Hace un par de semanas presencié una excelente presentación sobre la historia de la estética (tal vez sería mejor decir la evolución del concepto “estética”) .

Después de la magnífica exposición, saqué a la mesa un tema que ha dado vueltas en mi cabeza por muchos años, un intento de respuesta a la (antiquísima) discusión que pregunta si la percepción estética es algo objetivo o subjetivo – esto es, si en realidad la belleza está en los ojos de quien la observa, o si algo bello lo es independientemente de que alguien lo pueda percibir. Mi propuesta es que lo bello existe objetivamente, no importa si alguien puede apreciarlo o no*.

Dado que la belleza de la “proporción divina” o “sección aurea”, conocida como el número phi, es un tema en donde la gran mayoría de la gente coincide tanto en su manifestación geométrica (rectángulo) como auditiva (relación entre una nota y su sexta), se considera que puede servir como ejemplo de lo objetivo de la belleza. Sin embargo, esto nos lleva entonces a preguntar por qué se da esta apreciación, por qué nuestra mente lo percibe como algo agradable.

Algunos datos sobre phi:

–          La sección aurea, o el rectángulo mágico o perfecto, responde a una relación objetiva y definida con una relación matemática constante (phi).

–          Este rectángulo resulta seleccionado por la mayoría de las personas en experimentos en donde se pide seleccionar,  entre varios rectángulos, el que prefieran. 

o   Fechner, 1876

o   Witmar, 1894

o   Lalo, 1908

o   Thorndike, 1917

–          La razón “phi”: se da cuando el segmento que se obtiene de la diferencia del lado largo menos el lado corto tiene la misma relación comparado con el lado corto, que la relación del lado corto comparado con el lado largo:

o   A=lado largo

o   B=lado corto

o   C=A-B

o   Condición para phi: C/B = B/A

o   Phi = A/B = (1 + raíz_cuadrada(5) ) / 2

–          Es decir, la relación del nuevo y más pequeño segmento contra el lado corto debe ser idéntica a la relación del lado corto contra el lado largo.

Quisiera compartir el resultado de mis especulaciones sobre el tema, que a través de los años puede sintetizarse así:

–          Sólo cuando está presente la relación phi entre los lados de un rectángulo puede  generarse un nuevo segmento con propiedades idénticas al que lo originó – la única propiedad especial que puede tener un lado de un rectángulo es su relación al otro lado.

–          Es la réplica más sencilla que puede existir. O dicho de otra forma, es la propiedad más simple (básica) que se puede replicar.

–           Se trata de una característica intrínseca en la relación antecesor-sucesor.

–          En la química del origen de la vida, en el mundo del RNA, las moléculas se replican haciendo copias de sí mismas, partiéndose y generando así una nueva molécula con características idénticas. Mucho más compleja de un rectángulo, pero mostrando la misma característica de replicar las propiedades de su originador.

Me pregunto si los orígenes del sentimiento estético al apreciar la “proporción divina”(o alguna de sus manifestaciones geométricas) no serían tan antiguos como el origen de la vida, tan profundos como la réplica del RNA o la molécula que pudo precederlo.

Me parece una especulación un tanto “wild”, pero de alguna forma intuyo que sería cercana a la verdad.

Y el descubrimiento de la verdad comienza, casi siempre, con la intuición.

• Nota personal: Tal vez esta propuesta es derivada de mi marcado aprecio por las ciencias naturales, en especial la física y las matemáticas, combinado esto con mi pasión por la historia natural, incluyendo por supuesto la evolución de las especies y finalmente el enorme sentimiento estético que me provoca la naturaleza y que trato de comunicar a través de la fotografía. Una formación de ingeniero resulta en una estructura mental que busca explicaciones lógicas a los eventos y las cosas (o tal vez la estructura mental resultó en la ingeniería).