La Casa Clavigero le abre sus puertas a Carlos Villaseñor
Édgar Velasco – Edición
Rastrear el legado pictórico de Carlos Villaseñor a través de documentos no es fácil: hay poca bibliografía. Gutierre Aceves, coordinador de la Casa ITESO Clavigero, explica que el pintor aparece mencionado en un texto de Ricardo Barreto, en otro de Salvador Echavarría en la desaparecida revista Ariel, uno más de Fausto Ramírez y algo breve escrito por Arturo Camacho. Y paren de contar. Pero algo diferente ocurre cuando se visita a los herederos: ahí se pueden encontrar dibujos, bocetos, bodegones, retratos, paletas, pasteles. Y tras el hallazgo, es posible montar una exposición como la que, en el marco del X Festival Universitario del ITESO y con el título Carlos Villaseñor: pintor y dibujante, se inaugura mañana jueves en Casa Clavigero.
A pesar de la falta de estudios sobre la obra de Carlos Villaseñor (1849-1920), Gutierre Aceves no duda en afirmar que el pintor jalisciense es una de las figuras más importantes de la plástica en el estado y el país, porque “es un ejemplo de la pintura neoclásica, además de que dio la pauta para la pintura simbolista en México. Sus retratos y bodegones han aparecido en las grandes exposiciones de la pintura mexicana”. En ese sentido, el también curador de la muestra explica que esta exposición pretende ser un primer paso para seguir ahondando en el estudio del trabajo de Villaseñor. “El objetivo”, abunda Aceves, “es recuperar a un pintor de valor patrimonial”.
La exposición Carlos Villaseñor: pintor y dibujante abre con unos pequeños estudios de bodegones en pequeño formato, un autorretrato y la versión en gran formato de otro bodegón. Esto marca la pauta que sigue el recorrido: mucho del mérito de la muestra radica en que permite ver la evolución de las piezas desde sus primeros tratamientos. Se muestran algunas litografías y grabados sobre los que Villaseñor calcaba para practicar, así como dibujos y bocetos. “En esta exposición estamos dando también un peso importante a cómo trabaja Villaseñor y a cómo se forma como artista. Se sabe que estudió con Gerardo Suárez, Jacobo Gálvez, Felipe Castro y Pablo Valdés. También se dice, sin tener pruebas, que estuvo un periodo breve en la Academia de San Carlos. Todo esto hay que irlo rastreando”, completa Gutierre Aceves.
El coordinador de Casa Clavigero explica que para armar la muestra se contó con la colaboración de cuatro familias, herederas directas de Carlos Villaseñor. Así fue posible reunir las poco más de cien piezas que integra la exposición, que además de la obra plástica incluye objetos como fotografías, pasteles usados por el pintor y paletas. Incluso es posible leer la esquela en la que se informa de la muerte de Villaseñor, en diciembre de 1920, y donde se avisa que sus restos descansarán en el “cementerio de Belén”.
De todas las obras llama poderosamente la atención la pieza “Tríptico de la Vida”, en donde el simbolismo lleva mano: un ángel acompaña a un bebe mientras se va de bruces contra el mundo después de perder las alas; dos niños forcejean al borde de un precipicio vigilados por otro ángel mientras son acechados por una serpiente; un ángel acompaña al alma en su regreso al Más Allá mientras un anciano vigila el cuerpo sin vida. “El Tríptico es una gran obra simbolista. Villaseñor comenzó a concebirla alrededor de 1870 y la terminó en 1890”, puntualiza Gutierre Aceves.
En el marco de la exposición, y como parte de la inauguración, se contará con la participación de la maestra Angélica Velázquez Guadarrama, secretaría académica del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, quien impartirá la conferencia Construcción de identidades: el retrato y la naturaleza muerta en la pintura mexicana del siglo XIX. La cita es el jueves 26 de octubre a las 20:00 horas en la Casa ITESO Clavigero, que se encuentra en Guadalupe Zuno 2083, entre Chapultepec y Marsella. La entrada es libre.