Viajes espaciales tripulados o no: ¿es el dilema?

Viajes espaciales tripulados o no: ¿es el dilema?

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Hace 40 años con la llegada del hombre a la Luna, muchos pensábamos – con igual dosis de optimismo e ingenuidad – que había iniciado la era de la conquista y colonización del espacio; que los viajes espaciales tripulados se multiplicarían rápidamente y que en poco tiempo habría colonias de seres humanos viviendo en el espacio; quizá no al estilo de Perdidos en el espacio o Viaje a las estrellas, pero no dudábamos que los viajes espaciales tripulados llegarían pronto… para quedarse definitivamente.


El futuro nos alcanzó y 40 años después vemos que el programa espacial se ha convertido en algo distinto a lo que imaginábamos. (Como casi todo lo que soñamos). Después de algunos fracasos muy sonados de la NASA con el Challenger en 1986 y el Columbia en 2003, se redujo notablemente el presupuesto para el programa espacial estadounidense y los viajes tripulados se hicieron cada vez más escasos. La profesión de astronauta dejó de ser el sueño para miles de jóvenes, con intereses vagamente científicos, en el mundo.


Hace poco más de cinco años, el 14 de enero del 2004, el entonces presidente Bush presentó en la NASA su proyecto de viajes espaciales en que pretendía mantener la participación estadounidense en la Estación Espacial Internacional y después, entre 2015 y 2020, mandar de nuevo astronautas a la Luna, cada vez con mayor tiempo de residencia allá para ir preparando las condiciones para una misión tripulada a Marte, quizá para los años 30 de este siglo. Bush no mencionó ninguna cifra del posible costo de este proyecto, pero John McCain, el coordinador del comité de transporte, ciencia y comercio del senado, citó reportes que calculaban un presupuesto entre 170 y 600 mil millones de dólares (billons en inglés) para poner el primer ser humano en Marte.


Como respuesta al plan de Bush, la revista The New York Review of Books (www.nybooks.com) publicó en abril de aquel año dos artículos de científicos muy respetados en sus respectivos campos con sendas críticas al proyecto espacial de Bush. El primer artículo fue escrito por Steven Weinberg, ganador del premio Nobel de física en 1979 y uno de los físicos más influyentes en la actualidad. Weinberg escribió que mandar un astronauta a Marte costaría, por lo menos unos 900 mil millones de dólares, mientras que las misiones al planeta rojo con robots (Spirit y Opportunity) costaron sólo 820 millones de dólares. La argumentación de Weinberg es muy sencilla: las misiones espaciales tripuladas cuestan mil veces más porque es muy caro mantener a los seres humanos fuera de la tierra y no se justifican en términos de los resultados científicos y tecnológicos; en cambio mandar misiones no tripuladas es mucho más barato (entre otras razones porque no hay que gastar en el boleto de regreso) y además porque los robots son mucho más eficientes en el espacio exterior que los humanos. (Al leer el texto de Weinberg no deja uno de recordar el conflicto entre la Hal 9000 y el astronauta en 2001: Una Odisea en el espacio, la clásica cinta de Kubrick, basada en El centinela, un relato de Arthur C. Clarke.) No se necesita ser economista para darse uno cuenta – dice Weinberg – que gastar en misiones tripuladas implica recortar el presupuesto en otros rubros de la inversión en ciencia. El segundo artículo fue escrito por el astrónomo Timothy Ferris,  profesor de la Universidad de California en Berkeley y autor de varios libros de divulgación sobre el universo. Ferris se centró más en el tema específicamente espacial. Ambos científicos reconocieron que las misiones con seres humanos tienen un gran efecto en la opinión pública (¿a quién le interesaría ver por televisión a un robot obteniendo muestras de la superficie de Marte?), sobre todo después de los fracasos de la NASA pero coinciden que el plan  espacial de Bush sería un grave desacierto para la política científica y tecnológica de Estados Unidos por su enorme costo ya que implicaría dejar de invertir en otros rubros. No se volvió a hablar, públicamente, sobre el tema.


Con el regreso de los demócratas a la Casa Blanca y el aniversario número 40 del Apolo XI, volvió a hablarse de misiones espaciales tripuladas a la Luna. La revista inglesa The Economist promovió un debate en su página electrónica (www.economist.com/debate/overview/150). La postura de la revista era explícitamente en contra: ¿Para qué gastar decenas de billones para regresar a la Luna? ¿No podríamos aprender más mandando robots e instrumentos a costos muy por abajo? ¿No debería el gobierno estar financiando a la ciencia y los telescopios espaciales paa comprender más sobre el Sistema Solar, la Tierra y el cambio climático? A pesar de que algunos creen que los viajes espaciales tripulados son parte del destino humano, ¿ porqué los contribuyentes tienen que pagar a un grupo de privilegiados para viajar cortas distancia al espacio?   


El debate está muy bien regulado como cabe esperar de los británicos. Los editores de la revista lo adatparon del modelo de Oxford. Hay dos posturas – en este caso, a favor o no de mandar seres humanos a la Luna – que son representadas por expertos. También hay un moderador e invitados especiales de ambas partes. El debate tiene tres momentos: la apertura, la contrargumentación y el cierre. Cada uno de los dos expertos tiene tres oportunidades para convencer a los lectores, quienes pueden participar con su voto o mandando un texto a favor de una de las posturas. El debate dura 10 días (en este caso, entre el 4 y el 14 de agosto) y los lectores pueden cambiar de opinión y voto todas las veces que quieran en esos días.


Las posturas fueron defendidas y argumentadas por dos expertos: Mike Gold, director de una empresa aeroespacial en Washington, fue el responsable de fundamentar las ideas de la revista en contra de mandar seres humanos a la Luna, mientras que Gregg Maryniak, director del planetario en Saint Louis, Missuri, representó la otra parte: la favorable a los viajes espaciales tripulados. 289 lectores mandaron sus votos y ganó, con 61% de los votos, la postura a favor de que la NASA reanudara su programa espacial con seres humanos,  mientras que 39% estuvieron en contra.  Parece ser que es más popular la idea que los seres humanos podremos colonizar el espacio que los argumentos – sólidos, desde mi punto de vista – que se podrían invertir mejor esos enormes recursos en otros proyectos y usar robots en misiones espaciales para conocer mejor nuestro universo inmediato.


Para los imaginarios lectores interesados en este tema, en el sitio de la revista se puede seguir todos los pormenores del debate y otros que ha organizado The Economist.

1 comentario

  1. Muy interesante la
    Muy interesante la información Carlos.

    Mi postura también respecto a este tema es que hay otras cuestiones importantes que se deben de resolver en nuestro planeta, a nivel económico, social, cultural, etc., antes de querer abarcar al universo; además independientemente de la alta tecnología con la que contamos, se tiene que tomar en cuenta que se podrían poner vidas humanas en riesgo, a diferencia de mandar robots.

    Pero la opinión demuestra, como bien lo comentas, que el ser humano está fascinado con la idea de conquistar, de verse reflejado en situaciones que solo pueden caber quizá en su sueños…(hablando del resto de nosotros, los mortales)

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MAGIS, año LX, No. 498, marzo-abril 2024, es una publicación electrónica bimestral editada por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, A.C. (ITESO), Periférico Sur Manuel Gómez Morín 8585, Col. ITESO, Tlaquepaque, Jal., México, C.P. 45604, tel. + 52 (33) 3669-3486. Editor responsable: Humberto Orozco Barba. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2018-012310293000-203, ISSN: 2594-0872, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: Edgar Velasco, 1 de marzo de 2024.

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