Comienzas tu camino en momentos de extrema debilidad de la Iglesia, pues igual que a aquel joven que huyó desnudo en el huerto, a ella le han sido arrancadas las vestiduras con las que se protegía: secretismo, hermetismo, ocultamiento, negación de lo evidente. Pero es precisamente ahora cuando se le presenta una ocasión maravillosa: la de revestirse por fin, únicamente, del manto de la gloria de su Señor.
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