“Cuando fotografías desde la fe, esa persona es realmente tu hermana”: Don Doll, SJ

“Escuché una voz que me decía: ‘Quédate con la fotografía'", relata. Foto: Roberto Ornelas

“Cuando fotografías desde la fe, esa persona es realmente tu hermana”: Don Doll, SJ

– Edición 444

“Escuché una voz que decía: ‘Quédate con la fotografía, es la primera cosa que amas hacer'”, relata.

Doll es un jesuita y fotoperiodista estadunidense. Su lente ha retratado magistralmente a los indios del norte de América y a los desplazados del mundo. En cada imagen vierte su pasión por el ser humano

¿Qué tan cerca debe estar el fotógrafo de su objetivo? “Mucho: todo lo que se pueda”, afirma el jesuita Don Doll, dueño de una magnífica cámara Leica y de un arsenal de historias y anécdotas relacionadas con el fotoperiodismo, oficio que lo ha llevado a medio centenar de países.

Recorrer en internet o en vivo las fotografías de Doll (Milwaukee, 1937) —cuyo trabajo ha aparecido en National Geographic y ha dado pie a tres libros— implica, entre muchas otras emociones, adentrarse en las profundas arrugas de un viejo e imponente indio sioux; sobrecogerse ante la tenacidad para retar el infortunio de cuatro niñas africanas que cargan felices un pizarrón o dejarse contagiar por las sonrisas en primerísimo plano que le regalaron dos jovencitas esquimales y que están incluidas en su célebre trabajo Hunters of the Bering Sea, publicado por la citada revista en junio de 1984. 

Doll nunca había estado en Guadalajara. Vino hace unos meses para participar en el Encuentro de la Red Jesuita con Migrantes Centroamérica-Norteamérica, celebrado en el ITESO, en cuyo campus se expusieron varias de sus fotos a refugiados. Buena parte de su trabajo y su filosofía de trabajo se pueden revisar en la página de Magis Productions, un proyecto desarrollado por el jesuita con apoyo de la Universidad de Creighton, donde labora desde 1969.

Aunque nunca había visitado la capital jalisciense, México sí lo conocía: en 1968, año en que se ordenó jesuita, pudo maravillarse como turista con las ruinas de Chichén Itzá. Ha vuelto en un par de ocasiones más para asombrarse con los cientos de peregrinos entrando de rodillas a la Basílica de Guadalupe o con la belleza de las playas de Manzanillo, que visitó gracias a la amistad que lo unía con el jesuita tapatío Gonzalo García Verea, SJ, ya fallecido.

 

Entrevista a Don Doll Fotos: Cortesía de Don Doll, SJ

La fotografía llegó a su vida por mera casualidad. “¿Quieres tomar fotos?”, le preguntaron sus superiores. Eran los años sesenta. En Rosebud, una reservación india en Dakota del Sur, hacía falta alguien que retratara el trabajo que realizaban los jesuitas con los indios sioux. Doll tomó cursos y practicó, pero no terminaba de sentirse fotógrafo. “No sirvo para esto”, se decía con menos de 25 años. Y de pronto, el colmo: la gente de Creighton —donde ahora preside la Cátedra Jesuita Charles and Mary Heider— le ofreció ser profesor de fotografía.

“No podía continuar con mi trabajo a menos que hubiera hecho algo realmente profesional; la universidad me había contratado para enseñar fotografía y yo no tenía credenciales… Tenía una especialidad en Psicología”, cuenta entre risas.

No obstante, Doll soltó las amarras, se introdujo de lleno en la vida de los indios americanos, expandió sus horizontes temáticos y, después de cinco años de enseñar, publicó su primer libro, Crying for a Vision, que se volvió un clásico del fotoperiodismo  estadunidense.

En una entrevista que le hizo The New York Times, Don Doll recuerda una epifanía que experimentó: “Escuché una voz que me decía: ‘Quédate con la fotografía, es la primera cosa que realmente amas hacer. Quédate con ella, no importa si te toma diez años dominarla’”.

Lo hizo y acumula ya casi cinco décadas sin parar: su lente ha capturado a jesuitas auxiliando a las víctimas del tsunami en India o Sri Lanka; a refugiados en Uganda, Ruanda o Sudán; a esquimales en el gélido Polo Norte, o el proyecto que lleva a cabo desde hace 20 años en alianza con el Servicio Jesuita a Refugiados (Jesuit Refugee Service), el que de alguna manera lo trajo al ITESO después de retratar el drama de los refugiados y desplazados en Darfur, Chad, Iraq o Aleppo y Damasco, dos de las ciudades más castigadas por la cruenta guerra civil en Siria.

