Más profesionales para el arte y la gestión cultural

Más profesionales para el arte y la gestión cultural

– Edición

Natalia y su novio caminan rápidamente hacia la misma dirección que los demás. Sus zapatos apuntan al tumulto. Las personas les estorban. No logran ver lo que los demás admiran por minutos. Se acercan. Mientras unos entran, otros salen de una de las esquinas de la galería ADN, con sede en Barcelona. Por fin logran ver la causa del tumulto: un bulto dentro de una “nevera para refrescos”. Es una figura de silicón de Francisco Franco,­ el dictador que gobernó España de 1938 a 1973. La gente lo recuerda con miedo y odio, pero también hay quienes lo siguen admirando. Pues bien, el también llamado Generalísimo está metido en un refrigerador de color rojo en el exterior, con detalles en blanco que hacen recordar a la marca Coca Cola. La réplica del dictador reposa en éste con las rodillas ligeramente dobladas, con unas gafas negras y su traje color verde militar como general de las fuerzas armadas españolas. ­ ­­

Con esta pieza, titulada Always Franco, del artista español Eugenio Merino, el stand de la galería ADN logró ser el más visitado de la Feria Internacional de Arte Contemporáneo ArcoMadrid, que se realizó del 16 al 19 de febrero. Durante cuatro días la capital española se convirtió en el centro del arte actual pero, ¿quienes logran atraer a más de 300 artistas de 150 galerías, procedentes de 130 países? En parte, los organizadores del evento mismo, pero también están involucrados galeristas, curadores, periodistas, promotores, coleccionistas, críticos de arte, editores, comisarios, productores y gestores culturales. Y es que el mundo del arte es mucho más que sólo creadores y espectadores.

ArcoMadrid destinó un área especial para obras de 23 artistas de países latinos: Solo Projects: Focus Latinoamérica. Ahí estaba la mexicana Marcela Armas. Viajó a Madrid con el apoyo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) para presentar Máquina Stella, que recibió el Premio Beep a la Mejor Obra por una pieza donde la electrónica y la tecnología están integradas en el proceso o resultado de la obra.

Para Armas, la época actual es un gran momento, que tanto los artistas como los demás profesionales que se mueven en el circuito del arte deben aprovechar para entender que es necesario integrar más las prácticas artísticas al diálogo con la sociedad, para que el arte deje de ser un objeto inerte en una sala de exhibición. “Los artistas tenemos que abrirnos al diálogo y a la discusión con el público y la crítica”, dice. Según su percepción, en México hay mucho público interesado en las piezas de arte contemporáneo, sobre todo los jóvenes son quienes están ávidos de conocer y participar en las actividades artísticas y culturales. “Creo que, en definitiva, este ya no es un público pasivo, hay una necesidad de intercambio entre creadores y espectadores. Ante esto los artistas debemos replantear nuestro sistema de producción y de comunicación”. Marcela, egresada de la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad de Guanajuato, es fiel a sus ideas y a la concepción de su trabajo. Tiene claro que el mercado del arte no debe de determinar sus prácticas y producciones artísticas. Lleva tres años trabajando en conjunto con la galería Arróniz en la Ciudad de México.

Si bien cada vez se vive más una diversificación de profesiones relacionadas con el mercado del arte y las actividades culturales en general, hay a quienes la pasión y la práctica los encaminaron a convertirse en referentes para otros profesionales. Gustavo Arróniz es un ejemplo. Aunque estudió Relaciones Internacionales, una carrera en la que difícilmente podría verse una relación directa con las artes, este joven montó su propia galería. Lo enganchó el hecho de sentir, desde temprana edad, una atracción estética por las obras de arte. “Tengo una necesidad de estar en contacto con el arte. Mi mamá me llevaba a los talleres de los artistas y ahí me dejaba como si me llevara a la casa de la tía”, revela Arróniz. Cuando estudiaba la licenciatura, cuenta, realizó un intercambio académico en Francia. Ahí reafirmó su pasión por el mundo de las artes. Después viajó a Londres, donde hizo prácticas profesionales en dos galerías. Se convenció de que la parte comercial de las obras era lo suyo. Tres años después de haber terminado la carrera, en 2006 abrió la Galería Arróniz en la Ciudad de México. “A veces es una locura, financieramente”, afirma.  Ya con la galería andando, quería seguir capacitándose. Tomó un curso de curaduría en la Casa del Lago en la UNAM, que le sirvió para conocer más a detalle cómo se organiza una exposición y cómo se maneja el espacio. Se considera un promotor cultural más que galerista.

Arróniz describe al gestor y promotor cultural en una galería como alguien cuya labor es ayudar al artista a hacer todo aquello que no se relaciona con el proceso creativo, para que el artista llegue al nivel máximo de sólo preocuparse por su obra. “El proceso finaliza en una venta, para que el artista viva de su profesión y la galería subsista, pero hay mucho trabajo antes para que la venta sea la consecuencia final”.

