Es época de construir alternativas, no sólo de denunciar
Enrique González – Edición
Adolfo Nicolás, Padre General de los jesuitas, habló en el ITESO sobre los retos que enfrenta la Compañía de Jesús y la sociedad en general en un mundo cada vez más interconectado, pero cada vez más dividido
Texto escrito para la revista semanal Cruce
En un mundo cada vez más interconectado, pero al mismo tiempo cada vez más dividido, el reto no sólo de los jesuitas, sino de cualquier ser humano, debe ser el de construir los puentes que sean necesarios para solventar las graves crisis que aquejan a las sociedades contemporáneas, señaló Adolfo Nicolás, Padre General de la Compañía de Jesús, quien estuvo en el campus de la universidad ITESO en Guadalajara para dictar una conferencia ante más de 2 mil personas.
De visita en México para conocer las Obras a cargo de los jesuitas en el país y en América Latina, -centros educativos, instituciones de apoyo social y de formación clerical- Nicolás (Palencia, España, 1936) enumeró los no pocos retos que tiene frente a sí la congregación religiosa que encabeza, desde la urgencia de educar personas creativas y capaces de imaginar futuros distintos para la humanidad, hasta la necesidad de involucrar a todos y cada uno de los ciudadanos en la búsqueda de soluciones a problemas tan palpables como la violencia a nivel global, el cambio climático, las migraciones forzadas, la injusta distribución de la riqueza o el impulso de la democracia.
“Se está buscando una manera de vivir más humanamente, una manera de vivir con menos injusticia, con menos exclusión”, afirmó Nicolás, quien a lo largo de su disertación en el Auditorio Pedro Arrupe, SJ, estuvo flanqueado por Carlos Morfín Otero, Provincial de la Compañía de Jesús en México y Juan Luis Orozco, Rector del ITESO.
“Todos queremos ser parte de este cambio, queremos ser parte de este proceso. Las soluciones, hoy, pasan por involucrar a todos los que forman parte del problema; si yo soy parte del problema, quiero también ser parte de la solución”.
Recordó que, históricamente, los jesuitas han asumido la responsabilidad de ser profetas, entendida esta figura como la de la persona que detecta y denuncia los problemas de una sociedad con el objetivo de resolverlos colectivamente. Ante los problemas tan variados y tan complejos que sufre el planeta en el Siglo XXI, Nicolás consideró que la función del profeta ha cambiado.
“Hoy día el profetismo es no sólo denunciar, que es una de las funciones del profeta: develar lo que está oculto. Hoy día el profetismo va más en la línea de ofrecer alternativas, no tanto denunciar, las denuncias están hechas ya por todos, pero ¿qué alternativas tenemos?, ¿qué es realista esperar?”, se preguntó el jesuita.
El camino de la educación
Y si algo destacó Nicolás como primordial a la hora de abordar de manera creativa y realista dichos problemas, eso fue la educación, tarea que los jesuitas desempeñan en todos sus niveles y prácticamente en todo el mundo desde hace 460 años.
El ejemplo que utilizó para enaltecer a la educación humanista que promueven los jesuitas, basada no sólo en el conocimiento empírico, sino en la experiencia directa con la realidad, provino de su profundo conocimiento de Asia, continente donde vivió una larga etapa de su vida y en el que llegó a ser Provincial de los jesuitas en Japón.
Un estudio científico citado por Nicolás, demostró que el cerebro de los niños chinos del campo estaba más desarrollado que el de los niños japoneses radicados en Tokio.
“Los niños de Tokio están bajo presión para estudiar, estudiar y estudiar, y los niños del campo en China probablemente se divierten mucho más, juegan, se suben a los árboles, se caen, se hieren y tal, pero sobreviven, y el cerebro se desarrolla mucho más. ¿Por qué? Pues porque jugando aprenden a relacionarse, aprenden a compartir, aprenden una serie de factores que les ayudan a mantenerse alertas y aprendiendo unos de otros. El niño que se pasa su vida leyendo libros, pues no puede aprender”.
Con alrededor de 18 mil 500 sacerdotes (el 80% en América Latina, África y Asia) y 231 universidades a su cargo, la Compañía de Jesús es la congregación católica más grande que existe en el mundo. Esta presencia en los cinco continentes los obliga a “abrirse a distintos modelos de humanismo” y a pensar sus estrategias en términos de multiculturalidad, de diversidad, de interacción con instituciones de todo tipo (gobiernos y empresas) y de colaboración con laicos y clérigos por igual, enfatizó Nicolás.
“Hoy día es imposible encontrar un país que sea monocultural”, aseveró el Padre General de los jesuitas, quien recordó que cada acción emprendida por dicha congregación debe ir enfocada a transformar la situación de injusticia con la que se tope. “Todo servicio al prójimo tiene un factor de transformación”, remató.
Después de su paso por Guadalajara, Nicolás se trasladó a la Ciudad de México para participar en el Encuentro Mundial de Universidades Jesuitas, celebrado del 22 al 24 de abril en la Universidad Iberoamericana de la capital del país.