Cartas de amor de tres grandes: Orozco, Rulfo y Arreola

Cartas de amor de tres grandes: Orozco, Rulfo y Arreola

– Edición

No deja de ser un placer morboso leer cartas dirigidas a otras personas. Más aún cuando se trata de correspondencia privada, pensada y escrita para ser leída por la persona amada. Sin embargo, tratándose de artistas siempre se puede alegar que la lectura de su correspondencia puede ayudar a apreciar mejor sus dotes creativas. Existe un mercado, más o menos tolerado, en el que se venden al mejor postor – que puede ser un comerciante sin escrúpulos o una prestigiada universidad estadunidense– las cartas privadas escritas por autores, científicos o cualquier sujeto con interés mediático. Por otra parte, la escritura de cartas de amor es un arte ya prácticamente desaparecido. Ni los e-mails, ni los chats y mucho menos los SMS que se escriben a raudales en la actualidad pueden considerarse dignos herederos de esa tradición. Hace algunos años, la revista estadounidense Harper´s publicó una mesa redonda sobre las misivas de amor en la que se concluyó que esta práctica cayó en desuso por distintos factores, entre ellos la inmediatez de las comunicaciones actuales, las tarjetas impresas con frases cursis (tipo Hallmark) y la carencia de distancias infranqueables entre los amados. Los editores de Harper´s recomendaron tratar de resucitar esta práctica, actualizada a los nuevos soportes tecnológicos, porque “una carta de amor crea su propia distancia y, lo que es mejor, incrementa el deseo entre los amados”.

Esta breve reflexión viene a cuento porque José Clemente Orozco, Juan Rulfo y Juan José Arreola, los tres mayores artistas jaliscienses del siglo XX, escribieron cartas de amor a sus respectivas amadas que pueden ser conocidas gracias a que fueron publicadas en forma de libro para el gusto (y morbo) de sus lectores.

De José Clemente Orozco, la editorial ERA publicó en 1987 sus Cartas a Margarita, una selección de 259 cartas escritas a Margarita Valladares entre 1921 y 1945, desde los tiempos en que fueron novios (“Linda y graciosa Margarita de mi corazón”) y hasta muchos años después de que se casaron. Estas cartas fueron seleccionadas y editadas por Tatiana Herrero Orozco, nieta de Orozco y Margarita, con la ayuda de la propia destinataria. El libro se considera un complemento a la Autobiografía publicada también por ERA.

Más novelística fue la publicación de otras cartas del pintor dirigidas a Refugio Castillo entre 1909 y 1921. Orozco conoció a Refugio, Cuca, cuando ella tenía doce años y él ya andaba por los 26. Resulta que Cuca nunca se casó y conservó las cartas hasta su muerte. Sus herederos las encontraron y las pusieron a la venta. Un empresario de nombre Pérez Simón las compró y se las llevó a Julio Scherer García, fundador de la revista Proceso, para ver “qué se podía hacer” con esas 465 cartas. Scherer le encargó a la periodista Adriana Malvido que las organizara para su edición y ella no sólo las organizó cronológicamente (muchas no estaban fechadas), sino que agregó una versión novelada de la relación y del contexto de la época. El libro fue publicado por la UNAM el año pasado con el título El joven Orozco. Cartas de amor a una niña. El resultado del trabajo de Malvido con las cartas es una feliz combinación que muestra una relación amorosa platónica un tanto cursi, pero que ofrece algunos elementos para conocer mejor la personalidad conflictiva de Orozco y que da un buen retrato de la situación política y social de México en esos años.

A diferencia del pintor Orozco, Juan Rulfo no escribió muchas cartas. Se conservan 81 misivas a su esposa, Clara Aparicio, y que fueron publicadas con el título de Aire de las colinas: Cartas de Clara (Plaza Janés, 2000). Las misivas datan de octubre de 1944 a diciembre del 50, cuando el autor de Pedro Páramo se trasladó a la ciudad de México y Clara Angélica Aparicio vivía en Guadalajara. Esas cartas fueron para Rulfo un ejercicio narrativo en el que empezaba a desarrollar el estilo oral-escrito que caracteriza a su obra narrativa. No hay mucho espacio en estas cartas para los temas románticos de la relación, pero de vez en cuando se pueden leer frases como: “Eres muy chula, muchachita fea. Eso es lo que eres. No escribo más para no enfadarte: sólo quería que supieras que todavía estoy vivo y …. nada más por ti”.

De los tres grandes, sin duda que Juan José Arreola era el más extrovertido y locuaz. Su gran dominio del lenguaje oral y sus extraordinarias habilidades de actor lo hacían un personaje realmente fascinante. A principios de este año se publicaron las cartas de amor de Arreola a su esposa Sara entre 1942 y 1950, cuando el escritor vivía sólo en la ciudad de México y ella entre Zapotlán y Guadalajara. Las cartas fueron editadas y prologadas por Alonso y Juan José, dos nietos de Arreola, y fueron publicadas por Joaquín Mortiz con el título de Sara, más amarás. Cartas a Sara. En principio, la familia de Arreola no quiso publicar esas cartas por razones de pudor e intimidad. Sin embargo, al paso de los años cambiaron de opinión para que los lectores del autor de La feria conocieran el gran papel que Sara Hernández tuvo en la vida de Arreola y su formación como hombre de letras. Las cartas de Arreola están ambientadas con narraciones que la propia Sara hizo a sus nietos.        

Muy recomendables estos cuatro libros para conocer las personalidades de estos tres grandes artistas jaliscienses, pero también para darnos una idea de la época que les tocó vivir y, last but not least, recordar el perdido arte de las cartas de amor.

MAGIS, año LX, No. 498, marzo-abril 2024, es una publicación electrónica bimestral editada por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, A.C. (ITESO), Periférico Sur Manuel Gómez Morín 8585, Col. ITESO, Tlaquepaque, Jal., México, C.P. 45604, tel. + 52 (33) 3669-3486. Editor responsable: Humberto Orozco Barba. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2018-012310293000-203, ISSN: 2594-0872, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: Edgar Velasco, 1 de marzo de 2024.

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