Premio Pulitzer 2016

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Premio Pulitzer 2016

Baudelaire quería que la nueva técnica de la fotografía se limitara a ser “la sirvienta de las ciencias y las artes”, que fuera “el secretario y el amanuense de quien en su profesión necesita una absoluta exactitud material” y que salvara “del olvido las ruinas a punto de caerse, los libros, las estampas y los manuscritos que el tiempo devora, las cosas preciosas cuya forma va a desaparecer y que reclaman un lugar en los archivos de nuestra memoria”.1 Tan sólo un documento, un registro. La fotografía fue capaz de hacer todo eso y más. Gracias a ella conocemos el universo microscópico, los abismos submarinos y atisbamos los lindes del universo —no pocas veces con imágenes hermosas y sorprendentes—. No tardaron los exploradores en recorrer el mundo y acopiar imágenes de lugares y habitantes de las más lejanas latitudes. Pronto aparecerían los periodistas y la gente común que fotografiaban todo con cámaras producidas en serie. Desde la Vista desde la ventana en Le Gras, que tomó Niepce en 1824, la fotografía no ha dejado de desplegarse para mostrar al menos una parte de una escurridiza realidad heterogénea y cambiante: la naturaleza, la vida cotidiana, las turbulencias sociales, el horror de la guerra.

A pesar de los reparos de Baudelaire, la fotografía —“ese refugio de los pintores fracasados”—, además de herramienta de numerosos oficios y profesiones, se volvió también un arte: photos + graphia: grabar o escribir con luz. Las imágenes documentales, captadas en la guerra o en situaciones dramáticas, impactaban ya tanto o más que el más verosímil de los lienzos. Poco antes del advenimiento de la fotografía, La balsa de la Medusa, pintada por Géricault entre 1818 y 1819, causó indignación y fue un escándalo internacional al representar la tragedia dantesca de los náufragos de una fragata francesa ocurrida dos años antes, cuyas causas se atribuyeron a la incompetencia del capitán, que no hizo nada por salvarlos. Las imágenes ganadoras del Premio Pulitzer 2016, otorgado a fotógrafos del periódico The New York Times y de la agencia Reuters, nos conmueven porque ilustran con inmediatez y transparencia la odisea de los emigrantes y refugiados sirios a través del Mediterráneo hasta las costas de Europa; además, porque apelan directamente a nuestra ética y nuestra sensibilidad.

El arte es expresivo, por ello, dice Yves Michaud, “los gritos de terror de una cantante de ópera en las escenas de locura o de furia, una tempestad grandiosa en el cine o en la pintura, una invasión de monstruos, incluso en el cine, no son metafóricamente vectores de temor y de angustia, sino que lo son literalmente”.2 Al ver estas fotografías sabemos que refieren a acontecimientos recientes: hay personas frente a la cámara y detrás de ella. Nos impresionan por las expresiones de angustia, tristeza, desesperación y miedo —que todos hemos experimentado—; por la composición, el juego de luces y contrastes —más la calidad técnica, el foco, el encuadre, el tratamiento de la imagen, la intencionalidad del fotógrafo y del medio, así como su honestidad—, todo esto en el marco de una naturaleza indómita, amenazante y bella. A la compasión se añade una sensación de vulnerabilidad, acaso semejante a la que sentían los primitivos ante las tormentas o los terremotos.

La fotografía nos sitúa mentalmente en la tragedia, como dice Jorge Mínguez: “La conciencia de que la imagen que vemos es una huella directa de las cosas mismas hace que tengamos una fuerte sensación de cercanía con la escena que aparece en la fotografía”.3 Ésta es, precisamente, la esencia de la estética, la manera en que percibimos la realidad por medio de los sentidos; una realidad a un tiempo bella, sublime, trágica o grotesca y que apela a la inteligencia y a los sentimientos.

Baudelaire nunca imaginó que la fotografía alcanzaría tales alturas técnicas y estéticas, y ese enorme, innegable, poder de comunicación. m.

Texto: Rogelio Villarreal

 

1. Charles Baudelaire, “Salón de 1859, Cartas al Sr. Director de la Revue Française, cap. I, El público moderno y la fotografía”, en Salones y otros escritos sobre arte, Madrid: Visor, 1996.

2. Yves Michaud, “Filosofía del arte y de la estética”, en bit.ly/Michaud_foto

3. Jorge Mínguez, “La fotografía y el pasado”, El Bumerán, en bit.ly/Minguez

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