5 de mayo: la batalla que marcó a México
Enrique González – Edición
El cine mexicano está a punto de ver el estreno de una de las producciones más espectaculares de su historia (costó 80 millones de pesos, el 75 por ciento aportado por el gobierno poblano): Cinco de Mayo: la batalla, una cinta épico-bélica escrita y dirigida por Rafael Lara, egresado del ITESO.
Gracias a la primaria, la mayoría sabemos que un 5 de mayo de 1862 las armas mexicanas “se cubrieron de gloria” en la ciudad de Puebla cuando, desde los fuertes de Loreto y Guadalupe, un ejército de 5 mil soldados pobremente armados y entrenados derrotó, bajo las órdenes de Ignacio Zaragoza, al ejército más poderoso del mundo en aquel entonces: el francés.
Ahora, 151 años después, el cine mexicano está a punto de ver el estreno de una de las producciones más espectaculares de su historia (costó 80 millones de pesos, el 75 por ciento aportado por el gobierno poblano): Cinco de Mayo: la batalla, una cinta épico-bélica escrita y dirigida por Rafael Lara, egresado de Ciencias de la Comunicación del ITESO, elegido por autoridades de Puebla para llevar a la pantalla grande la historia de una jornada en la que no sólo se erigen las figuras de Benito Juárez, Zaragoza o Porfirio Díaz, sino las de cientos de mexicanos puestos de la noche a la mañana en el frente de batalla contra la Francia invasora de Napoleón III.
Luego de revisar el currículum de varios cineastas, el gobierno poblano optó por Rafael. En cuanto fue elegido, Lara se puso a investigar todo lo que pudo sobre el 5 de Mayo y, asegura vía telefónica, tuvo total libertad de las autoridades para crear su guión. “Mi primer temor era que a la hora de investigar la historia ‘real’, entre comillas, me diera cuenta que estaba toda maquillada. Te puedo decir que afortunadamente la historia, cuando la revisas más a fondo, es mucho más heroica e interesante de lo que uno cree. Lo que nosotros sabemos del 5 de mayo –porque nos lo enseñaron en la primaria– está muy incompleto, le falta mucho”.
Nacionalismo sí, pero bienintencionado
“¡Soldados, vamos a enseñarle a esos cabrones de qué están hechos los mexicanos!” o “Ignacio [a Zaragoza], ¡no permitas que nos quiten nuestra patria!”, son algunas de las frases que exaltan el patriotismo y el nacionalismo en la película, ingredientes que Lara reconoce haber empleado, pero con matices.
“No está en el grado oficialista. Se habla de ese México que de repente incluso en los días de hoy extrañaríamos mucho. ¿Dónde están ahora esos mexicanos, carajo? Mexicanos que tenían una dignidad para defender lo suyo. Sí creo que es un poco un llamado de atención a decir: ‘Hay hombres y mujeres que han muerto por esta patria, por construirla’”, refiere el realizador de largometrajes como La milagrosa, Labios rojos o El quinto mandamiento, así como del corto Nadie escucha o la serie de televisión Al filo de la ley.
Cinco de Mayo: la batalla tiene “una personalidad propia”, afirma Lara, y para muestra habla del aroma rockero que busco impregnarle –Portishead o Dead Can Dance, entre otros–, llegando a incluir el cover de una canción de Caifanes interpretada por Cecilia Toussaint.
Los historiadores tendrán mucha tela de dónde cortar con este filme, ya que, entre otros elementos, reivindica la figura de Porfirio Díaz y subraya el profundo impacto que tuvo en la geopolítica del siglo XIX la derrota francesa en Puebla, lo cual algunos investigadores relativizan. “Desde hace décadas se nos enseñó que el malo por antonomasia, que el enemigo de la Revolución y por ende casi, casi de México, era Porfirio Díaz, pero es todo un héroe, no porque a mí se me haya ocurrido ponerlo así, sino porque en realidad lo fue”, señala Lara.
Héroes con un toque humano, humanos con un toque de héroes
Además de Díaz, Juárez y Zaragoza también ejercen su rol protagónico, aunque dotados de varios rasgos que los muestran vulnerables, más humanos. De hecho, no son ellos a los que Lara quiso dedicarles más páginas en su guión, sino a personajes como Citlali y Juan, la pareja de mexicanos “de a pie” que conduce la narración.
“Parte de la propuesta era que los protagonistas principales no iban a ser los héroes conocidos, sino los héroes anónimos, aquellos mexicanos de a pie que fueron a pelear en total inferioridad de condiciones y que finalmente lograron derrotar al ejército más importante del mundo, incluso a costa de su propia vida”.
Para él, “el 5 de Mayo cambió no solamente la historia de México, sino la historia del mundo. México era solamente un paso para que los franceses llegarán al sur de Estados Unidos a unirse al Ejército Confederado que en ese momento se encontraba en la Guerra Civil norteamericana peleando contra los Estados de la Unión de Lincoln. Si eso hubiera ocurrido, seguramente la balanza militar se hubiera inclinado a favor de los confederados y Estados Unidos se hubiese dividido; México hubiese pertenecido a Francia y Francia se hubiese quedado con una parte de Estados Unidos”.
Debido a lo anterior, el cineasta dice estar “totalmente en contra de una visión que no le reconoce su debida importancia [a la batalla]. Efectivamente los franceses regresaron y finalmente conquistaron el país, sí, ¡un año después! Me tocaron lecturas que incluso llegaban a poner en duda que hubiera sido una batalla como tal, sino más bien como si hubiera sido una especie de escaramuza. Por supuesto que no”.
Siendo el bélico su género cinematográfico favorito, el director revisó diversos títulos para imprimirle el mayor realismo posible a las escenas más sangrientas y violentas, momentos en los que llegan a participar hasta 600 personas y 140 caballos, para lo cual optó por el recurso de la cámara al hombro, esto con la idea de meter al espectador al interior de la batalla y a las costumbres de vida del México del siglo XIX.
Lara también se dio el tiempo de revisar algunas cintas de corte histórico, y un caso reciente que lo decepcionó fue el de su admirado Steven Spielberg, quien en Lincoln cometió el error de hacer una “película para historiadores”, mientras que 5 de Mayo: la batalla –en cuya producción participó Anna Roth, responsable de producir Titanic– podrá ser disfrutada por cualquier persona de cualquier nacionalidad, sin importar si tiene o no información al respecto. “Es una película que genera una empatía muy bonita por el orgullo de ser mexicano”, dice Lara, quien cuenta la anécdota de cuando un japonés y un canadiense, después de verla, hicieron casi el mismo comentario: “¡Me emocioné tanto que yo quería ser mexicano!”