“Vivimos, si no el peor, uno de los peores momentos históricos del país”, así se refirió el historiador Enrique Florescano, al ser preguntado sobre como vislumbra el presente y su impacto en el futuro, sobre la realidad mexicana que se vive hoy día, en la que las instituciones no tienen credibilidad, la tasa de desempleo en los jóvenes es del 50 % y una mayor violencia por parte del crimen organizado son algunas de las cosas son algunas de las situaciones que la componen. 

Durante la conferencia “La función social de la historia”, el pasado 3 de septiembre ante un auditorio A abarrotado por estudiantes y profesores de Gestión Cultural, Ciencias de la Comunicación, Derecho, Relaciones Internacionales y Psicología, quienes no perdieron atención a lo expuesto; Florescano recordó que en el país se tiene una sociedad civil crítica y contestadora, pero que no participa, situación que espera que cambie con las nuevas generaciones las cuales considera, posiblemente, más despiertas en temas como la economía y la política.

Para el autor de obras como Quetzalcóatl y los mitos fundadores de América y Memoria mexicana, el reto que se tiene con la generación actual es la “creación de líderes y promotores sociales, y sobre todo de ciudadanos activos, comprometidos con los cambios  que quieren hacer en  este país”.

Florescano destacó, que en parte por un mayor acceso a la información, especialmente vía internet, que los jóvenes de hoy son más despiertos es cuestiones políticas, económicas, sociales y culturales.

La importancia de la historia

Florescano enfatizó que el conocimiento histórico “destaca la naturaleza social y nos acerca a los artefactos que contribuyeron a consolidar los lazos sociales: la lengua, los rasgos étnicos, los patrones alimentarios, el territorio, las relaciones familiares y la organización política”.

El historiador explicó que una de las funciones más recientes de la historia es la criticidad, es decir, trabajarla con rigor, ya que de este modo se contribuye a “limpiar la telaraña tejida por los mitos, nacionalismos y hace de la historiografía un medio para liberarnos de las cargas ideológicas originadas en el pasado”. 

La función más antigua y común que tiene la historia es la de dotar de un relato histórico como discurso de identidad, es decir, un origen común a un pueblo, con lo cual se puede respaldar con el beneficio del pasado implicaciones actuales y fundamentar en un pasado la aspiración de construir una nación o para darle sustento a proyectos disparados hacia la incertidumbre del pasado. “En esos casos, la función de la historia es dotar de identidad a la diversidad de los seres humanos que forman la tribu, el pueblo, la patria o la nación”.

Para leer la entrevista que Carlos Enrique Orozco, autor del blog El Cierzo, hizo a Florescano con motivo de los festejos del Bicentenario, dar click aquí.