Luz, oscuridad y metales pesados

Luz, oscuridad y metales pesados

– Edición 494

Cada segundo el Sol pesa menos. Llegará un día en que el Sol agote todo el hidrógeno al haberlo transformado en helio. Dejará de ser la estrella amarilla de tipo espectral G2V que resguarda el 99 por ciento de la masa de nuestro sistema solar

El Sol empezaba a existir cuando se abrían los ojos. El mundo era iluminado por la vista y la luz brotaba como un tentáculo fluido. Teníamos un tacto líquido que dibujaba lo observado. Una diosa encendió una flama en nosotros y de nuestra mirada emanó su brillo para mostrarnos la naturaleza de las cosas. Ésta es la teoría de la emisión, que luego se convirtió en metáfora.

Un día de 1919, el cielo de Brasil se oscureció por completo bajo un eclipse total de Sol. El evento fue la evidencia que comprobó la Teoría de la Relatividad General, lo que Einstein llamó “su pensamiento más feliz”. Imaginó al Sol curvando la línea del espacio-tiempo. Imaginó la energía distribuida sin uniformidad, agrupada en lo que bautizó como cuantos de luz, que luego se conocieron como fotones.

El Sol terminará con la posibilidad de verlo, pero inició con ella: gracias al Sol, la evolución ha creado diversos tipos de ojos a lo largo del tiempo. Todo ojo es un receptor de fotones y está compuesto de una o más células sensibles a la luz, lo que sirvió a los organismos sobre la Tierra para reconocer las fuentes de calor y alimento y poder desplazarse hacia ellas para sobrevivir.

Los fotones son las partículas de la luz, provienen del Sol, entran por los ojos y envían señales a nuestro cerebro para dar indicaciones a nuestro reloj interno, regulando así nuestros ciclos circadianos: el ritmo de nuestros cambios diarios, físicos, mentales y conductuales.

Nuestros relojes biológicos son dispositivos de tiempo, moléculas que se combinan con nuestras células, interactuando en tejidos y órganos para mantenernos en sincronía. Son la danza oscilante que nos mantiene cuerdos, el marcapasos que nos hace girar. La ausencia de ritmo destruye cualquier estructura, porque las estructuras mismas son ritmos.

La música celeste de la que hablaba Pitágoras dice que el Sol, la Luna y los planetas emiten un único zumbido que ahora se conoce como resonancia orbital basado en su revolución orbital. El Sol es ritmo.

En la Vía Láctea, las estrellas más abundantes son mucho más pequeñas y frías, y los sistemas solares son, en su mayoría, binarios. Nuestro Sol es una explosión constante con ocho minutos de retraso, un sistema no binario, el Panoptes que desafía la lógica.

Para la ciencia actual, el mayor misterio del Sol es por qué la temperatura en su capa más externa, la corona, es mucho más alta que en su superficie. ¿Qué es lo que calienta la corona, y cómo? Las líneas magnéticas son cuerdas magnéticas atadas en el núcleo del Sol que se retuercen y reconfiguran, se mueven como cabellos al viento solar y producen la energía de dos mil bombas nucleares en menos de 10 segundos. Los destellos o líneas del campo magnético son las cuerdas por las que vibramos, se llaman nanojets y son pequeñas explosiones constantes.

Hemos entrado al ciclo 25 del Sol, que alcanzará su pico en dos años más, a mitad del 2025. En el centro del Sol, la fusión nuclear hace que los átomos de hidrógeno se transformen en helio produciendo energía que alcanza los 15 millones de grados Kelvin. Cada segundo el Sol pesa menos. Llegará un día en que el Sol agote todo el hidrógeno al haberlo transformado en helio. Dejará de ser la estrella amarilla de tipo espectral G2V que resguarda el 99 por ciento de la masa de nuestro sistema solar. Se convertirá en una gigante roja y luego en una enana blanca, pero aún le falta media vida, unos 5 mil millones de años.

No sabemos qué pasará en este nuevo ciclo solar, aún no podemos predecirlo. Podemos hacernos de unas alas de cera y volar hacia la aniquilación, pero mientras su plasma hierva podremos irnos a dormir tranquilos, sabiendo que el Sol sale todos los días, que brilla para todos, y que mañana podremos seguir intentando saber cuándo y cómo podremos huir de su muerte.

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MAGIS, año LX, No. 498, marzo-abril 2024, es una publicación electrónica bimestral editada por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, A.C. (ITESO), Periférico Sur Manuel Gómez Morín 8585, Col. ITESO, Tlaquepaque, Jal., México, C.P. 45604, tel. + 52 (33) 3669-3486. Editor responsable: Humberto Orozco Barba. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2018-012310293000-203, ISSN: 2594-0872, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: Edgar Velasco, 1 de marzo de 2024.

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