Los ingenieros toman el control (o la ingenierización de la sociedad)
Laura Santos – Edición 444
Ya sea en la alta dirección de empresas y organizaciones, en los emprendimientos que están revolucionando todos los sectores de negocios, hasta en la solución de los problemas más urgentes de exclusión, los ingenieros parecen hacer la diferencia. ¿Sus virtudes? Una estructura de pensamiento basada en la resolución de problemas. ¿Su debilidad? La necesidad de complementar sus competencias, habilidades sociales y humanísticas
Al menos la mitad de la población de los países de la llamada África Negra no tiene acceso a agua potable ni a servicios de saneamiento. Uno de los motivos: a la región le faltan ingenieros; en concreto le faltan 2.5 millones de ingenieros, de acuerdo con un estudio de la UNESCO acerca de cómo la escasez de profesionales en esta área supone un peligro para el desarrollo de los países.
El documento afirma que el mundo necesita más que nunca de las soluciones que aporta dicha disciplina para hacer frente a desafíos como generación de energías limpias, reducción de la pobreza, atenuación del cambio climático. Pero su aporte también está en la base de muchas de las actividades que hacemos cotidianamente: al comprar unos tenis por Amazon, al jugar solitario en el teléfono celular, al abrir nuestro perfil de Facebook.
Desde la invención de la rueda, la ingeniería es un factor esencial del progreso de las sociedades y los profesionistas de esta disciplina deben mutar junto con su realidad. Aldo Trejo, ingeniero en telecomunicaciones y electrónica, es líder de soporte en Arroba System, una organización que a través de Google Apps ayuda a las empresas a migrar a la nube. Además de hacer cosas técnicas como configuraciones o instrumentaciones, Aldo se encarga de explicar la suite de Google a los clientes potenciales del sector de pequeñas y medianas empresas (Pymes). ¿Por qué un ingeniero terminó vendiendo paquetes informáticos? La razón es muy sencilla: porque es más fácil que él aprenda a vender antes de que un vendedor aprenda a detallarle al dueño de una zapatería qué es la nube, por qué y, sobre todo, cómo puede instrumentarla en su negocio.
Y cumple su misión. Al charlar con Aldo, cualquier desinformado entiende que los sistemas de Arroba System permiten que ciertos empleados trabajen desde cualquier lugar, con cualquier dispositivo —siempre y cuando tengan acceso a internet, aunque a veces la conexión ni siquiera es necesaria—.
“Me parece que en años pasados, al ingeniero se le había menospreciado”, dice Aldo. “No se consideraba parte esencial de las empresas, pero con el avance de la tecnología, con la propagación de los servicios de internet, entonces las empresas están comenzando a darse cuenta de la importancia que tiene estar actualizadas y contar con gente que sepa de tecnologías emergentes”.
Viejos problemas, nuevas soluciones
Carlos Ruiz es un músico que, más que dedicarse a la ingeniería, aunque eso estudió, se imagina viajando con su música haciendo feliz a la gente: así lo explica en su perfil escrito. Cuando se embarcó en el proyecto de grabar su primer CD, no tenía dinero, así que pidió donaciones a desconocidos a través de internet. Ciento cuarenta y dos personas respondieron, con lo que consiguió 101 mil 650 pesos.
El crowdfunding es este modelo de financiamiento que ha permitido recaudar fondos para proyectos de todo tipo: artísticos, tecnológicos, empresariales, periodísticos (incluso hay plataformas que permiten que los periodistas consigan recursos para costear los reportajes que quieren realizar para investigar acerca de algún tema, sin necesidad de contar con un periódico o revista que les pague por su investigración: los propios lectores se convierten en el medio).
Este tipo de plataformas nació de la mano de los programadores que diseñaron los primeros proyectos de código abierto, es decir, del desarrollo de programas para computadora con licencias libres. Sus creaciones tenían éxito pero requerían trabajo y tiempo, por lo que empezaron a pedir donaciones. Este modelo de financiación colectiva se fue sistematizando y ahora hay páginas de crowdfunding de todos colores.
“Sin ingeniería no existiría todo lo que estamos viviendo ahorita, es lo que está haciendo cambiar la forma de trabajar y derrumba los paradigmas anteriores”, explica Rubén González Salas, fundador de Arroba System.
En México, aproximadamente la mitad de la población tiene acceso en mayor o menor medida a la red, según datos de World Internet Project. Un estudio de la Asociación Mexicana de Internet reveló que en 2014 los mexicanos utilizaron esta vía para servicios de correo electrónico, interactuar en redes sociales, buscar información, comprar en línea, realizar operaciones de sus bancos, buscar empleo, pareja, trabajar, capacitarse, leer noticias, jugar… (es decir, para todo).
