¿Otra casualidad en Cannes?
Hugo Hernández – Edición
No he visto The Tree of Life, la ganadora de este año de la Palma de Oro del Festival de Cannes, que concluyó ayer. No me extrañaría que fuera una obra maestra, una más de Terrence Malick (si bien es cierto que para algunos críticos y periodistas no lo es, y que hubo otras cintas unánimemente celebradas, como Le Havre de Aki Kaurismäki). Menos me extraña que una película norteamericana gane el máximo galardón de este festival, pues desde que se entrega la Palma (1975), diez películas de ese origen la han obtenido. Todavía menos me extraña cuando, como sucedió este año, el puesto del presidente del jurado fue ocupado por alguien del mismo origen. Porque para ser exactos, ésta es la quinta ocasión que sucede algo similar:
Año Película Director Presidente del jurado
1976 Taxi Driver Martin Scorsese Tennesse Williams
1980 All That Jazz Bob Fosse Kirk Douglas
1994 Pulp Fiction Quentin Tarantino Clint Eastwood
2004 Farenheit 9/11 Michael Moore Quentin Tarantino
2011 Tree of Life Terrence Malick Robert DeNiro
De las películas que incluye esta lista, no tengo objeción alguna con la entrega de Scorsese, ninguna de las otras me parece que sea particularmente gloriosa. En 1994, incluso, más de alguno dejó constancia de su indignación por la Palma que se llevó Fahrenheit 9/11, de la que se llegó a afirmar que no es cine. El presidente, en esa ocasión, fue Quentin Tarantino (el mismo que presidió el año anterior, en Venecia, el jurado que decidió entregar el León de oro a la película de su mejor amiga, Sofia Coppola).
Si fuera propenso a pensar mal, sospecharía tantas cosas: como que el cine norteamericano sabe apreciar (y aun premiar) sobre todo el cine norteamericano; que los premios son asuntos de reconocimiento (de lo que ya se conoce y se vuelve a conocer, pues) si fuera todavía peor pensado diría, como Buñuel cuando hablaba del Nobel y de literatura, que “es el poderío de un país lo que decide sobre los grandes escritores” (y qué no decir de la industria que inunda las carteleras cinematográficas del mundo). Pero mi conciencia, que ocasionalmente despierta, no puede moverme a tirar la primera piedra y tampoco me consta que los presidentes de los jurados influyen en la decisión final, así que yo creo que ha de ser una coincidencia que los jurados que tienen como presidente a un norteamericano premien películas norteamericanas. Una casualidad que, en Cannes, se empeña en repetirse, eso sí.