El galerista considera que hacen falta más profesionales que ayuden a hacer funcionar de una manera más sólida el mercado del arte en México. Para ello son necesarios proyectos innovadores, a través de los cuales se generen empleos para quienes estudian algo relacionado. “Veo que hay quienes terminan su carrera, o hacen maestrías aquí en Europa en tasación de arte o en gestión cultural, regresan a México y no tienen opciones de trabajo porque están sobre calificados”. Analiza que, muchas veces, a los profesionales no les parece atractivo el sueldo que les ofrecen en los lugares donde podrían laborar, por lo que la creación de proyectos se vuelve una necesidad personal que ayuda a resolver el tema del empleo y el salario, al tiempo que apuestan por nuevas ideas para fomentar un público asiduo a actividades artísticas y culturales específicas.

Egresada en 2002 de la licenciatura en Artes Plásticas de la Universidad de Guadalajara, Lorena Peña pasó de dedicarse a la creación de piezas y fotografías a convertirse en directora de la galería Plataforma Arte Contemporáneo. Es una profesional híbrido que mezcla las relaciones públicas, la promoción y gestión cultural, con un poco de curaduría y de periodismo especializado en asuntos culturales. Fue coordinadora del área de curaduría del Instituto Cultural Cabañas y más tarde de la galería Chapultepec. Luego pasó a ser subdirectora de la galería Curro y Poncho. En ese entonces, dice, “ya era más consciente de que [las galerías] no sólo eran espacios de venta y  parte del comercio del arte, sino vehículos de información, promotores y catalizadores del trabajo de los artistas. Funcionan como un espacio que lanza la información, la distribuye y ocasionan un montón de efectos alrededor de los artistas y coleccionistas”.

Lorena se dice encantada de poder trabajar en un campo donde puede dedicarse desde la producción hasta la gestión de proyectos editoriales; desde Plataforma Arte Contemporáneo se edita la revista cultural Taxi., de la cual es consejera editorial. Su labor como galerista la trajo a ArcoMadrid para exponer la obra del artista tapatío Edgar Cobián. Además, es parte del consejo de la galería Jorge Martínez y de la sección Cultura del periódico Mural.

Entre sus planes para la galería se encuentra la implementación de varios talleres y cursos,  como uno de curaduría, para que le gente cambie su manera de vivir las exposiciones y no sólo las recorra, sino que sea sensible a la manera cómo está organizado el espacio y cómo están montadas las obras. Lamenta que estas actividades no las estén organizando los museos de Guadalajara. “No hay aparatos que estén fomentando público en la ciudad. Los que estamos en las galerías además somos gestores. Es triste cuando pones una exposición y no haces nada más que propicie que la gente venga y vuelva, que sólo se lleve su interpretación de las piezas y su hojita de sala. Se deben de vivir las salas de exposición”.

Lorena Peña, directora de Plataforma Arte Contemporáneo

Pero este cambio en el uso de los espacios de exposición y el consumo visual de piezas en los museos y galerías no puede darse si no hay quienes lo detecten, planifiquen, gestionen y lleven a cabo. Guadalajara carece de profesionales en el campo del arte, analiza Lorena Peña, y los estudiantes que van a egresar de carreras como Gestión Cultural deberían de pensar no sólo qué van a hacer para conseguir trabajo, sino qué van a proponer para generar más empleos, explotar sus ideas y creatividad, para desencadenar proyectos innovadores, que hacen falta en muchas zonas de la ciudad.

Con una década recorrida al lado de creadores y en círculos con distintas profesiones especializadas, Lorena señala que las escuelas de arte en Guadalajara no sólo están para producir artistas, lo que ya de por sí es un objetivo difícil de cumplir en su totalidad, sino que “en sus aulas también deberían formarse curadores, críticos, museógrafos, gente interesada en trabajar en servicios educativos, en los cuerpos de interpretación, gestión, administración de museos, museólogos”. Reconoce que del ITESO egresan estudiantes interesados en el campo de las artes y las actividades culturales, pero hasta el momento vienen de carreras como Ciencias de la Comunicación, Arquitectura o Diseño Integral. Tiene la expectativa de ver cuáles serán los aportes en esta área de los estudiantes de la licenciatura en Gestión Cultural, a quienes les augura un buen futuro. “Los artistas que ahorita son importantes y tiene proyección internacional como Gonzalo Lebrija y Jorge Méndez Blake son egresados del ITESO. Esta universidad provocó está generación muy importante de artistas. Hasta ahora hay gente del ITESO que ha hecho proyectos muy interesantes pero que egresan de otras carreras. Por ejemplo, Ángel Urzúa, egresado de Comunicación que organiza el Festín de Arte Contemporáneo (Fart). Por eso está muy bien que hayan abierto la carrera de Gestión Cultural”.

