Zanate: documental en Colima

Zanate: documental en Colima

– Edición

 


 


Del jueves 17 al sábado 19 de noviembre estuve en Colima, Colima. Fui invitado a participar, como jurado, en la cuarta edición del Festival de cine y video documental Zanate. Aunque esta es la primera vez que asisto, el festival no me era desconocido; tenía testimonios de primera mano (de primera voz, pues) sobre las particularidades de las funciones, las expectativas que levanta y las reacciones que genera: participantes y organizadores me habían comentado la calidez con la que los colimenses reciben al documental y sus creadores. Ganas no me faltaban, pues, para apersonarme en las sedes del evento. Este año pude asistir, y pude constatar, de primera vista, el entusiasta acogimiento que el público, abundante y diverso, proporciona al género que hoy por hoy enaltece al cine mexicano.


            Zanate abre cuatro secciones en competencia, todas con premios económicos. Al Gran Premio Zanate aspiran largometrajes nacionales; hay también un apartado en el que se ubican cortos y mediometrajes, otro para producciones colimenses, y el último congrega entregas universitarias; el premio del público se ofreció por primera vez en esta edición.


En la primera categoría participaron cinco producciones que están entre lo mejor que pudimos ver este año: El cielo abierto (2011) de Everardo González, Agnus Dei, cordero de Dios (2011) de Alejandra Sánchez, Ch’ulel (2011) de Jorge Creuheras, La guerrera (2011) de Paulina Del Paso y Vuelve a la vida (2010) de Carlos Hagerman. Es pertinente anotar que la decisión para elegir el ganador no fue fácil; las dificultades se multiplican porque los cinco transitan por rutas formales diferentes. La deliberación que tuve con los otros dos miembros del jurado, la crítica y académica Annemarie Meier y el documentalista y editor Roque Azcuaga, fue densa e intensa. Nos inclinamos por la cinta de Del Paso, quien siguió por años el ascenso de la boxeadora Ana María Torres y tuvo la virtud de ir más allá de la “película de box”. Otorgamos, además, una mención a Agnus Dei, que sigue a un joven que sufrió abuso sexual de un sacerdote católico, y otra a Ch’ulel, que saca provecho del montaje y la música y alcanza para empujar reflexiones que van de la economía a la ontología.






Colima participó con dos cortos y un mediometraje. Los tres se sustentaban en testimonios. Uno de ellos, Ríos para la vida (2011) de Lorena Orta y Urzula Reyes, da voz a algunos pobladores de Temacapulín, poblado que se opuso a la disposición gubernamental de inundarlo; Voces de cerro grande (2011) de Carlos Ruíz registra los afanes de la gente que a pesar de las adversidades se aferra a vivir en el cerro epónimo; Deuda de vida (2011) de David Palestino, Aída Bañeres y Paulo Rodríguez recoge la cotidianidad en el penal de Colima  a partir de un grupo de personajes que dan cuenta de la singularidad de esta prisión. Este último obtuvo el premio; también se embolsó el correspondiente a la sección universitaria.


Los cortometrajes también ofrecieron un paisaje diverso. En Voces corales de mi pueblo (2011) Óscar Blancarte viaja a un ejido sinaloense donde idolatran a Gabriel García Márquez; Lebenswelt (2011) de Elías Brossoise, filmado en 8 mm., da mezcla ficción y documental para emprender una suerte de denuncia sobre la exclusión y el feminicidio; en Poniente, oriente (2011) Andrés Pulido echa mano de la animación para abordar el contrastante asunto del agua en el D. F. Este último obtuvo el premio.


Las funciones del jueves y el viernes tuvieron lugar en la Pinacoteca, un espacio acogedor que es adaptado para proyectar bajo techo y al aire libre. El sábado la función tuvo lugar en el Teatro Hidalgo, donde también se llevó a cabo la premiación. Ambos espacios son adecuados y permiten la sana convivencia entre los asistentes y los realizadores, entre los que se establece un diálogo al final de cada proyección. Personalmente me gustó la calidez con la que los asistentes reciben los documentales y el desenfado con el que postulan preguntas o hacen comentarios, actitud que también es valorada por los directores. Aquí, como en otros aspectos, es posible constatar la congruencia de ambiciones y logros de Zanate: es un evento íntimo pero concurrido en el que lo principal es el cine y no las vanidades que lo rodean, que caminan sobre alfombras rojas y que a menudo distraen la atención de lo principal. Así, el documental, que en más de un festival es un invitado que vive a la sombra de la ficción, aquí llega a un público que llena salas y patios, lo espera, lo aprecia y lo celebra. El documental es, pues, la estrella. Y así el festival cumple el objetivo que lleva implícito: ser una fiesta.


Al final no me queda sino agradecer la amabilidad y la generosidad de los integrantes del comité organizador: Natalia Casaonva, Roberto Levy, Carlos Cárdenas, Andrés Villa, Juan Carlos Robles y Jorge Urzúa. Al final me quedo con la emoción y me quedan dos claridades: el mejor cine mexicano que se hace en la actualidad es documental; y volveré…        


 


             

MAGIS, año LX, No. 498, marzo-abril 2024, es una publicación electrónica bimestral editada por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, A.C. (ITESO), Periférico Sur Manuel Gómez Morín 8585, Col. ITESO, Tlaquepaque, Jal., México, C.P. 45604, tel. + 52 (33) 3669-3486. Editor responsable: Humberto Orozco Barba. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo No. 04-2018-012310293000-203, ISSN: 2594-0872, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de la última actualización de este número: Edgar Velasco, 1 de marzo de 2024.

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