Eugenio Derbez: tras la huella de mamá

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Eugenio Derbez: tras la huella de mamá

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Con 1,500 copias y una promoción pocas veces vista en la televisión y otros medios mexicanos, No se aceptan devoluciones (2013) está llamada a ser la película mexicana más taquillera de la historia. Para eso fue concebida.

Con 1,500 copias y una promoción pocas veces vista en la televisión y otros medios mexicanos, No se aceptan devoluciones (2013) está llamada a ser la película mexicana más taquillera de la historia. Para eso fue concebida; para eso se publicita lo mismo en programas de deportes que en noticiarios del canal de las estrellas: al unísono, y aleccionados para engrosar el coro, “narradores” de partidos de futbol y “periodistas” celebran las ocurrencias de uno de los hijos consentidos de la televisora que se caracteriza por la pobreza de sus producciones, con las cuales mal educa a los adictos a la pantallita. Es un fenómeno anunciado, pues. No obstante, es deseable determinar si el ensalzamiento tiene un sustento más allá de la renta corporativa…

No se aceptan devoluciones es la primera película como realizador de Eugenio Derbez, quien participó en la escritura del guión. La cinta relata las contrariedades de Valentín (Derbez), un lanchero acapulqueño que fue educado para hacer honor a su nombre pero es un tipo pusilánime. No habla inglés, pero sus aventuras amorosas con extranjeras son abundantes. Un mal día toca a su puerta Julie (Jessica Lindsey) y le deja de encarguito a un bebé de brazos: su hija Maggie. Valentín quiere devolver el paquetito, y viaja a Estados Unidos a buscar a la madre de la chamaca (sí, como en La misma luna, de Patricia Riggen). No la encuentra, pero consigue trabajo como stunt, y Maggie (Loreto Peralta) crece con él. Cuando ella tiene siete años reaparece la madre y pelea por la custodia, con juicio y toda la cosa. Pero el destino, truculento él, tiene designios inesperados.

Justo es reconocer que cuando se aborda una película en la que participa Eugenio Derbez, ya sea como actor o, como en este caso, como realizador, parece inevitable traer a cuento los prejuicios que ha alimentado en sus programas televisivos “de comedia”. No se puede negar que es ocurrente o que, ocasionalmente, ha dejado ver cierto afán de romper paradigmas, como en su fallida telenovela cómica (arista que ahora no falta incluso en las producciones melodramáticas de este género), pero también es fácil constatar que tiene una gran capacidad para repetirse, para no ir más allá del chiste verbal o el pastelazo.

En No se aceptan devoluciones, también es justo consignar, Derbez muestra que tiene un conocimiento de los resortes de la comedia y del drama, así como del manejo de las técnicas audiovisuales. Apuesta especialmente por la puesta en escena, y concede al juego histriónico (actor, al fin) el peso mayor de la narración, y por él busca la emoción. Su puesta en cámara no es particularmente lucidora ni va mucho más allá de la corrección. Sin embargo, es eficaz: los emplazamientos de cámara reservan algunas sorpresas y apoyan con solvencia más de una escena. En este aspecto, las cuentas no son negativas. Otro balance entrega el guión.

No se aceptan devoluciones sigue la clásica estructura en tres actos. En el primero, Valentín cumple con el requisito que la comedia familiar estadunidense exige del padre: responsabilidad. La paternidad es de quien la trabaja, y él se hace cargo con dedicación de su descendencia. Todo cambia cuando aparece la madre abandonadora, arrepentida y con el afán de recuperar el tiempo perdido (como, de hecho, sucede en 99.9 por ciento de las telenovelas que reproduce el canal de las estrellas, en las que la progenitora que no tiene progenitora se aparece invariablemente). Esto abre la puerta a un tercer acto en el que el melodrama se impone: Eugenio sigue las huellas de Silvia, su madre, reina de este género, que se ganó un lugar en el cine y la televisión mexicanos gracias a la profusión en cantidades industriales de lágrimas y lagrimones.

Pero más allá de los géneros y sus triquiñuelas, No se aceptan devoluciones avanza poquito —y de a poquito— porque, cual programa de comedia televisiva, se estructura a partir del sketch y no da pasos firmes para obtener una progresión dramática atendible (de ahí que albergue pasajes digresivos y prescindibles, pero chistosos en sí mismos —como sketch, pues—, como el casting que hace Jesús Ochoa): no hay mayor crecimiento de los personajes, tampoco tensiones crecientes que atender durante un buen rato. Habría que cuestionar, además, las tácticas empleadas que tiene su origen en el melodrama, porque lo que busca conmover —y en muchos casos, según uno se entera, funciona (como que le “quiten” a Velentín a su Maggie) — y se promueve como ejemplar no está en el fondo, sino una suma de egoísmos, que no son explorados ni cuestionados.

Entre la telenovela Mundo de juguete y el programa de comedia Derbez en cuando, Derbez entrega una cinta que elude la realidad a cada rato (pasar la frontera de ilegal es tan sencillo que ni vale la pena mostrarlo; lo más duro de la paternidad es cambiar pañales), que no duda en incurrir en la inverosimilitud; confecciona un drama que no termina de crecer y que tampoco duda en echar mano de recursos sensibleros (los cuales no preciso por aquello de los famosos spoilers). Se ha celebrado repetidamente el final por inesperado, pero una cosa es una vuelta de tuerca y otra una sorpresa que casi sale de la chistera porque se ha ocultado información (hay atisbos para anticiparlo, cierto, y sin embargo resulta inesperado y ¿truculento?). Al final, justo es reconocer, reserva algunos chistes atendibles (como la aparición de Lola —sí, la Trailera—, que en su camión ofrece un aventón a Valentín; o cuando éste, en pleno juicio, explica los motivos por los que merece conservar a Maggie por medio de la letra de la canción Cuando calienta el sol).

En conclusión, Derbez tiene gracia pero no entrega una comedia de autor (a la usanza de Chaplin, Keaton o Tati), de la que se demandaría un aliento crítico y una exploración a profundidad del asunto abordado. Ha sido y será, como ya puede leerse en cualquier foro, una película celebrada por el público pero no necesariamente por la crítica, lo cual seguramente estaba presupuestado. Como todo lo demás, por lo demás…

MAGIS, año LXI, No. 504, marzo-abril de 2025, es una publicación electrónica bimestral editada por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, A. C. (ITESO), Periférico Sur Manuel Gómez Morín 8585, Col. ITESO, Tlaquepaque, Jal., México, C.P. 45604, tel. + 52 (33) 3669-3486. Editor responsable: Humberto Orozco Barba. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2018-012310293000-203, ISSN: 2594-0872, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: Édgar Velasco, 1 de marzo de 2025.

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