Lorena Peña considera que los estudiantes deben de aprovechar los conocimientos que ya tienen para generar sus propios proyectos, y que entre ellos se fomente un estudio más especializado que se complemente con cursos o talleres si no los encuentran en los planes de estudio de sus carreras. Insiste en la necesidad de enriquecer los programas de estudio de los gestores culturales y los estudiantes de arte para que tengan más opciones de cómo ejercer su profesión cuando egresen de la universidad. Acerca del dilema que tienen muchos alumnos sobre si se puede vivir del mercado del arte, Lorena Peña asegura que esto puede ser real si las personas realmente se lo proponen y buscan las herramientas para hacerlo, además de seguir estudiando e investigando por su propia cuenta y rodearse de profesionales con experiencia que los puedan asesorar para sacar adelante sus proyectos. “Todos los que estamos presentes en ArcoMadrid somos un ejemplo. Claro que hay forma de vivir del mercado del arte en Guadalajara”, sentencia.

La demanda de profesionales capacitados que desarrollen labores relacionadas con tareas culturales y artísticas no sólo está en crecimiento en países como México, sino en otras naciones europeas como España, Alemania o Inglaterra.  Como había un desfase entre lo que demandaba el mundo laboral y los profesionales que preparaban las universidades, la directora de la colección Cal Cego, Roser Figueras, impulsó el Máster online en Arte Actual: Análisis y Gestión, de la Universidad de Barcelona, desde donde se preparan los futuras fuerzas que se incorporarán a las galerías, centros de arte y de restauración, políticas culturales, crítica y comisariado. “Pretendemos que los estudiantes tengan una idea más general de todo lo que se mueve alrededor del arte contemporáneo”, explica Roser, co-directora del máster y quien añade que hay un gran número de alumnos latinoamericanos que atienden cada semestre estos estudios superiores desde hace tres años.

Con una visión alejada del mercado del arte y cercana a la conservación del patrimonio histórico, Ruth Maicas Ramos, integrante del Departamento de Prehistoria del Museo Arqueológico Nacional en España, considera que en este momento es mucho más importante que exista personal capacitado para la protección del patrimonio existente de los museos, “un patrimonio que requiere de mucho esfuerzo e inversión para poder llegar a las generaciones futuras, pero que también puede ofrecer muchas oportunidades de explotación ética y plural”. Considera que puede ser más factible el desarrollo de pequeños proyectos que rescaten áreas deprimidas con valores patrimoniales olvidados, que sean atractivos para un turismo interesado en aprender. “En estos momentos de crisis generalizada, la cultura suele ser una de las grandes perdedoras, lo que no deja de ser un error en todos los sentidos. Países con una gran riqueza natural, cultural y artística, como México o España, deben aprovechar esa ventaja correctamente”, asevera la también profesora del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid.

Fernando Llanos es otro de los artistas que ha experimentado diferentes facetas, entre ellas la de promoción y gestión. Además de dibujar, realiza videos, instalaciones, hace fotografías, es curador, escribe y edita libros. Y como a la vez es todo y nada, se ha inventado un título: catalizador cultural. “Me considero un curioso de tiempo completo al que le gustan las manualidades, entonces por eso termino haciendo cosas”. Pasó de ser un artista a mutarse en un gestor por necesidad. Se dio cuenta que si sólo exponía sus piezas cuando lo invitaban, acababa haciéndolo dos veces al año. “Así terminé siendo curador de mi propio trabajo”.

Estuvo en Madrid durante la penúltima semana de febrero para presentar su producción audiovisual La muerte de Video Man en el centro de creación contemporánea El Matadero, un proyecto que lo ha llevado a visitar varios países desde hace nueve años. En su trayectoria artística ha recorrido más de 20 naciones y cerca de 40 ciudades. Cree que en México hacen falta más gestores culturales, contrario al boom que hubo de curadores. “Se puso de moda ser curador. Era como ser DJ, pinchadiscos, seleccionar rolas y darte un glamour exagerado, cuando realmente lo que falta es gestionar oportunidades, más que aprovecharlas. Hace falta profesionalizar muchas labores relacionadas al arte”. Además, apunta que es necesario “ajustar las tuercas” en el ámbito educativo y de formación, tanto de artistas como de gestores culturales. Las áreas de oportunidad para muchos jóvenes están en organizar sus propios cursos y talleres, que les puedan resultar redituables y sean rentables, comenta Fernando Llanos, ya que hace falta que los egresados de las universidades se sigan capacitando. “A mis alumnos les digo que tiene que dedicarse a lo que les quita el sueño y a lo que les hace soñar”.

MAGIS, año LXI, No. 504, marzo-abril de 2025, es una publicación electrónica bimestral editada por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, A. C. (ITESO), Periférico Sur Manuel Gómez Morín 8585, Col. ITESO, Tlaquepaque, Jal., México, C.P. 45604, tel. + 52 (33) 3669-3486. Editor responsable: Humberto Orozco Barba. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2018-012310293000-203, ISSN: 2594-0872, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: Édgar Velasco, 1 de marzo de 2025.

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