Costos Ocultos

Costos Ocultos

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Es muy penoso constatar el que muchas de las decisiones que se toman tanto en organismos públicos como en empresas privadas respondan a buscar un objetivo de cortísimo plazo, en lugar de enfocarse en lograr una visión de largo plazo. Dolorosos ejemplos abundan: desde la compañía transnacional empeñada en la reducción de costos de manera miope para lograr rentabilidades comprometidas a Wall Street en el trimestre que termina dentro de mes y medio, despidiendo a gente capacitada y cancelando programas de entrenamiento e iniciativas estratégicas, hasta un gobierno que apoya el establecimiento de nuevas empresas o “desarrollos” inmobiliarios sin tomar en cuenta criterios de impacto ambiental, con el fin declarado de generar empleos en los próximos meses, creando un problema para los gobiernos (y muchas veces para las generaciones) posteriores. Esta visión de corto plazo parece ser algo predominante en la sociedad, un rasgo cultural; la frase popular “más vale pájaro en mano que ciento volando” la sintetiza bien. Es claro que, desafortunadamente, esta misma sociedad organizada castigará al gerente que no reduzca costos y logre el número: normalmente el consejo o la asamblea de accionistas reducirá su compensación y en muchas ocasiones llegará a despedirlo (un alto ejecutivo de una de estas empresas comentaba “eres tan  bueno como tu último trimestre”) y, por otro lado, la misma sociedad castigará al gobernante que no logra la generación de empleos (los electores no votarán para reelegirlo en los países en que aplica o castigarán a su partido en las urnas en los países que no tienen reelección). ¿Qué demonios nos pasa? La inteligencia individual y competitiva que llevó a esta especie de primates a conquistar el planeta Tierra no nos está llevando a garantizar la supervivencia del planeta como lo conocemos – incluida la supervivencia del mismo homo sapiens. Es decepcionante que a pesar de que a nivel individual nos damos cuenta del impacto negativo de muchas de nuestras acciones, sigamos haciéndolas en una especie de autocomplacencia y complicidad colectiva, como lo expone muy claramente Daniel Goleman en su último libro “Ecological Intelligence“. Es inaceptable que una empresa y peor aún, un gobierno que representa a una sociedad organizada caiga en el mismo juego. Es necesario de manera urgente salirnos de ese patrón, por más “raro” que parezca al principio; necesitamos otro tipo de pensamiento que incluya de manera efectiva el evaluar los impactos negativos de cada acción de empresa, de gobierno y de individuo no sólo en contra de la sociedad humana sino en contra de todo el medio ambiente. No será fácil al inicio, esto es nadar contra corriente – ¿por qué llevar una taza para tomar café o una jarra para llenarla de agua en el garrafón de la oficina, cuando existe la comodidad de los vasos desechables y el agua en botellas de plástico? ¿Por qué pensar cómo se producen estos vasos y las botellas y en dónde estarán por cientos de años después de los breves  minutos en que los usamos? ¿Alguien se ha preguntado cómo se fabrica la tarjeta de circuito impreso del celular o la PC que tiene? La necesidad, como se comenta, es urgente. Para los pragmáticos: esto se convertirá en una enorme oportunidad de negocio en un plazo corto, impulsada tanto por regulaciones de sociedades más avanzadas (como ocurrió en su tiempo cuando comenzaron el ISO 9000 y el ISO 14000 y más recientemente los bonos de carbono) como por propuestas locales. Estamos viendo los inicios de esta tendencia, en la que algunos líderes con visión más allá del año fiscal o de su período de gobierno comienzan a tomar decisiones considerando los costos hasta ahora ocultos. Es muy importante que como sociedad apoyemos estas iniciativas, que seguramente en muchos casos implicarán, al menos al inicio, asumir los costos que de otro modo caerían en el medio ambiente. Quizás es más importante aún que, más que sólo apoyar, provoquemos el cambio, informándonos del ciclo de vida de los productos que consumimos (cómo se fabrica, qué materiales o químicos se usan, cómo se dispone de los insumos que sobran, qué pasa con el producto después de su vida útil). Si el fabricante no da información, es imprescindible que la sociedad organizada como gobierno se lo exija a través de las regulaciones pertinentes. Industrias como la electrónica, en Europa, comenzaron ya hace algunos años con iniciativas como “ROHS” (Reducción de Substancias Peligrosas, como plomo en la soldadura por ejemplo) y “WEEE” (Directiva de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos). Además de la excelente propuesta sobre el Fondo Verde, México podría proponer una regulación global para el etiquetado y disposición de todos los productos en ese sentido (claro, con un calendario de implementación realista) y asumir un liderazgo tan necesario para el planeta.


 

2 comentarios

  1. Excelente apreciación, es
    Excelente apreciación, es evidente que todos debemos hacer conciencia de el daño que el ser humano a provocado al planeta, mucha gente no ha alcanzado a percibir la importancia de seguir conservando el lugar que hoy les permite tener vida.
    Excelente artículo.

  2. Gracias Arturo y perdón por
    Gracias Arturo y perdón por no responder antes, me ha costado trabajo entender el funcionamiento del sistema de este Blog…

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MAGIS, año LX, No. 498, marzo-abril 2024, es una publicación electrónica bimestral editada por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, A.C. (ITESO), Periférico Sur Manuel Gómez Morín 8585, Col. ITESO, Tlaquepaque, Jal., México, C.P. 45604, tel. + 52 (33) 3669-3486. Editor responsable: Humberto Orozco Barba. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2018-012310293000-203, ISSN: 2594-0872, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: Edgar Velasco, 1 de marzo de 2024.

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