Entrevista a Don Doll

¿No se cansa, después de tantos años tomando fotografías por el mundo?

Me encanta la fotografía, me encanta conocer gente nueva y lo que están haciendo los jesuitas alrededor del mundo. Ésa es mi misión: contar la historia de los jesuitas trabajando por el mundo. Hace 20 años, en Ruanda y Sri Lanka [territorios rodeados de masacres y genocidio entre tribus] fue terrible. Me metí en medio del conflicto entre singalíes y tamiles y fui con los jesuitas por treinta campos de refugiados diferentes. Todos se veían igual, así que les pedí: “Déjenme conocer mejor a la gente para poder acercarme a su contexto, tengo que estar cerca, conocerlos personalmente. Así es como trabajo”.

 

Subido en pequeños e inseguros botes para ir a ver gorilas, Doll dice que hizo “muchas cosas estúpidas” en medio de zonas militarizadas. “Pensábamos que ahí era seguro porque nos decían: ‘No nos han atacado en tres meses con sus helicópteros’”. Recuerda que en Burundi, para alejarse de los rebeldes, el jesuita se subió a una colina con la intención de fotografiar con su Leica una “hermosa” escuela construida a mediados del siglo xx. Dos semanas después, cuando ya había tomado un vuelo, esos mismos rebeldes bombardearon la ciudad desde la misma colina.

“Yo ya había dejado el país y cuando me enteré, me puse muy triste. La violencia no lleva a ningún lugar a las personas y a los países, la violencia solamente trae violencia, no se puede parar. Allá hicimos muchas cosas estúpidas en medio de zonas militarizadas. A mí no me gusta estar en peligro, no me gusta la gente con armas; no es mi fuerte fotografiar gente en situaciones de guerra”.

Después de la violencia que ha presenciado, del sufrimiento, de la gente muriendo de hambre… ¿Es todavía una persona optimista? ¿Cómo?

Sí…[duda y hace una pausa de varios segundos antes de responder.] Hay dos diferentes formas de espiritualidad: San Ignacio era un optimista, porque suponía que el espíritu de Dios podía superar cualquier cosa. Y creo que yo también pienso así. La otra forma es más agustiniana: el mal persistirá.

¿Qué significa tener una perspectiva jesuita del mundo a la hora de tomar fotografías?

Creo que cuando fotografías desde la perspectiva de la fe —lo cual he hecho por 45 años—, lo haces pensando realmente que esa mujer o ese hombre son, real, pero realmente, tu hermano y tu hermana. Quiero mirarlos con esa perspectiva de fe y me parece que es una perspectiva diferente para mirar al mundo; otra gente la tiene también, mostrando una tremenda compasión. Los fotógrafos no van a estas situaciones de guerra sin sentir compasión por la gente… “Esto no es solamente mí” [esto último lo dice en español].

Entrevista a Don Doll

Los premios y reconocimientos se acumulan en el currículum de Doll, que es miembro de la Asociación Nacional de Fotógrafos de Prensa y amante de la equitación. Su palmarés incluye el Kodak Crystal Eagle Award, que recibió en el National Press Club de Washington, y un reconocimiento especial del World Understanding Through Photography, entregado por la firma japonesa Nikon.

¿Cree que realmente se puede entender este mundo a través de la fotografía?

Eso espero, porque si dijera que no, ¡¿qué he estado haciendo todos estos años?! Es decir, ¿la gente joven conoce mejor el mundo porque en internet puede encontrar todo tipo de fotografías? ¿Qué habilidades tienen para estimar la verdad en estas fotos? ¿Qué tanta credibilidad le darías a estas fotos? Es algo subjetivo. Espero que encuentren suficiente credibilidad en esas fotos para decir: “Esto es verdadero”. Espero que así sea… ¡mi optimismo aparece aquí otra vez!

“Si tus fotos no son buenas, es que no estabas lo suficientemente cerca”, dicen que dijo Robert Capa. ¿Está de acuerdo?

Totalmente. Tienes que estar cerca. De hecho, hice un análisis de las dos historias que aparecieron en National Geographic, un análisis de las fotos que pensé que eran las mejores. 60 por ciento fueron tomadas con una lente de 21 milímetros —que son 90 grados—, lo que significa que tengo que estar así de cerca [vuele a hacer el gesto.] Es algo que les enseño a mis estudiantes: ¿Cómo lograr una foto con información? Necesitan estar allí y ver qué hay ahí, y allá y allá, ver arriba, abajo, todo al mismo tiempo, escanear la foto. Me gusta llamar a este método “El estilo Gestalt de ver”: verlo todo al mismo tiempo. ¿Y cómo enseñas esto? Viene con la práctica, con mucha práctica.