La mitad de los internautas —uno de cuatro mexicanos— ha realizado transacciones en la red y ocho de cada diez usuarios presta atención a la publicidad, según un estudio del Interactive Advertising Bureau publicado en 2014.
“Si las empresas no tienen una página web, mínimo, virtualmente no existen”, asegura Aldo Trejo. “México se está adaptando a los estándares de Estados Unidos, donde la mayoría de las personas realiza una búsqueda en su celular antes de realizar una compra”.
Ingeniería al servicio de las necesidades sociales
Colonia Dora es un pueblo argentino en la región de Santiago del Estero que está separado de los centros urbanos por un río salado. La población depende de la provisión de agua externa, porque los pozos locales están afectados por altos grados de salinidad y arsénico. El problema es que las vías de acceso estaban en muy mal estado, lo que marginaba a alrededor de 500 pobladores.
Entonces entró en acción Ingeniería Sin Fronteras, una organización civil que trabaja por el desarrollo local a través de proyectos de ingeniería, y propuso construir un puente para que le fuera más fácil a las pipas llevarles agua. Pero no sólo encontraron una solución práctica al problema, sino que crearon una asamblea comunitaria para seguir resolviendo los problemas cotidianos de la gente.
“Cuando la ingeniería está al servicio de lo social apunta no solamente a resolver un problema, sino al desarrollo de esa comunidad y a que el impacto no sólo sea en la calidad de vida, sino en la movilización”, asegura la antropóloga Natalia Zlachevsky quien, junto con el ingeniero Adán Levy, creó hace tres años el capítulo argentino de la organización.
Ellos utilizan como pretexto las soluciones ingenieriles para organizar a las comunidades intervenidas, ya que siempre trabajan con los pobladores para diseñar soluciones juntos. “La ingeniería suele apuntar a la eficiencia y la eficiencia consiste en que sean pocas personas las que toman las decisiones y muchas veces se desconocen los saberes locales”, explica Natalia. “Eso es lo que tratamos de cambiar, que haya un ida y vuelta, un diálogo entre las personas que tienen los conocimientos técnicos y los que viven en lugar”,
En el papel, el perfil educativo de Adán y Natalia podría parecer antagónico; en la práctica funciona, el año pasado Ingeniería Sin Fronteras ejecutó alrededor de 28 proyectos en Argentina.
Para esta organización fue necesario cambiar los modos de hacer. Tiene una estructura de jerarquía horizontal cuando, afirma Natalia, la ingeniería está dominada por una forma vertical de diseñar las obras. De las 20 personas que trabajan en la asociación, 75 por ciento es de ingenieros, pero como trabajan en conjunto con otras disciplinas, la transdisciplinariedad los hace crecer a todos. De otra forma, el conocimiento se quedaría en el área de cada quien.
“Los ingenieros se saben incompletos a la hora de instrumentar proyectos de desarrollo social, necesitan la mirada de los demás y a la vez los demás necesitamos aprender ciertas cosas de la ingeniería”, afirmó Natalia.
Esta vinculación con la sociedad es otra de las realidades que están cambiando en la rutina de los ingenieros. Aunque ciertamente todavía existe aquel que está aislado en su computadora, muchos puestos de trabajo les implican un fuerte contacto con los demás.
Aldo Trejo considera que los de su profesión no se pueden quedar ajenos al encuentro social porque cualquiera puede acceder al saber técnico. Los niños de ahora, por ejemplo, que son cien por ciento digitales, son capaces de entender, al igual que él, muchos dispositivos. Así, en Argentina un joven de 14 años diseñó una aplicación para celular que ayuda a encontrar a personas perdidas.
Para Natalia, la diferencia radica en la estructura de pensamiento de los ingenieros: ellos tienen una mirada muy concreta de la intervención de la realidad. Saben diseñar soluciones para resolver problemas. Cuando estas habilidades se complementan con lo social, las posibilidades se potencian. Durante la Primavera Árabe, por ejemplo, buena parte de la infraestructura de la revuelta se organizó desde el perfil de Facebook “Yo soy Khaled Saeed” y su sucesor “Todos somos Khaled Saeed”, y en 18 días se logró derrocar al presidente Hosni Mubarak.
El administrador de estos perfiles de Facebook se llama Wael Ghonim. Es un treintañero de clase media que estudió ingeniería informática y trabajó en Google como director de Marketing para Medio Oriente. Tras la iniciativa de Ghonim, los jóvenes encontraron un lugar para organizarse y manifestarse: el ciberespacio.
