Caravana de la Paz. Día 9. La ruta de los zetas
Daniela Pastrana – Edición
Coatzacoalcos, Veracruz.- Algo debe estar muy podrido en esta zona para haber generado la primera alerta colectiva de las dos caravanas.
Y fue por partida triple:
Primero, la detención del fraile Tomás González, en Tensosique. El sacerdote católico había hablado la noche anterior en la parada de Palenque. Ahí denunció una “persecución salvaje” sobre los migrantes, una red de trata de personas en la zona, y cuestionó fuertemente al Instituto Nacional de Migración.
“Está totalmente corrompido el Instituto”, dijo a la prensa.
Esta tarde fue detenido por militares junto con su acompañante, Rubén Figueroa, con el argumento de que el vehículo en el que iban era robado. Un militar abofeteó a Figueroa y se burló de la caravana. Luego dijeron que González, quien la semana pasada recibió una amenaza de muerte que provocó una alerta de Amnistía Internacional, iba borracho.
Los dejaron libres, pero la alerta estaba en amarillo.
Después fue en la plaza, cuando los integrantes de la caravana detectaron que había hombres tomando fotografías de los participantes en la manifestación. No se identificaron. Unos pensaron que eran del gobierno estatal. Los reporteros locales dijeron que eran de la policía de Migración. Los migrantes que vienen en la caravana subieron a los camiones, y los sones jarochos fueron el pretexto para un baile que concentrara a todos en el centro de la plaza.
Tampoco pasó a mayores, pero la tensión creció. El semáforo pasó a naranja.
La última fue la de Sicilia. Conferencia de prensa urgente a la media noche para informar de lo que la prensa ya sabía: el poeta no llegó a la manifestación en Coatzacoalcos porque en el kilómetro 86, la escolta que lleva –de la PGR, AFI y procuraduría de Morelos– activó un protocolo de seguridad al darse cuenta de que había hombres armados en la carretera.
Pasaban las 8 de la noche. A los que iban en el automóvil les dieron la instrucción de detenerse y tirarse al suelo. Los guardaespaldas formaron un diamante y sacaron armas cortas y largas.
La alerta (de posible emboscada) no se confirmó, según informó en la improvisada conferencia Emilio Álvarez Icaza. El semáforo pasó a rojo.
El incidente dejó en evidencia que la caravana no tiene un protocolo de seguridad. Y que esta vez, a diferencia de la caravana que fue al norte, la seguridad del Estado se ha concentrado en la figura de Javier Sicilia, pero el resto está desprotegido.
Ya había habido un incidente, en Ciudad Hidalgo, con dos chicos que entraron en la noche al campamento a jugar con celulares y computadoras. Que estaban borrachos, dijeron. Y nadie más se ocupó.
“¿No era peligrosa la del norte?”, preguntaba más tarde una reportera. Otros comentaban que Sicilia no quería parar aquí, donde fue detenido el Jesus Radilla Hernández, conocido como “El Negro”, acusado del asesinato de Juan Francisco Sicilia, el 28 de marzo.
Lo cierto es que, de todos los lugares que han recorrido las caravanas, este es el más peligroso, aunque poco se sabe, por el control que tienen los gobiernos de la información (“y los criminales de los gobiernos”, agrega un reportero local).
Es la ruta de los Zetas.