La suerte de Anna

La suerte de Anna

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Por: Fernando Micro Hernández

“Amiga, ¿quieres cotorrear?”, le suelta a bocajarro una joven a bordo de un coche a Anna Nygard mientras pedalea, junto a otras tres personas, rumbo a la conferencia de Chriss Carlson en el nodo Colón. Se niega sonriendo de manera tímida, como buena sueca. “Aquí en México es probable que si te ven en apuros la gente se acerque a preguntarte qué pasa. En Suecia es muy difícil que alguien haga eso. Pero si les pides directamente ayuda, sí te ayudarán amablemente”. Me había dicho antes en el Tren Ligero.

Previo al viaje en Tren y de la negativa a cotorrear con la joven del coche, Anna Nygard, integrante del colectivo Planka que exige un transporte público gratuito en los países nórdicos, tenía que pasar el examen de uso del transporte público. Aquí. En el 380.

“Tiene un aire Nicolekidmanesco”, comenta Pablo Montaño, miembro del staff de Carfree. Y sí: lo tiene. Además de llevar shorts muy cortos. Así se sube al camión que va apenas llenándose. Nada relevante pasa. Nada. Salvo un irresponsable rebase por el acotamiento a la altura de Vallarta y Periférico, no sucede nada de lo que le han platicado: acoso, repegones, el lleno más allá del total permisible. Anna tiene suerte. Incluso, le toca ir sentada.

Serena, mira cómo se va llenando poco a poco la línea de camión que hace no más de mes y medio canceló su sistema de autobuses exclusivos para mujeres. “Se canceló por falta de volumen, los camiones no se llenaban. Creo que fue porque en promedio tenían que esperar a que pasaran diez camiones hasta que llegara el exclusivo para mujeres: como media hora”, me revela Álvaro Ruiz, chofer con menos de un mes en la vituperada sexochenta, tres revienta y demás variaciones. Álvaro propone para el periférico una línea de tren de levitación magnética en donde los puentes peatonales se conviertan en estaciones “para que la gente suba por arriba y el tráfico y el tren pasen rápido por abajo”.  Le comento que Anna viene a dar una conferencia sobre transporte público gratuito, cuyo punto central es el de que si los gobiernos dejaran de invertir dinero en pasos a desnivel y demás infraestructura vehicular y lo invirtieran en transporte público, la situación de la movilidad sería mejor. “Muy bien, muy bien”, responde.

El recorrido fluye sin contratiempos y Anna ya conoce parte de la ruta, que en una parada recoge trabajadores de un call center; en otra, estudiantes y en la otra, también.

Es imposible encontrar una palabra en español equivalente a “Planka”, un término sueco que sintetiza el acto de evitar pagar tarifas. Para Anna, el servicio de transporte público en Estocolmo no mejora a pesar de que las tarifas siguen subiendo. Pasa hasta en los mejores países. Tan es así, que el 9 de septiembre pasado (último día del congreso CarfreeMX, al que vino como ponente) se convocó en su país a un magno evento de plankeo, al que asegura que asistirán cerca de cinco mil personas. “Los operadores de metro no tienen de otra más que abrirnos las puertas y evitar que la gente se brinque los torniquetes o dañe el mobiliario intentándolo”. Tampoco significa que esto sea cosa de todos los días: al temerario que fracase en el intento de evadir la tarifa le puede significar una multa equivalente, en coronas suecas, a 2,500 pesos.

El colectivo del que forma parte Anna logrado colocar el tema, en sus 10 años de historia, sobre la agenda política. Cuenta con el apoyo —a cuentagotas y no de manera oficial— de la izquierda sueca y del partido verde local. Y sus principios buscan ir más allá de no pagar por el transporte público que a un ciudadano promedio le costaría, para ir de periférico sur al centro de la ciudad, cerca de 70 pesos.

Terminado el recorrido en el 380, tomamos el Tren Ligero y la conversación devanea entre la amabilidad mexicana y la parquedad europea para con los turistas. Aprovecha para regalarme unas pulseras con eslóganes escritos en un idioma que pone burbujitas encima de ciertas vocales y que tampoco pueden traducirse literalmente: unas dicen “es de genios pagar juntos” (que con un boleto de metro entren muchas personas); “¿sin coche?, ¿sin dinero?, ¡no hay problema!”; y “la tarifa cero te dará un bosque verde y dorado”. Esto último es un modismo sueco que en mexicano equivale a prometer la luna y las estrellas. Y con razón después de analizarlo a profundidad: el uso mayoritario del transporte público puede garantizarnos un bosque verde. O así nos gustaría a todos interpretarlo.

Ahora la siguiente parada, después de un breve receso, es hacia el nodo Colón en bicicleta. “La primera vez que pedaleé por López Mateos me preocupé más por saber si sobreviviría. En esta ocasión —la tercera— realmente lo disfruté”.  Y también disfrutó escuchar a Chriss Carlson hablar sobre las rebeliones contra autopistas en San Francisco: “Relájense, tomen una chela, huelan unas flores”, invitó el ponente a los que no lo hicieron por el tráfico que ocasionó el cierre del túnel que, el pasado jueves, sirvió como plaza pública para su charla.

MAGIS, año LXI, No. 506, julio-agosto de 2025, es una publicación electrónica bimestral editada por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, A. C. (ITESO), Periférico Sur Manuel Gómez Morín 8585, Col. ITESO, Tlaquepaque, Jal., México, C.P. 45604, tel. + 52 (33) 3669-3486. Editor responsable: Humberto Orozco Barba. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2018-012310293000-203, ISSN: 2594-0872, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: Édgar Velasco, 1 de julio de 2025.

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