La vida que puede ser creada

La vida que puede ser creada

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Cada vez es más claro que el XXI es el siglo de la biología. Así como el pasado fue el siglo de la física por todos los cambios tecnológicos, económicos y sociales derivados de la física (del motor que mueve autos y aviones a las computadoras y la Internet, pasando por los teléfonos celulares y la temible bomba atómica), ahora toca el turno a la biología. Desde hace varios años se mencionaba que esta ciencia seria determinante para el futuro de la especie humana y del planeta Tierra porque muchos de sus problemas críticos actuales como la energía, el cambio climático y la salud podrían ser abordados desde las ciencias de la vida, pero  hasta ahora se empiezan a ver alternativas viables, aunque con riesgos, para enfrentar estos temas y la clave se llama biología sintética, un término que va dar mucho de qué hablar en el futuro.


Un excelente reportaje de Michael Specter publicado hace unos dias en la revista The Newyorker (www.newyorker.com/reporting/2009/09/28/090928fa_fact_specter) presenta lo que se está haciendo en biología sintética y las potencialidades de esta nueva disciplina que “mezcla elementos de la ingeniería, la química, las ciencias de la computación y la biología molecular en la búsqueda de las herramientas biológicas necesarias para rediseñar la vida”. Suena fascinante y riesgoso, pero vamos por partes.


El reportaje titulado A Life of Its Own (algo así como ”Una vida por sí misma”) está centrado en el trabajo de dos importantes investigadores en este campo: Jay Keasling, profesor de ingeniería bioquimica de la Universidad de  California en Berkeley y Drew (Andrew) Endy quien enseña ingeniería biológica en Stanford.


Keasling ha estado trabajando para crear artemisinina, el componente activo de medicamentos que combaten la  malaria o paludismo, una de las enfermedades más mortalmente discriminatorias en el mundo. Provoca más de un millón de muertes cada año, la gran mayoría niños menores de cinco años que viven en condiciones de extrema pobreza e insalubridad en África. La artemisinina – en combinación con otras substancias para reducir las posibilidades de que el mosquito transmisor se haga resistente a la droga – ha mostrado buena efectividad para el tratamiento. El problema es que la artemisinina no es fácil de producir; la mayoría se obtiene de una planta silvestre poco común; hay pocos cultivos y por lo tanto es cara. Keasling no quiso crear unas cuantas muestras de la artemisinina, sino producirla en cantidades industriales para reducir significativamente la mortandad de la enfermedad. Keasling consiguió financiamiento de la Fundación Gates y ayudó a crear la empresa Amyris Biotechnologies (www.amyrisbiotech.com) para producir de manera más eficiente la artemisinina. Como resultado de su “fabricación”, la empresa está incrementando la cantidad de artemisinina producida por cada célula con lo que esperan bajar en una década el costo del tratamiento de diez dólares a menos de uno. El año pasado firmaron un convenio con la empresa farmacéutica Sanofi-Aventis para fabricar el medicamento y esperan tenerlo en el mercado para 2012. De esta forma, la artemisinina será el primer producto masivo de la biología sintética. Amyris también está trabajando en su planta de Brasil para desarrollar nuevas fuentes de energía. “Ya sabemos cómo producir la artemisinina, ahora podemos mover unos genes y ponerlos con otros genes para producir biocombustibles”, dijo Keasling en el reportaje. Por lo pronto, están experimentando con el bagazo de caña.


El método de la biología sintética de combinar partes de diverso tipo para crear un todo integrado no es ajeno a los jugadores de Lego. Drew Endy gustaba de niño crear artefactos con su Lego, ahora está trabajando para construir organismos vivos. Para muchos, Endy es el verdadero profeta de la biología sintética tanto por la dedicación con la que ha emprendido esta nueva disciplina como por su compromiso con la discusión pública de las implicaciones sociales y éticas de su desarrollo.

Con algunos de sus colegas, Endy creó la BioBricks Foundation (http://bbf.openwetware.org/), una asociación civil para desarrollar partes estandarizadas que puedan ser compatibles en el “ensamblado” de organismos vivos  “de la misma manera en que un ingeniero en computación puede programar una computadora”.      



Cuando se le pregunta sobre los riesgos asociados a la biología sintética Endy responde que se deben considerar en el debate público tanto los posibles riesgos como sus beneficios tangibles; “si tu construyes un puente y se cae, no te van a autorizar para que diseñes otro nuevo puente, pero eso no significa que se vaya a prohibir la construcción de nuevos puentes. Tenemos que aceptar el hecho que los riesgos son inevitables.”


Sobre el futuro de la biología sintética, Endy es realista; considera que algunos han exagerado su entusiasmo al hablar de sus potencialidades porque apenas empezamos a saber de qué trata y cómo se puede usar, pero esto es el inicio. Ante la pregunta de qué tan lejos queremos llegar, responde claramente que el tema tiene que ser discutido abiertamente por los riesgos sociales inherentes a estas actividades.  


El era industrial terminó y ha sido sustituida por la actual era de servicios. ¿Seguirá  el tiempo de la ingeniería biológica en la que los diseñadores de la vida sean capaces de producir organismos que satisfagan nuestras necesidades individuales y sociales (desde tener hijos “de diseño” hasta fuentes de energía casi ilimitada) y cómo enfrentaremos esos hechos? El reportaje termina con una reflexión del mexicano Juan Enríquez, fundador del proyecto de Ciencias de la Vida en Harvard y columnista del grupo Reforma, “vamos a empezar domesticando bacterias que produzcan energía de una forma mucho más eficiente y limpia que en la actualidad. Es la etapa inicial para prepararnos para la vida programada”. 

MAGIS, año LX, No. 498, marzo-abril 2024, es una publicación electrónica bimestral editada por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, A.C. (ITESO), Periférico Sur Manuel Gómez Morín 8585, Col. ITESO, Tlaquepaque, Jal., México, C.P. 45604, tel. + 52 (33) 3669-3486. Editor responsable: Humberto Orozco Barba. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2018-012310293000-203, ISSN: 2594-0872, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: Edgar Velasco, 1 de marzo de 2024.

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