Ir a la escuela en Siria

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Ir a la escuela en Siria

Más de cinco años de la guerra que comenzó como una protesta pacífica contra el presidente Bashar al-Assad y que desde entonces ha atraído la participación militar extranjera y permitido el crecimiento del Estado Islámico, han desplazado a millones de niños sirios y limitado su acceso a la educación. En ocasiones las escuelas mismas han sido atacadas y los maestros se conforman con lo básico para trabajar.

El estudiante sirio Ali Khaled Stouf tiene que bajar varios escalones en un agujero para adentrarse en su escuela-cueva. Ahí, durante cuatro horas cada mañana, estudia materias como Árabe, Inglés, Matemáticas y Religión, sentado en una alfombra junto a decenas de niños en un espacio subterráneo en Tramla, un pueblo de la oposición en la provincia de Idlib, al noroeste de Siria. “Estudio en una cueva. Las condiciones no son muy buenas pero el maestro y su esposa nos tratan muy bien”, dice el joven de 14 años, originario de la provincia vecina de Hama. “Nos sentamos en el suelo y a veces no vemos claramente porque está oscuro”.

Su maestro Mohamed y su esposa, también de Hama, han abierto su hogar subterráneo para enseñar a cerca de cien niños, cuyas familias han sido desplazadas por el conflicto sirio.

Para Mohamed, la escuela (de seis meses) es rudimentaria pues se inunda cuando llueve, lo que los obliga a dar las clases afuera o en una tienda de campaña. Sin embargo, él prefiere la seguridad subterránea. “Creemos que la cueva es el lugar más seguro para resguardarnos de los bombardeos y los ataques aéreos, además de que todos los estudiantes están en un solo lugar”, dice.

La provincia de Idlib es un bastión de diferentes grupos insurgentes, incluido entre ellos el Frente Nusra —vinculado a Al Qaeda—, y con frecuencia ha sido blanco de ataques aéreos por parte del gobierno sirio, cuyo esfuerzo bélico ha sido impulsado por la fuerza aérea rusa.

En la escuela Souriya al-Ammal (Siria, la esperanza), en la ciudad de Maarat al-Numan, los pasillos y salones tienen agujeros de bala y a veces están desmoronándose. En una de las áreas menos dañadas se repintaron las paredes y la escuela ahora tiene cerca de 250 alumnos. “La guerra ha afectado masivamente la educación; la mayoría de las escuelas, si no han sido destruidas por completo, están dañadas”, dice el supervisor escolar Abdullatif al-Rahoum, además están aquellos que perdieron la oportunidad de estudiar y que están tratando de ponerse al día con estudiantes más jóvenes. “Los mayores retos que enfrentamos son los aviones de combate, nunca dejan los cielos, lo que siempre preocupa a los estudiantes”, añade.

En la ciudad cercana de Saraqib, una caravana móvil hace las veces de salón de clases y es dirigida por un grupo cuyo objetivo es llegar a aquellos niños que no tienen acceso a la escuela en su localidad.

La falta de libros es problemática. Los maestros en Idlib dicen que dependen de la caridad o que usan libros impresos por la oposición a cargo del Consejo de Educación en la vecina Turquía. En la ciudad rebelde de Douma, a las afueras de Damasco, Mounir Abdelaziz, un miembro del organismo educativo de la oposición, dice que las escuelas locales usan viejos libros de texto, pero con cambios. “Seguimos el mismo plan de estudios que el ministerio de Educación, pero con algunas modificaciones y artículos relacionados con el régimen (de Assad) eliminado”, dice. m.

Traducción: Lizeth Arámbula

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