Se solicitan voluntarios con lap top para evitar muertes por temblores

Se solicitan voluntarios con lap top para evitar muertes por temblores

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Todavía no podemos prever con exactitud cuándo, dónde y de qué magnitud va ocurrir un terremoto; sin embargo, la tecnología expresada en una red de monitoreo de datos por medio de computadoras portátiles están contribuyendo a ganar unos minutos en los sistemas de alerta que pueden ser literalmente de vida o muerte para los afectados. Sobre este tema la revista The Economist ha publicado en su sección de ciencia y tecnología una serie de textos sobre una iniciativa de monitoreo voluntario y alerta de sismos que puede salvar muchas vidas. (http://www.economist.com/sciencetechnology/)


Los terremotos han sido en la historia de la humanidad una de las principales causas naturales de muertes masivas. Millones de personas han fallecido y cientos de miles de edificios se han colapsado como consecuencia de los sismos. Algunos de los más famosos por sus efectos devastadores han sido China (1556); Lisboa (1755); San Francisco (1906); Tokio (1923); Chile (1960); Alaska (1964); Perú (1970); México (1985); San Francisco (1989) y Pakistán (2005). Este último provocó 80 mil decesos y la caída de más de 32 mil edificios. De los que se tienen registro, el mayor ha sido el de Chile en la ciudad de Valdivia un 22 de mayo de 1960; tuvo una intensidad de 9.6 grados en la escala de Richter, que equivale a una descarga de energía de 260 millones de toneladas de TNT.


Un temblor o terremoto es una sacudida de la tierra provocada por la liberación de energía producida por el choque de las placas tectónicas. Se sabe que hay zonas con mayor actividad sísmica como California o las costas de Michoacán; otras con menor y en algunas regiones los temblores son desconocidos. Cada año se reportan cientos de pequeños sismos, pero son entre 3 y 20 los de mayor magnitud (7 o más en la escala de Richter) y la gran mayoría ocurren en el llamado “Anillo de fuego”, una zona alrededor del Pacífico y que afecta tanto a California como a Japón. Los imaginarios lectores han de recordar que se usan dos principales escalas para medir la fuerza de los terremotos: Mercalli diseñada para medir la intensidad del evento en doce niveles a través de los daños que produce en las estructuras y Richter, la más usada, que mide la magnitud local del sismo con valores logarítmicos de sus efectos; esta escala puede ir desde 0.1 hasta 12 puntos que supondría una fractura del centro de la tierra con consecuencias fatales para toda las formas de vida.


Hasta ahora es imposible predecir los sismos con certeza. No se puede anticipar ni su magnitud, ni su epicentro, ni el momento o día en que sucederá debido a la complejidad de estos fenómenos. Hay algunas creencias en el sentido de que los animales pueden “sentir” su proximidad de un sismo o que las nubes toman cierta forma unos días antes, pero no tienen ninguna base empírica, mucho menos científica. Después de un temblor importante hay quienes quieren ver “signos evidentes” en eventos previos, pero nunca se han podido demostrar estas asociaciones previamente al sismo.


En 1975 en la ciudad china de Hai Cheng, los sismólogos pudieron predecir un día antes un temblor de magnitud 7.3 por una serie de pequeños sismos previos y se pusieron optimistas, pero un año después no pudieron adelantar el temblor que arrasó Tangshan, también en China, y que mató unas 250 mil personas.


Si no se pueden predecir los terremotos, en cambio los sistemas de monitoreo con sismógrafos han resultado útiles en varios casos para mandar señales de alerta unos minutos antes del evento para que la población puede refugiarse en lugares seguros. Se puede decir, sin exagerar, que estos aparatos que miden las vibraciones de la tierra han salvado miles de vidas.


El problema con los sismógrafos es que son caros – por lo menos 10 mil dólares – requieren instalaciones adecuadas, capacitación técnica para los usuarios y mantenimiento costoso. También tienen limitaciones técnicas por que registran el tamaño o amplitud de la onda hasta cierta cifra, por lo que no pueden registrar temblores muy fuertes.


