacios públicos con Internet, o las energías limpias.
Alimentos que nutran
El panorama alimentario en el mundo es contrastante: por un lado están los países, sobre todos los africanos, en los que la hambruna persiste. Según la Organización para la Alimentación y la Agricultura de las Naciones Unidas (FAO, por sus siglas en inglés), en 2010 había 925 millones de personas subnutridas. Por el otro, están las regiones en los que hay una ingesta excesiva de productos poco nutritivos que provocan problemas como sobrepeso, obesidad y enfermedades crónico degenerativas. En México, para 2017, se estima que el tratamiento de esta “pandemia” podría costar todo el presupuesto de la Secretaría de Salud (SS).
“Hay un Pacto Internacional de Derechos Económicos y Culturales en el que se inscriben el derecho a la alimentación […] en la que se habla de hacer una alimentación adecuada a la población, disponible, accesible y segura. Mientras eso no se establezca en todos los países, seguiremos teniendo problemas […] no porque no tengamos la capacidad de producir más alimentos”, indica Raquel Zúñiga, coordinadora de la Ingeniería de Alimentos,
Sin identidad
La alta concentración urbana, no sólo trae consigo problemas derivados del hacinamiento, la escases de satisfactores y las fallas en la movilidad, como agresividad, falta de productividad, apatía y hastío: “La masificación nos borra la identidad, perdemos identidad, particularidad, el elemento de referencia en las grandes ciudades se va perdiendo”, considera Everardo Camacho Gutiérrez, académico del Departamento de Salud, Psicología y Comunidad
Para el especialista, el desafío es cambiar el esquema de que las mejores condiciones de vida, las posibilidades de desarrollo y el acceso a mejores satisfactores se encuentra en sólo en la zonas urbanos y no en las pequeñas regiones. “El desafío es lograr una mejor distribución de la riqueza, una mejor distribución de los satisfactores. Pensar en ciudades y desarrollos de otra manera, en donde no se promueva la alta concentración urbana”.