Las viejas ideas de Leonard Cohen. Crónica de un concierto en Verona

Las viejas ideas de Leonard Cohen. Crónica de un concierto en Verona

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Nunca imaginé que el 2012 sería pródigo para mis gustos musicales. Primero fueron Paul Mc Cartney y Bob Dylan en mayo en Guadalajara y para otoño compré boletos desde México para el concierto de Leonard Cohen en Verona como parte de Old Ideas Tour 2012. Los fanáticos del canadiense recordarán que suspendió esta gira hace dos años por problemas de salud.  En verano de este año la reanudó en Gante y programó una gira inicialmente con 31 conciertos ente agosto y octubre que lo llevaron a Holanda, Dinamarca, Noruega, Finlandia, Alemania, Inglaterra, Irlanda, Turquía, Rumanía, Italia, Francia, España y Portugal. En los últimos meses del 2012 está cerrando la gira en Estados Unidos y Canadá para terminar el 20 de diciembre en Brooklyn. Debido a sus 78 años bien vividos, es muy posible que ésta sea realmente su última gira, aunque nunca se sabe (ya tiene anunciados otros conciertos en Europa para mediados del 2013).

 

 

Llegué a Verona el 22 de septiembre, dos días antes de la fecha programada. No quería arriesgarme a perderme el concierto por los errores de principiante que uno comete en una ciudad desconocida. Había estado en Verona hace siete años, pero sólo por medio día y mis conocimientos del italiano son muy básicos.  Me instalé en un hotel un tanto lejano del centro me y fui a reconocer el terreno. El concierto sería en La Arena, un espectacular anfiteatro con capacidad para 25 mil espectadores construido por los romanos hace casi dos milenios. Es casi tan grande como el Coliseo de Roma, pero el de Verona fue restaurado recientemente; además de conciertos hay teatro y por supuesto, ópera italiana. La primera incertidumbre me atacó después de recorrer las afueras del teatro y ver varias carteleras anunciando la temporada de otoño de teatro, pero nada de Cohen. A la primera oportunidad entré a la página web de Cohen (www.leonardcohen.com) temiendo otra suspensión, pero las fechas de la gira seguían sin novedad.  El día del concierto llegué a la Arena cinco horas antes del inicio – programado para las 21 horas – y en medio de una espectacular tormenta. Me dirigí a las taquillas centrales a recoger mi boleto (70 euros, el más económico en butaca numerada) comprado meses antes. Tres horas antes del concierto ya se veían las filas afuera de las puertas. Busqué la puerta que me correspondía y no había nadie haciendo fila; pensé que me había equivocado y mostrando mi boleto pregunté a un guardia quien me respondió que era la puerta correcta. Al rato llegaron más personas y se formaron detrás de mí. A las 7:30 nos dejaron entrar y fui el primero en entrar por il cancello 61.  Después me di cuenta que las filas eran para las localidades generales y los que tenían boleto numerado llegaron minutos antes del concierto. A las 9 en punto, el teatro estaba lleno, la lluvia había terminado, se apagaron las luces de las tribunas y empezamos a escuchar la inconfundible voz de Cohen cantando “Dance Me To The End Of Love”. Después de esta emblemática canción, Cohen dijo algo así  como “no sé cuánto vaya a vivir, pero si sé que esta noche vamos a dar nuestro mayor esfuerzo para ustedes”; los ventitantos mil espectadores le respondimos con aplausos.

Después vendrían “Show me the place” y otras de las canciones de Old Ideas, su álbum más reciente, alternadas con una buena selección de su cronología creativa desde Songs of Leonard Cohen, su primer disco publicado en 1968. No fue necesario pedirle que cantara sus canciones más conocidas porque casi todas las incluyó en su presentación; desde “Suzanne”, “I´m your man”, “Sisters of Mercy”, “Halleluiah”, “Tower of Song”, “In My Secret Life”, y hasta “The Future”. Después de poco más de hora y media de concierto presentó a sus seis músicos – entre ellos Rafael Gayol, un defeño crecido en LA quien toca la batería –  y tres coristas, muchos pensamos que estábamos llegando al final, pero Cohen simplemente dijo; “quince minutos y seguimos con la segunda parte del concierto”. 

 

 

Para abrir la segunda parte – otra hora y media de música – Cohen simplemente dijo: “Thank you for not going home” y continuó con la canción “Going Home” que abre su cd más reciente. Le siguieron “Who By The Fire”, “Democracy”, “Hey, That’s No Way To Say Goodbye”, “Amen”, “Banjo”, “Darkeness”, “The Gypsy´s Wife, “Alexandra Leaving” y otras para terminar formalmente, alrededor de la media noche, con “Take This Waltz”, la versión musical que Cohen hizo del poema “Pequeño vals vienés” de Federico García Lorca.  Le seguirían tres canciones más de encore como obsequio de despedida a los asistentes. Cohen nunca ha sido un gran cantante. Sin embargo su personal forma de cantar – me atrevo a decir recitar – sus canciones provoca en el público sentimientos melancólicos parecidos a los que expresan sus letras. Sus comentarios entre canción y canción eran breves y certeros, como las letras de sus canciones. Cohen en el escenario está a medio camino entre el notable afán de Paul Mc Cartney por complacer al público y el obvio desinterés que muestra Bob  Dylan para agradar a los espectadores por algo más que su música. Hay en el canadiense una muy particular forma de combinar la música, las letras, la interpretación y hasta el vestuario (todos de traje negro, incluso las coristas) para generar la sensación de que todo está en su lugar, perfectamente armonizado, para mostrarnos un gran espectáculo integral. Sin duda un gran concierto de Leonard Cohen: ojalá que siga gozando de salud por muchos años parque todavía tiene mucho que decirnos y de qué forma.    

 

  

1 comentario

  1. Buena crónica, Carlos
    Buena crónica, Carlos Enrique. No sé por qué encanto es tan cautivador Cohen. De inmediato hace uno contacto personal con él. Maravillosa experiencia.

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