Por estas razones, Jesse Lawrence de la Universidad de Stanford y sus colegas de la Universidad de California en Riverside, desarrollaron un sistema de monitoreo de temblores en California usando computadores portátiles, en particular un acelerómetro que se activa para fijar el CPU cuando se apagan.


Lawrence está promoviendo una red de voluntarios con lap top en todo el mundo, principalmente en las zonas con mayor sismicidad, para detectar terremotos e informar rápidamente de ellos.


Esta iniciativa creada en 2008 se llama QCN (Quake-Catcher Network Seismic Monitoring), algo así como red de monitoreo sísmico “cazadores de terremotos” y cuenta en la actualidad con unas 1500 computadoras conectadas, de las cuales 16 están registradas en nuestro país. La idea de los promotores de QCN está inspirada en el enorme éxito de convocatoria del proyecto SETI (Search for Extraterrestrial Intelligence) que busca rastros de vida extraterrestre mediante voluntarios que aportan el tiempo muerto de sus computadoras; a la fecha se tienen más de tres millones de usuarios registrados; sin duda el mayor esfuerzo de computadoras conectadas con un sólo propósito en el mundo.


El QCN ya ha detectado dos temblores; uno en Nevada y el otro cerca de Los Ángeles, pero este no es su único propósito, se trata que las lap top conectadas hagan cosas que los sismógrafos convencionales no pueden hacer; como por ejemplo medir la máxima energía de un movimiento bajo tierra. Hasta ahora, según el reportaje en The Economist, los resultados no han sido del todo buenos porque los datos no fueron los suficientemente “limpios” como se dice en el argot científico. Pero la experiencia les ha servido a Lawrence y sus colegas para mejorar el sistema; en lugar de usar los acelerómetros internos de las computadores ahora están promoviendo el uso de sensores externos que cuestan 49 dólares y se instalan como si fueran una memoria USB.


Para que la información registrada por la computadora portátil sea más exacta es necesario saber en dónde se encuentra; lo ideal sería que contaran con un sistema GPS (Sistema de Posicionamiento Global) para conocer su ubicación exacta, pero la mayoría de las lap top no lo tienen, entonces se puede resolver con muchos registros de datos y un modelo estadístico de tendencia para descartar las limitaciones de las mediciones individuales.


Sin embargo, el mayor beneficio que puede traer la red del QCN no es tanto las mediciones sísmicas, sino la posibilidad de transmitir la información en tiempo real y poder advertir en segundos de la llegada de un terremoto. Los llamados de precaución pueden llegar en segundos; de hecho antes que las ondas del temblor y ayudar a que la población tome medidas para protegerse de su impacto. Un sistema de alerta no previene la llegada de un temblor, pero sí puede salvar muchas vidas.


Los imaginarios lectores interesados en participar de esta red o conocer mejor esta iniciativa pueden entrar al sitio de la QCN en la Universidad de Stanford (http://qcn.stanford.edu). Se necesitan muchos voluntarios para que contribuyan con su granito de silicio en el monitoreo.



3 comentarios

  1. Qué buena la resurrección de
    Qué buena la resurrección de El Cierzo!
    Buena falta nos hace tener más de 16 voluntarios. En país con el historial sísmico como el nuestro…
    Yo me apuntaré, quizá.

  2. Gracias por el comentario,
    Gracias por el comentario, Gregorio. Puedes buscar en la página del QCN; está toda la información para los voluntarios y hasta unas indicaciones para usuarios en castellano.

  3. Felicidades Carlos Enrique
    Felicidades Carlos Enrique por tu blog. Me encantaron el de inicio con esas citas poéticas y programas y el de Rossi. El título de este también, aunque apenas lo entendí de los acelerómetros… Ya tienes un nuevo lector. Un abrazo. A.

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