¿Cuánta energía consumimos por Internet?
Carlos Enrique Orozco – Edición
Cada día más personas en el mundo usan Internet. Esta afirmación no es ninguna novedad para nadie medianamente informado. Tampoco que Google, por mucho el principal motor de búsqueda en la red, tiene cada vez más preguntones y que Facebook también está creciendo en forma exponencial. Lo que muchos no sabemos son los costos energéticos que implican mantener en operación las 24 horas del día y los 365 días del año, éstas y otras aplicaciones de Internet como YouTube, Amazon o Dropbox, por mencionar las más conocidas. En total, Internet produjo el año pasado alrededor de 230 millones de toneladas métricas de gases con efecto invernadero, cifra superior a lo que generaron juntos todos los países nórdicos en el mismo periodo.
Muchos de los usuarios de Google o Facebook han leído sobre el calentamiento global y están de acuerdo en que los seres humanos somos los principales causantes de los gases que generan el llamado efecto invernadero en la Tierra. Más aún, creo que la mayoría (o por lo menos un porcentaje significativo) estarían de acuerdo en que tenemos que tomar medidas urgentes para que el problema no se agrave y produzca consecuencias trágicas e irreversibles para nuestro planeta. Sin embargo, por ignorancia, desidia o lo que sea, muy pocos tomamos medidas concretas para reducir nuestra contribución al enorme consumo energético por Internet: hacer sólo las consultas indispensables en Google, buscar sólo los videos que realmente nos puedan interesar en YouTube o limitarnos en el uso de Facebook o Twitter.
El pasado 3 de agosto, la revista Scientific American publicó en su sitio web una nota de David Biello cuyo título traducido sería “¿Puede Facebook mostrar cómo reducir el creciente costo energético del uso de Internet?”. Las cifras en las que se apoya Biello son impresionantes: Facebook tuvo en 2011 alrededor de 750 millones de usuarios, que consumieron energía por 532 millones de horas-kilowatts, lo que implicó 285 mil toneladas métricas de dióxido de carbono más a la atmósfera. Según los datos de la propia red social, el impacto por cada usuario activo fue sólo de 260 gramos de CO² (equivalentes a la producción de tres plátanos grandes y “un impacto invisible en la nube computacional”).
Sin embargo, Biello argumenta que el impacto de la nube es visible y verificable. Aunque el costo energético por cada usuario efectivamente es pequeño, la suma de todos los usuarios, y especialmente las condiciones de aislamiento, oscuridad y refrigeración (alrededor de 19 grados centígrados) de las enormes bodegas que se usan para almacenar los datos, consumen cantidades estratosféricas y crecientes de energía. La bodega de datos más grande de Facebook está en Prineville, Oregon, y consume anualmente 71 millones de horas-kilowatt. Parte del problema es que hay medio millón de bodegas (data centers) en el mundo, aunque ciertamente no son tan espaciosas como la de Prineville.
El caso de Google es parecido. También usan mucha energía para procesar las consultas que reciben y para almacenar los datos. En 2006 recibieron 91 millones de consultas cada día y se calculaba entonces que cada consulta tenía un costo energético de 1 watt-hora (equivalentes al consumo un foco de 60 Watts por minuto). En los últimos seis años, los usuarios y las consultas a Google han crecido, aunque la empresa ha hecho esfuerzos para optimizar el uso de la energía por medio de procesos más eficientes y uso de energía renovable. Actualmente el consumo energético de 100 búsquedas en Google equivale al consumo para planchar una camisa. También presumen que sus bodegas de datos consumen en promedio la mitad del consumo de otros data centers.
El artículo de Scientific American analiza las alternativas desarrolladas por Facebook, Google y otras empresas en Internet (“porque tampoco quieren pagar recibos de la luz muy altos”), como ubicar las bodegas en zonas con temperaturas más bajas y mayor disponibilidad de energía no contaminante –como Suecia–, además de diseñar mejor los sistemas de enfriamiento de las que ya existen, para que sean más eficientes en su consumo. Sin embargo, también es importante una mejor educación para los usuarios, de modo que seamos más responsables con nuestro consumo del Internet de hoy y del que vendrá en el futuro.
Los imaginarios lectores más interesados en el tema pueden:
Consultar el artículo de Scientific American, con varias ligas a otros textos del mismo autor.