Un Hamlet global
Carlos Enrique Orozco – Edición
Desde que se generalizó el uso de Internet en las computadoras (y ahora dispositivos móviles), han habido diversas iniciativas para tratar de vincular las enormes potencialidades de la tecnología digital con los múltiples significados de la cultura tradicional, ya sea de élites o popular. Las primeras iniciativas se concretaron en enormes bibliotecas digitales como el Proyecto Gutenberg (www.gutenberg.org) o la Miguel de Cervantes (www.cervantesvirtual.com) que todavía existen y se han convertido en una alternativa muy importante para la difusión de los libros electrónicos en la red.
Entre las iniciativas más recientes está el Proyecto The Global Hamlet, fundada en Roma apenas el año pasado por el escritor y editor Simone Barillari. Su objetivo central es realizar y promover proyectos innovadores que vinculen a la literatura con Internet y que tengan una vocación global.
El primer proyecto – que le da el nombre a la organización – es una traducción colectiva de Hamlet en la que lectores de todo el mundo, con la guía de editores expertos, van a construir –verso por verso- traducciones en varias lenguas de la tragedia clásica de Shakespeare. Los promotores de esta aventura intelectual colectiva la anuncian como “un experimento artístico sin precedentes que va a combinar en la web, las habilidades creativas, críticas y lingüísticas de todo el mundo. Un inspirado Shakespeare 2.0 para lectores interactivos”.
Este proyecto es una especie de Wikipedia, pero aplicado a la traducción de una obra literaria, en este caso una de las mayores en la historia de la literatura. Hasta ahora, The Global Hamlet ha sido apoyado por importantes editoriales que han prometido editar la traducción que resulte en italiano (Feltrinelli), en español (Anagrama) y están en pláticas con editoriales que represenentes otras lenguas. Los imaginarios lectores que quieran conocer más sobre The Global Hamlet pueden consultar su sitio en www.globalhamlet.org
Mientras se publica la versión colectiva en español de Hamlet –sin duda, un esfuerzo y reto para la inteligencia colectiva– me quedo con mi traducción favorita, la de Tomás Segovia, publicada por la UAM (Ediciones Sin Nombre, 2009), de donde transcribo el famoso monólogo de Hamlet en el acto III:
Ser o no ser, de eso se trata:
Si para nuestro espíritu es más noble sufrir
Las pedradas y dardos de la atroz Fortuna
O levantarse en armas contra un mar de aflicciones
Y oponiéndose a ellas darles fin.
Morir para dormir; no más; ¿y con dormirnos
Decir que damos fin a la congoja
Y a los mil choques naturales
De que la carne es heredera?
Es la consumación
Que habría que anhelar devotamente.
Morir para dormir. Dormir; soñar acaso;
Sí, ahí está el tropiezo; que en este sueño de la muerte
Que sueños puedan visitarnos
Cuando ya hayamos desechado
El tráfago mortal,
Tiene que darnos que pensar.
Esta es la reflexión que hace
Que la calamidad tenga larga vida;
Pues, ¿quién soportará los azores
Y escarnios de los tiempos, el daño del tirano,
El desprecio del fatuo, las angustias
Del amor despechado, las largas de la ley,
Las insolencias de aquel que posee el poder
Y las pullas que el mérito paciente
Recibe del indigno, cuando él mismo podría
Dirimir ese pleito con un simple punzón?
¿Quién querría cargas con fardos,
Rezongar y sudar en una vida fatigosa,
Si no es porque algo teme tres la muerte?
Esa región no descubierta
De cuyos límites ningún viajero
Retorna nunca, desconcierta
Nuestro albedrío, y nos inclina
A soportar los males que tenemos
Antes que abalanzarnos a otros que no sabemos,
De esta manera la conciencia
Hace de todos nosotros cobardes,
Y así el matriz nativo de la resolución
Se opaca con el pálido reflejo del pensar,
Y empresas de gran miga y de mucho momento
Por tal motivo tuercen sus caudales
Y dejan de llamarse acciones.
Pero calla ¿La bella Ofelia?
Ninfa, en tus oraciones, recuerda todos mis pecados,