Usted tiene una bellísima Leica. Explíqueme de dónde viene la fascinación de tantos fotógrafos por esta marca alemana.

Porque yo aprendí a hacer fotografía con una Leica cuando era un joven jesuita. Fui enviado a trabajar a una reserva india muy pobre y mis superiores me dijeron: “¿Aprenderías fotografía para ayudarnos a contar historias que nos permitan reunir dinero para la escuela?”. Me tomó un año darme cuenta de que los jesuitas no sabían de lo que estaban hablando. ¿Conoces esa frase en inglés que dice “Jack of all trades, masters of none” [“Aprendiz de todo, maestro de nada”]? Al final del año me di cuenta de que el director de la escuela tenía una Leica y sabía que era valiosa y, como sabía lo que valía, no me la quería dar, así que insistí e insistí… y la conseguí. Siempre he usado una Leica en los últimos cincuenta años y todo lo que necesito son dos lentes.

Entrevista a Don Doll

Entre sus principales influencias, Doll recita a varios de los clásicos: W. Eugene Smith —en particular el libro Spanish village—, Robert Capa, Helmut Newton, Edward Weston, Don McCullin o Henri Cartier-Bresson, aunque no olvida mencionar el trabajo de Tina Modotti y Manuel Álvarez Bravo.

¿Considera que ellos también tenían una perspectiva jesuita?

Creo que todos ellos tienen una visión de la humanidad y de lo que debería ser justo en el mundo. Y ellos, como muchos otros, han fotografiado las guerras pensando: “Quiero mostrar el mal a manera de advertencia, para que esto no vuelva a suceder”.

 

Para responder a la pregunta sobre sus métodos de trabajo, Doll pone sobre la mesa un consejo que le dio su colega Brian Lanker (autor, entre otros, del libro I Dream a World. Portraits of 75 Women Who Changed America), a quien admira profundamente: “No fotografíes a una persona el mismo día que la entrevistas (siempre que esto sea posible y te den tiempo para hacerlo). Una vez que la persona pasa tiempo contigo, se crea un lazo de confianza que es perfecto para el fotógrafo. Es importante volver y hacer esa segunda fotografía, porque puedo observar sus gestos o mirar alrededor para conocer su hogar… Es entonces cuando puedo hacer lo que llamo un ‘retrato ambiental’ y es cuando se me ocurren dos o tres ideas; a veces me despierto en medio de la noche: ‘¡Ya sé qué voy a hacer!’. Siempre intento arrancar mis sesiones fotográficas con, por lo menos, tres ideas”.

Entrevista a Don Doll

En su libro A Call to Vision: A Jesuit’s Perspective on the World, disponible en México solamente a través de internet, Doll reflexiona sobre sus 50 años como fotógrafo, lo que convierte a esta obra en material indispensable para entender la manera en que él, su filosofía, sus creencias, su interés por el prójimo y su cámara, se enfrentan al mundo.

Como ejemplo de los nombres y acciones que le dan esperanza en este mundo, Doll cita a la ruandesa Immaculée Ilibagiza, quien en su libro Left to Tell narra cómo, al más puro estilo de Nelson Mandela, fue capaz de perdonar a los hutus [tribu rival de los tutsis, el clan al que ella pertenece], que a mediados de los noventa masacraron a machetazos a sus padres, hermanos y amigos. Ella, una de las pocas sobrevivientes, salvó la vida escondida durante tres meses en un pequeño cuarto.

“El perdón. Ése es el secreto, me parece, del optimismo”, afirma Wahacankayapi, nombre con el que los sioux bautizaron a Don Doll cuando convivió con ellos y que, dice, significa algo así como: “El que los protege”. m.

Entrevista a Don Doll

Libros de Don Doll, SJ

:: Crying for a Vision

:: A Call To Vision: A Jesuit’s Perspective on the World

:: Vision Quest: Men, Women and Sacred Sites of the Sioux Nation

:: Central State University (Oklahoma)

MAGIS, año LX, No. 502, noviembre-diciembre 2024, es una publicación electrónica bimestral editada por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, A.C. (ITESO), Periférico Sur Manuel Gómez Morín 8585, Col. ITESO, Tlaquepaque, Jal., México, C.P. 45604, tel. + 52 (33) 3669-3486. Editor responsable: Humberto Orozco Barba. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2018-012310293000-203, ISSN: 2594-0872, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: Edgar Velasco, 1 de noviembre de 2024.

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