Walt Disney sorprendió y maravilló al mundo en 1940 con Fantasia, un largometraje de animación en el que los dibujos en movimiento ilustran obras de música formal interpretadas por la orquesta de Filadelfia dirigida por Leopold Stokowski. Algunos paisajes de la obra han pasado a formar parte del imaginario colectivo de la música llamada clásica; ¿quién no recuerda a Mickey abrumado por los pedazos de escoba cargando cubetas de agua que se multiplican sin parar en El aprendiz de brujo de Paul Dukas? ¿o el final de la era de los dinasaurios con la música de La consagración de la primavera de Stravinsky?

Han pasado casi 70 años del estreno de Fantasia y la pelicula se sigue viendo y disfrutando, aunque sospecho que los nuevos bárbaros (en palabras de Alessandro Baricco) no la aprecian como lo hicimos las generaciones pasadas. Pero lo que me parece más significativo es que no tenemos equivalentes actuales de Fantasia, no sólo en el campo de la música formal, sino tampoco en otros géneros. Por esta razón, celebro este maravilloso cortometraje que acaba de producir The Chamber Music Society of Lincoln Center con la música de Oliver Messiaen, en particular con el séptimo y octavo movimiento del Cuarteto para el final de los tiempos, una de las mayores obras de la musica formal del siglo pasado y que tiene toda una historia que les comparto a los imaginarios lectores de este blog

El estreno del Cuarteto para el final de los tiempos no tuvo lugar en ningún teatro importante, ni sala de conciertos, sino en una prisión de guerra , específicamente en la Stalag VIII A en Alemania. Resulta que en 1940 – más o menos por el tiempo de la premiere de Fantasía – el compositor y médico militar francés Oliver Messiaen cayó prisionero de los alemanes muy cerca de Nancy. Quiso el azar que también cayeran en la misma prisión otros dos músicos: el cellista Étienne Pasquier y el clarinetista Henri Akoka. Pero lo más sorprendente de todo fue que uno de los guardias alemanes, de nombre Karl-Albert Brüll, escuchó a los franceses tocar la música de Messiaen y le gustó tanto que le consiguió papel pautado y lápices para que pudiera componer, además lo liberó de sus tareas cotidianas en la prisión para que se concentrara en crear su música. De esta forma, Messian compuso el Cuarteto en la prisión militar y el 15 de enero de 1941 en el auditorio del campo militar Stalag VIII A y ante varios cientos de prisioneros y los guardias alemanes sentados en primera fila se interpretó por primera vez el Cuarteto para el final de los tiempos, una obra en ocho movimientos para piano, clarinete, violín y cello, una combinación muy poco usual en ese tiempo.

Esta obra de Messiaen es considerada por los críticos como una de las grandes del siglo XX, al nivel de las mejores de Stravinsky, Britten o Bártok. La referencia apocalíptica al final de los tiempos está sacada de la Biblia – Messiaen era muy religioso – lo cual era muy comprensible en las condiciones en que la compuso y en el estado del mundo en aquel 1940. Sin embargo, el Cuarteto no es triste, ni melancólico, tiene una alegría y un colorido que Tristan Cook, el director de A Short Film for the End of Time lo explotó con muy buenos resultados como lo podemos ver más abajo en el corto metraje que presento dividido en dos partes. (Los datos para este post los obtuve del libro The Rest is Noise. Listening to the Twentieth Century de Alex Ross).