Un fantasma acecha al capitalismo…
José Miguel Tomasena – Edición
Foto de Animalpolitico.com
El auditorio A está lleno. Hay gente sentada en el piso, gente que arrastra sillas, que las carga por arriba de sus cabezas para hacerse un lugar. Hay una cámara que transmitirá la conferencia a través de internet. Pregunta: ¿Qué es lo que congrega a tanta gente en una sesión del Seminario Permanente de Estudios Socioculturales del ITESO? Respuesta: Rossana Reguillo.
La investigadora del Departamento de Estudios Socioculturales del ITESO está en el centro del salón. Acaba de regresar de Nueva York. Estaba como invitada de la cátedra Andrés Bello de la Universidad de Nueva York (NYU), cuando la fiebre de las revoluciones árabes y de los indignados españoles se contagió al centro financiero del planeta.
Lo que Reguillo expone bajo el título “Un fantasma acecha al capitalismo” —clara referencia al inicio del Manifiesto Comunista de Marx y Engels—, son las “notas de campo” que pudo recoger durante esos meses. Es decir, impresiones recogidas que aún no han sido pensadas con calma, interpretadas, contrastadas con la teoría, la historia, otras fuentes. La profesora anuncia que ya existe el proyecto de procesar y pensar este material junto con Benjamín Arditi, sociólogo, y publicarlo en forma de libro escrito a cuatro manos (o dos cabezas).
En la pantalla, la profesora expone fotografías y videos de pancartas, marchas, policías, macanazos de los policías, ciudadanos disfrazados. (Al fondo de la sala, en una mampara que terminó desplazada por la gente, hay posters, periódicos, afiches y fotografías producidas por los propios manifestantes.) Estos asuntos quizá no son novedad para los que siguen el Facebook de Reguillo o son lectores asiduos de la prensa, pero que al agruparse dibujan un fresco de la pluralidad de manifestaciones, grupos, ideas y propuestas agrupadas bajo la etiqueta de “indignados”.
Uno de los aspectos que Reguillo destaca del movimiento es su “des-identificiación”. Un movimiento que se resiste a ser caracterizado con alguna etiqueta: ecologista, feminista, sindicalista, estudiantil. La fórmula “We are the 99%” (Nosotros somos el 99%) —la mayoría de la población queda excluida de las decisiones económicas y políticas— funciona porque agrupa a personas de muy diversa procedencia.
Foto: Habitants.org
El movimiento se ha caracterizado por enfrentar al poder a través de estrategias performativas, irónicas, tomas de calles, el uso de las redes sociales como herramientas de movilización. Uno de sus rasgos centrales —como en los otros movimientos indignados—, es la ausencia de líderes y la negativa a canalizar su movilización a demandas políticas concretas.
Luego vienen las preguntas. ¿Qué estrategias están desarrollando para enfrentarse a los medios masivos de comunicación, que siguen retratándolos como hippies que protestan por protestar, que no tienen una propuesta clara? Hasta el momento no hay una estrategia visible, responde Reguillo. Quizá están demasiado concentrados en lo inmediato y aún no se han dado cuenta de que las estrategias de comunicación alternativas, no son suficientes.
En relación al título de la conferencia, ¿realmente son una amenaza para el capitalismo? “No hay suficiente evidencia de que hay una revolución”, responde Reguillo. Sin embargo, lo que ya está sucediendo y es irreversible es que hay una transformación subjetiva de los ciudadanos. Hay ya una conciencia global, mayoritariamente juvenil, que seguirá expandiéndose y minando la credibilidad de las instituciones económicas y políticas. Está por verse si esto conseguirá cambiar la esfera objetiva del poder, donde se toman las decisiones políticas y económicas que nos afectan a todos.
¿Por qué en México no ha prendido un movimiento de indignados, a pesar de las convocatorias? En opinión de Reguillo, esto depende de las culturas políticas locales. En México, los militantes de los movimientos sociales de los sesenta y setenta no pudieron o no supieron cómo transmitir a los jóvenes la herencia de sus luchas y, sobre todo, heredamos una cultura política corporativa, que le ha dado demasiado peso a los partidos políticos. No hay que olvidar que en Estados Unidos, en contraste, hay una tradición de luchas civiles muy fuertes a lo largo del siglo XX: los movimientos por los derechos civiles de los negros, los movimientos feministas, pacifistas, hippies, por los derechos de gays y lesbianas.
En estos dos enlaces pueden leer más sobre las reflexiones de Rossana Reguillo: