«Somos lectores»: tal es el lema que este año ha adoptado la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) para su edición número 25, que arrancará este sábado 26 de noviembre en las instalaciones de Expo Guadalajara, una celebración para la que se ha preparado una notable diversidad de programas de actividades dirigidos tanto al público en general como a los participantes especializados que cada otoño se dan cita en la que es reconocida como la feria más importante del idioma español: la FIL funciona simutáneamente como el mayor centro de negocios del mundo editorial iberoamericano y como un magno festival que, desde 1987, no ha dejado de crecer y se ha vuelto indispensable para la vida cultural de Guadalajara y de México, además de que se ha visto enriquecida con la organización de numerosos encuentros y coloquios pertenecientes a los ámbitos académicos, científicos, periodísticos, filosóficos, políticos y hasta deportivos.

Más allá de su importancia estratégica en el mercado editorial, que acude cada año a la FIL para cerrar tratos, reflexionar sobre su estado y trazar los nuevos rumbos por donde habrá de transitar —se espera que acudan más de 18 mil profesionales del libro—, el gran acierto de la feria, desde sus orígenes en 1987, ha sido precisamente abrirse a la participación de los lectores, las multitudes cada año más grandes que han hecho de esos nueve días del otoño tapatío una costumbre ciertamente insólita en una ciudad cuyo índice de afición a la lectura es inferior al promedio nacional (ya de por sí ínfimo). Esos lectores tendrán, esta vez, la oportunidad de asistir a 540 presentaciones de libros y recorrer los pasillos donde mil 900 editoriales pondrán a funcionar la que puede calificarse como la mayor librería del mundo, todo lo cual estará enmarcado por conciertos, exposiciones, espectáculos, conferencias, etcétera: una profusión de actividades verdaderamente inabarcable, por lo que es recomendable asomarse al sitio web de la feria, donde se puede consultar el programa general para orientarse e ir marcando las prioridades.

Como cada año desde 1993, buena parte del atractivo de la FIL radica en la participación de un Invitado de Honor, que en esta ocasión será Alemania: una delegación que estará encabezada por la premio Nobel Herta Müller, quien sostendrá una conversación pública con Mario Vargas Llosa para inaugurar el programa literario —seguramente el que tiene mejor respuesta del público. De hecho, el festín de literatura comenzará en el acto mismo de la inauguración, con la entrega del Premio FIL a Fernando Vallejo, el novelista colombiano naturalizado mexicano cuyo nombre se suma a una lista que, desde 1990, reúne a algunos de los autores más importantes de las lenguas romances en el mundo. Y a la par de los alemanes, desfilarán por los pasillos y los salones de Expo Guadalajara autores de diversos orígenes (galeses, vascos, coreanos, colombianos, ecuatorianos, brasileños, árabes, gallegos, venezolanos, quebequenses, etcétera), en un abanico de posibilidades para el descubrimiento como no se había visto en muchos años en la FIL.

Casi puede asegurarse que, en cada edición de la feria, hay atractivos para el interés de cada uno de los cientos de miles de personas que se asoman a ella, empezando por los niños, para quienes está reservada una amplia área con talleres, cuentacuentos, espectáculos y libros infantiles (uno de los esfuerzos más significativos y loables de la organización de la feria en su propósito de incentivar el hábito de la lectura entre las nuevas generaciones). De manera que los nueve días parecen, a un tiempo, demasiados —por la cantidad de actividades que se agolpan en ellos— y demasiado pocos: en la FIL uno acaba siempre pasándosela muy bien. Una recomendación final para quienes acuden a comprar libros: desde hace unos años, la jornada del viernes en la feria se alarga unas horas más porque los expositores ponen descuentos muy tentadores, así que hay que estar pendientes para aprovecharlos. Después de todo, lo que más tendría que importar en esta fiesta son los libros y sus lectores, que ahí van a encontrarse, una vez más, por insólito que pueda parecer.

 La fama fatal, el blog de José Israel Carranza