“Muchas veces como ingenieros nos sentimos verdaderamente contentos por entender un microprocesador o una red de computadoras y esto es, hasta cierto punto, irrelevante, pero si nosotros accedemos más a la sociología, al humanismo, vamos realmente a potencializar a gran escala todo lo que podemos abordar, todo en lo que nos podemos inmiscuir”, dice el ingeniero electrónico Aarón Benítez, fundador de la escuela de inglés The Whaterhouse Company y conferencista en el tema de emprendimiento.
Klaus Martin Schwab es un economista y empresario conocido por ser el fundador del Foro Económico Mundial, que tiene como sede la ciudad de Davos, en Suiza. El foro buscar alternativas para mejorar la situación del mundo.
Alta dirección de empresas
Alguien técnico, pero sobre todo hábil para burlar los nuevos entornos que enfrenta el ambiente de negocios, es el perfil de los CEO [del inglés Chief Executive Officer] que las organizaciones buscan, de acuerdo con un estudio de la empresa de reclutamiento Michael Page publicado en 2013.
Al buscar a un alto ejecutivo, o a un capitán de barco, ya no se busca a un especialista en el sector de la empresa, porque se asume que la organización se encargará de enseñarle el negocio; ahora se aprecia a quien tiene un conocimiento profundo de las nuevas tecnologías y capacidad de reacción ante el cambio, menciona el documento. En resumen: “Debe tener la habilidad para mover el timón rápidamente y con el menor daño”.
Según estadísticas de Standard & Poors, empresa que ofrece información de mercado de alta calidad, publicadas en el portal de noticias de CNN México, los ingenieros civiles tienen 0.24 por ciento más posibilidades de ser CEO que un estudiante de finanzas o negocios, ya que están preparados para resolver problemas y su razonamiento matemático les permite enfrentar obstáculos para encontrarles una solución.
Rubén González Salas creó hace más de 15 años las empresa Arroba System con su hermano, cuando todavía estaba en la universidad. Al principio se dedicaban a desarrollar sitios web y a programar bases de datos. “Actualmente mi rol cambió, yo ya no programo, nada más me encargo de dirigir la empresa y estoy enfocado en la cuestión del marketing. Realmente, la ingeniería me dio las bases para poder conocer todo y poder tomar las decisiones correctas cuando se presentan cosas”, explica.
De la lista de los 100 empresarios más importantes de México que cada año publica la revista Expansión, prácticamente la mitad es de ingenieros, entre ellos Carlos Slim Helú, el tercer hombre más rico del mundo. Los dos grandes de la informática, Steve Jobs y Bill Gates, tienen un background en ingeniería.
Mary Barra. Nació en Estados Unidos, en 1961. Estudió Ingeniería Electrónica. En enero de 2014 se convirtió en la primera mujer en tomar las riendas de un gigante de la industria automotriz a nivel mundial: General Motors (GM).
Los difíciles cálculos, Rubén los tuvo que aprender en la escuela. Ahora hay un software que los hace en una fracción de segundo; en lo que se tiene que enfocar es en crear. Sobre la marcha tuvo que aprender las cuestiones de venta y marketing para sacar adelante su empresa, pero reconoce las bases que le dio su formación.
“Al final de cuentas, todo en la vida son problemas que hay que resolver y el hecho de estudiar ingeniería sí te ayuda a resolverlos de una forma más fácil. Yo veo gente que no estudió ingeniería y se dedica a la administración, o los contadores no tienen una manera de pensar que les ayude a solucionar los problemas de forma sencilla; siempre le quieren dar vueltas a todo. Creo que, en esa parte, la ingeniería sí es muy importante para los negocios”.
Aarón Benítez, aunque administra su negocio, lo hace con una lógica ingenieril —a final de cuentas, todo es un sistema con entradas, proceso y salidas—, afirma que estudiar una ingeniería no es una llave mágica y que aquellos que destacan son los que fueron capaces de ampliar su rango de visión. “Hay un nuevo entendimiento más allá de los números y las ecuaciones”, asegura. Y para poder elevarse al grado de estrategas es necesario involucrarse en diferentes áreas del conocimiento.
“El ingeniero por excelencia que llevó todo esto a otro nivel fue Leonardo Da Vinci, que representa al hombre del Renacimiento, al polímata del más alto nivel. Lo mismo era estratega miliar que arquitecto, que ingeniero, que diseñador, que pintor”. Sin embargo, para desarrollar estas habilidades hay que salir al encuentro de las personas. “Salimos entendiendo de las ecuaciones, pero no podemos buscar a nuestros compañeros de trabajo para emprender juntos un objetivo; creemos que ellos están mal y que son tontos”, dice Aarón Benítez. “No entendemos la simple y verdadera razón: los sistemas más interesantes y complejos son las personas”. m.