¿Cómo nos hicimos sociales? La respuesta está en los genes
Carlos Enrique Orozco – Edición
Uno de los mayores interrogantes en la historia de la humanidad tiene que ver con nuestro origen como grupo social. Rousseau escribió en 1762 que el hombre primigenio era bueno por naturaleza, pero en la medida en que nos hicimos más desarrollados y complejos, tuvimos que requerir a un contrato social para regular nuestras relaciones. Otros pensadores (Kant, Hobbes, Rawls) formularon teorías filosóficas que buscan explicar cómo y por qué los seres humanos vivimos en sociedad. Sin embargo, es muy reciente el estudio del origen social de los seres humanos con fundamentos basados en los aportes de la biología, la etología, la paleontología, la antropología y otras disciplinas.
La historia evolutiva de la vida social es un campo de estudio relativamente nuevo, que ha centrado sus enfoques en la descripción de los modelos sociales en los primates. Sin embargo, de repente aparecen reportes de investigaciones que van más allá de los modelos de organización social y que buscan explicar cómo es que hemos evolucionado para vivir en sociedad. Es el caso del artículo “Stepwise evolution of stable sociality in primates”, de Susanne Shultz, Christopher Opie y Quentin D. Atkinson, de la Universidad de Oxford, publicado en la revista Nature (10 de noviembre del 2011) y que pone el énfasis en los genes como determinantes de nuestra evolución social.
Es muy pronto para saberlo, pero algunos creen que este paper puede convertirse en un trabajo clásico en esta especialidad. Por lo pronto, el artículo fue comentado en la propia Nature por la antropóloga Joan B. Silk (“The Path to Sociality”) y reseñado en las principales secciones de ciencia en medios de comunicación masiva. Por ejemplo, Nicholas Wade escribió en The New York Times (19 de diciembre del 2011) que “la conducta social entre los primates, incluidos los humanos, tiene una base genética sustancial, esta es la conclusión de un equipo de científicos con base en nuevo estudio de la estructura social a través del árbol genealógico de los primates”.
Los investigadores analizaron la información genética del árbol genealógico evolutivo de 217 especies de primates. Los clasificaron en cuatro grupos: solitarios, macho con un grupos de hembras y grupos formados por machos y hembras y vida en pareja. Llegaron a la conclusión de que la sociabilidad en los primates es resultado de los genes más que de los factores ambientales, porque encontraron que los sistemas sociales son muy parecidos en los grupos con carga genética similar, aunque vivan en ambientes muy diferentes. De confirmarse esta conclusión, se pondrían en duda varias de las actuales teorías del comportamiento social sustentadas en el papel del medio ambiente.
Otra aportación de este estudio es ubicar hace 52 millones de años el inicio de la sociabilidad en los primates. Schultz y sus colegas sugieren que el cambio de vida nocturna a diurna provocó que nuestros ancestros buscaran la compañía de sus semejantes para tener más seguridad.
El estudio de los primates ha sido un referente importante para tratar de descifrar y comprender cómo fueron los primeros seres humanos. El ancestro común entre nosotros y los chimpancés vivió “apenas” hace unos 5 o 6 millones de años y es muy poco lo que conocemos sobre la vida social de este pariente lejano. Los actuales chimpancés han sido estudiados y es conocido que viven en comunidades estables formadas por muchos machos y hembras, pero no sabemos cómo fue que evolucionó su linaje para llegar a esa forma de organización social. La filogenética de los seres humanos y sus ancestros se está convirtiendo en una disciplina cada vez más importante para las ciencias sociales en la actualidad.
De acuerdo al estudio de Shultz, Opie y Atkinson, la respuesta a la sociabilidad de los primates (y posiblemente también de los humanos) está en los genes. Heredamos de nuestros ancestros mucho más que rasgos fisiológicos, tradiciones, costumbres y, en algunos casos, bienes materiales. Entonces podemos deducir que la decisión más importante en nuestra vida, seleccionar a nuestros progenitores con su respectiva carga genética, no la tomamos nosotros.
Para los imaginarios lectores que quieran conocer más sobre esta investigación pueden consultar este enlace.